Exploró las radiaciones de misterio de lo cotidiano, el caudal poético de lo íntimo, las relaciones entre el volumen y el espacio en alianza con una luz que adquiere una cualidad de pureza milagrosa o irreal, pintó naturalezas vivas y muertas en composiciones donde una metódica sugestión de serenidad convoca las pulsaciones de lo eterno, en cuadros que tienen su propio tiempo y sugieren su propia música. Hace 100 años nació en Barcelona el pintor Xavier Valls, a quien la galería de arte Fernández-Braso de Madrid recuerda con una exposición y la publicación de un Diccionario que resume su vida.
Integrada por 25 lienzos, la muestra propone una revisión de la trayectoria del artista (las obras abarcan el amplio periodo 1965-2006), que desde los años 40 vivió en París dedicado a la pintura y que en sus últimas décadas recibió numerosas distinciones oficiales: el nombramiento de Chevalier dans l’ordre des Arts et des Lettres en 1979 (ampliado a Officier en 1989 y Commandeur en 2000), la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1993 y el Premi Nacional d’Arts Plàstiques otorgado por la Generalitat de Cataluña en 2000.
Nacido el 18 de septiembre de 1923 en el barrio barcelonés de Horta, Valls se inició en el dibujo en 1936 con el escultor Charles Collet, y en los años siguientes se matriculó en la Escola Massana de artes y oficios, aprendió técnicas decorativas como la vidriera y la pintura mural, trabajó como dibujante con el joyero Ramón Sunyer y asistió a las clases del Círculo Artístico, además de adquirir formación musical. Miembro fundador del Círculo Mallol, recibió en 1946 la medalla del V Salón de Otoño de Palma de Mallorca.
Un año clave en su vida es 1949. A través del Instituto Francés obtiene una beca de un mes para ir a París. Valls decide quedarse en Francia, residiendo primero en el Colegio de España de la Ciudad Universitaria y después en Ecouen. Pinta naturalezas muertas y paisajes que presentará en el Salón de Otoño de París en 1953. También trabaja en casa de un vidriero y ayuda a Fernand Léger en la realización de las vidrieras de Audincourt.
En 1950 se instala en Montparnasse, donde coincide con Óscar Domínguez, Alberto Giacometti y Antoni Clavé, entre otros muchos artistas. Se aficiona a la vida nocturna de Saint-Germain-des-Prés, alrededor del poeta Rafael Lasso de la Vega y de intelectuales como Guillermo de Torre, María Zambrano, Tristan Tzara, André Salmon o Jaime del Valle-Inclán, con el que entablará una gran amistad. En esta época, Giacometti y el pintor Luis Fernández le animan a mantener su propio estilo dentro de la figuración.
Desde finales de los años 40 vivió en París, donde conoció a Giacometti, Picasso, Cortázar, Tzara y Bergamín
Valls instaló en 1951 su taller y vivienda en un edificio del Quai del Hôtel de Ville, con vistas privilegiadas a la catedral de Notre Dame. A lo largo de esa década participa en numerosas exposiciones (la primera individual, en la galería Vayreda) en las que va perfilando su preferencia por el intimismo y los temas cotidianos, conoce a Julián Gállego, Julio Cortázar y Pablo Picasso y se casa con Luisa Galfetti. En 1962 nacerá su primer hijo, Manuel Valls, que llegaría a ser primer ministro de Francia bajo la presidencia de François Hollande.
El artista no deja de tener un pie en Barcelona, donde expone y, desde 1964, vive temporadas (compra una casa en su barrio de Horta). En 1963 trabaja con la galería Henriette Gomès, recomendado por Daniel-Henry Kahnweiler. Realizará ocho muestras individuales en este espacio, que representaba también la obra de Balthus. Cuando la galerista muere, Valls establece colaboración con la también prestigiosa galería Claude Bernard.
A partir de 1965 es un artista consagrado plenamente a la creación en su taller parisino. Su obra va evolucionando y consigue armonizar de una manera muy personal el volumen, la luz y el espacio, con graduaciones cromáticas más suaves y menos contrastadas. Gracias a su amistad con el fotógrafo y cineasta William Klein actúa en la película Qui êtes-vous, Polly Magoo? y conoce a Simone Signoret y Costa-Gavras. Al mismo tiempo, pasa largas veladas con el escritor español José Bergamín.
En los años 70, además de las exposiciones parisinas destacan las que realiza en las galerías Theo de Madrid y Sa Pleta Freda de Mallorca. Alejo Carpentier escribe un estudio sobre su pintura que será reproducido en el catálogo de la exposición del Museo de Arte Moderno de Barcelona en 1985 (junto a textos de Julián Gállego, Jean Selz y otros autores y el retrato fotográfico del pintor realizado por su amigo Leopoldo Pomés).
Pero antes llegarían la gran antológica del Museo Ingres (1981) y la muestra en la Biblioteca Nacional de Madrid (1982). Es ya periodo de reconocimientos y distinciones y en 1988 muestra su obra en la ASB Gallery de Londres.
La galería Juan Gris de Madrid le dedica varias exposiciones a lo largo de los 90. También recala en la barcelonesa Artur Ramón y escribe textos sobre Bergamín y Balthus. Forma parte con tres lienzos de la colección permanente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
En sus últimos años publica sus memorias, La meva caixa de Pandora, en Ediciones Quaderns Crema. Nuevas exposiciones en Juan Gris, que acoge en 2001 la presentación del libro Escuchando a Xavier Valls de Miguel Fernández-Braso. El 16 de septiembre de 2006 muere en su casa de Horta. Pocos días después es nombrado académico correspondiente en París de la Academia de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona. La galería Fernández-Braso (nacida en 2011 de la unión de las galerías Juan Gris y Rayuela) le ha dedicado desde entonces varias exposiciones, la última de ellas, en 2017, Xavier Valls. Dibujos, 1962-2001, con texto del catálogo de Francisco Calvo Serraller.
Las citadas memorias están en la base del Diccionario que propone Fernández-Braso, concebido como una selección de personas, lugares y hechos que formaron parte destacable de la vida del pintor. Con edición al cuidado de Josep Miquel Garcia, la obra recoge textos del propio Valls, su mujer Luisa, sus hijos Manuel y Giovanna y otros autores.
Así, por el libro desfilan personajes como Néstor Almendros, Balthus, Bergamín, Juan Manuel Bonet, Antonio Bonet Correa, Joan Brossa, Yul Brynner (que compró dos de sus cuadros en la galería Henriette Gomès), Calvo Serraller, Carpentier, Clavé, Cortázar (del que guardó durante una temporada en su taller unas maletas llenas de libros), Óscar Domínguez, Gállego, Giacometti, Kahnweiler, Klein, Antonio Machado (Valls participó en un homenaje parisino al poeta en 1955), Giorgio Morandi (con el que su pintura establece correspondencias), Pomés y otros amigos como Pasqual Maragall o Xavier Montsalvatge.
Entre los lugares, Barcelona y el barrio de Horta, París, la Biblioteca Nacional de Madrid y las galerías y museos con los que tuvo mayor contacto. Y, entre otros hechos anecdóticos, el servicio militar al que fue convocado en Palma de Mallorca. Realizó servicios auxiliares y el 1 de abril de 1946 fue declarado “inútil total”: “el día más alegre de su vida”, según Luisa Valls.