Dice una de las obras de esta exposición que a Leonora Carrington le contaron muchos cuentos de hadas de niña. A Munch, sin embargo, le leían los relatos cortos de Poe y Frida Kahlo, ya lo saben, pasó gran parte de su infancia en cama. Tanto Turner como Georgia O’Keeffe sufrieron varios episodios depresivos a lo largo de su vida, los de ella fruto de los continuos escarceos de su marido, el fotógrafo Alfred Stieglitz.
La lista de anécdotas es interminable, y apasionante, y no pretendo convertir estas páginas en una crónica rosa, pero sí ilustrar cómo la infancia, el contexto en el que crecemos y la salud, dejan una huella indeleble en el adulto en el que después nos convertimos.
Ese es uno de los cimientos sobre los que Cristina Garrido ha construido El origen de las formas en el Centro de Arte Dos de Mayo, buceando en la biografía de cien artistas –de Giotto hasta nuestros días– en esta entretenida exposición. Funciona como cara B del proyecto que presentó en DIDAC en 2021 (El mejor trabajo del mundo), donde reflexionaba sobre el abandono de la profesión de artista (basta con repasar la lista de los certámenes de arte joven de hace unos años).
Atenta siempre a las dinámicas del mundo del arte –la hemos visto diseccionar los elementos de las ferias, las portadas de revistas o coleccionando cielos de cuadros sacados de Internet– Garrido se plantea ahora cuáles pueden ser los factores decisivos que hacen a los artistas.
No se escapa Garrido de este análisis biográfico y se expone como caso de estudio desde el principio con un vídeo suyo a los 6 años en el Musée D’Orsay, fotos familiares de padres e hija pintando y otros elementos como la planta de su anterior estudio dibujada en el suelo a escala 1:1. Son la antesala de Grandes maestros de la pintura occidental, la instalación central de la exposición, que con su forma de wallpaper tiene mucho de diseño gráfico.
[Selección sub-35: estos son, esto hacen]
El guion de los textos es siempre el mismo: género del autor, raza, signo del zodiaco (de los que más hay es Aries, los he contado), hechos importantes de la infancia, profesión de los padres y datos sobre cómo desarrollaron su vida y su carrera. ¿Conclusiones? Todas y ninguna. Es verdad que muchos de los perfiles proceden de entornos acomodados –Delacroix, por ejemplo, quizá fuera hijo ilegítimo de un importante político–, y que algunos triunfaron en vida –Rosa Bonheur llegó a comprarse una finca con un castillo– pero encontramos también ejemplos menos afortunados como el de Vermeer, que “no podía alimentar a su numerosa familia”.
La visita da para muchas lecturas y, según el tiempo disponible, podemos quedarnos solo con los titulares de los 25 carteles enmarcados. Son casi todos de museos y están intervenidos con frases y pintura. Entre las letras se adivina el dripping de Pollock, la camarera del Folies-Bergère de Manet o la paleta de Rothko. Un proyecto redondo, de nuevo, de una de las miradas más agudas de nuestro panorama.
Ferias, Instagram y mucha Investigación
Cristina Garrido (Madrid, 1986) disecciona con habilidad el sistema del arte, recolectando metódicamente imágenes y datos. Fue uno de los nombres destacados de Generaciones en 2015 y de la colectiva del CA2M Querer parecer noche (2018). Ha expuesto en el CAAC o en DIDAC y colabora con las galerías The Goma y CURRO. Es la autora de The (Invisible) Art Of Documentating Art (Caniche, 2019). Todavía se puede visitar su individual Boothworks en el Museu d’Art Modern de Tarragona.