Image: Jaume Plensa: “La belleza también puede ser revolucionaria”

Image: Jaume Plensa: “La belleza también puede ser revolucionaria”

Arte

Jaume Plensa: "La belleza también puede ser revolucionaria"

1 noviembre, 2018 23:00

Jaume Plensa. Foto: Inés Baucells © Plensa Studio Barcelona

No es habitual verle trabajar en España. Sus proyectos internacionales le han llevado en los últimos años de Seattle a Tokyo, de México a Israel. El mapa de sus esculturas en espacio público realmente impresiona. Con exposiciones en Dallas, Chicago, Francia o Suecia, su obra ha sido más conocida (y reconocida) fuera que dentro, a pesar del premio Velázquez 2013 y los Nacionales de Artes Plásticas y de Grabado de 2012 y 2013. No en vano vive y trabaja cerca del aeropuerto de Barcelona, apartado del ruido y siempre dispuesto a salir volando. Pero este otoño parece que es su momento aquí y Jaume Plensa (Barcelona, 1955) inaugura dos exposiciones en Madrid (Palacio de Cristal, 16 de noviembre) y Barcelona (MACBA, 1 de diciembre).

Pregunta.- ¿Cuál de las dos exposiciones le ha tenido más ocupado estos últimos meses?
Respuesta.- Es muy interesante como proyecto porque de alguna manera los dos museos se pusieron de acuerdo. El MACBA echa la vista atrás para intentar entender la parte más conceptual de mi obra y para el Reina Sofía hago una escultura específica en el Palacio de Cristal. En Barcelona se muestra una trayectoria que se cierra en Madrid, y los dos tienen mucho trabajo detrás. Uno, porque hemos rescatado piezas antiguas y el otro porque hemos hecho una pieza que me ha llevado más de un año: tres cabezas en la posición de silencio que enfatizan la transparencia del Palacio.

P.- ¿Qué le llevó a pensar en este conjunto escultórico que son las tres cabezas de malla de acero inoxidable para el Retiro?
R.- Expuse en el Palacio de Velázquez en 2000, cuando el director del Reina era José Guirao. Y no deja de ser divertido que ahora que vuelvo a este territorio que me gusta tanto, el parque del Retiro, sea ministro de Cultura. En aquel momento me dieron una oportunidad extraordinaria porque el Palacio de Velázquez también es un lugar muy bello y fue muy especial. Entonces cubrí todas las entradas de luz y estaba todo montado de una forma muy íntima. En este caso ocurre lo contrario. El propio título es Invisibles porque estas cabezas nunca ocultan lo que hay detrás sino que lo absorben y pasa a formar parte de ellas: la estructura del edificio, el jardín, los árboles. Además, y esto me hace mucha ilusión, el museo cierra a las 6 de la tarde y el parque a las 10 de la noche, pero voy a iluminar las piezas de manera que estas 4 horas que el museo está cerrado en realidad seguirá abierto y el Palacio se convertirá en una vitrina desde la cual se podrá ver la exposición. Una manera de que el museo siga abierto a la comunidad.

Muchos Plensas, varias vidas

'Memories Jumelles' se verá en el MACBA

P.- En cambio para el MACBA echa la vista atrás para recuperar una faceta quizás más alejada de su trabajo actual. Todo un descubrimiento este Plensa para las últimas generaciones que conocen sobre todo sus cabezas y sus figuras con letras.
R.- Ha habido muchos Plensas. En realidad, he tenido ya varias vidas. Es verdad que la gente conoce más mi trabajo actual, todo el universo de los rostros y de las cabezas, y muchos pensarán que este espíritu conceptual ha desaparecido, pero está intacto. Me he dado cuenta mirando hacia atrás que siempre he estado dando vueltas a los mismos asuntos: el mundo interior, el ser, el individuo como entidad propia en relación con la comunidad; de lo pequeño a lo general, de lo particular a lo universal... Y los rostros que hago ahora con los ojos cerrados también muestran un mundo conceptual porque todo lo que pasa está pasando en tu interior y la pieza es como un espejo en el que te miras. Ferrán Barenblit me ha ofrecido la posibilidad de hacer un recorrido por piezas importantes para mí, para mi crecimiento como artista, y hay obras desde cuando me di a conocer internacionalmente con el hierro fundido, viviendo en Berlín, hasta hoy, con una pieza especial para el museo donde el vacío y la música son muy importantes.

P.- La escultura es uno de los formatos que ha experimentado mayor cambio con la deriva hacia la instalación, ¿cómo ha vivido esta evolución?
R.- Creo que cada época ofrece nuevas soluciones. Yo he intentado que la escultura regenerara un espacio o se integrara en un paisaje que ya existía, pero sobre todo pensando en quién la va a utilizar. La escultura tiene un potencial enorme en el espacio público, que no es solo un espacio al natural, parques y jardines. Un museo es un espacio público, y una galería, un teatro también. Lo olvidamos con frecuencia. A veces los museos parecen más fortalezas que se protegen que lugares que se expanden hacia la sociedad.

"A veces los museos parecen más fortalezas que se protegen que lugares que se expanden hacia la sociedad"

P.- Es habitual este desdoblamiento de su trabajo entre escultura pública y privada, ¿cómo se enfrenta a una y a otra?
R.- Obviamente cuando estoy en el estudio, como ahora, trabajo mis obras, con mis obsesiones, mis fantasmas y siempre me parece como un milagro cuando otra persona quiere compartirlos contigo y adquiere la obra. Cuando trabajo para un espacio público que no pertenece a nadie intento entender muy bien el lugar, su historia. Igual que en mis exposiciones soy yo y no tengo que justificarme, cuando estoy en el espacio público soy yo y los otros, y hay un diálogo permanente con los demás. Cuando hablamos de escala, no es solo física sino también emocional. La gente asocia escultura en el espacio público con algo grande y yo he hecho piezas muy pequeñas; pequeñas de medida pero necesarias para el lugar. Detesto la palabra monumental, que no se asocia a lo grande sino a la conmemoración y la escultura debe hacer lo contrario, debe fijar el perfume que cada comunidad emana.

El centro de la exposición del MACBA será una cortina que el artista guardaba como un tesoro: una pieza que contiene la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Pertenece a su corpus de obras realizadas con letras, alfabetos y palabras que utiliza en estas piezas que el visitante puede atravesar, y también en cuerpos y cabezas. Plensa vive obsesionado con los pensamientos que llenan el espacio (y cita a William Blake: “un pensamiento llena la inmensidad”), con un mundo interior en el que palabra y comunidad se dan la mano. Fue la viuda de Alighiero Boetti quien le dijo: “Jaume, cuando en los 60 trabajábamos la idea de texto no lográbamos encontrar una forma plástica, tú le has dado fisicidad a la palabra”. Y él se justifica sin tener que hacerlo: “Soy mediterráneo y todo lo tengo que tocar y acariciar, tengo los ojos en los dedos; hasta las ideas han de ser físicas, la luz es física para mí, la vibración también. Sería un conceptual físico”.

P.- ¿Cuándo empezó a trabajar con la palabra?
R.- Mi padre, que era un gran lector, me llevaba a comprar libros al mercado de San Antonio y yo veía allí portadas de libros de etruscos y sumerios y supongo que me empezó a fascinar el mundo del arte. Pero siempre asociado a un libro y a un texto. Y esta imagen visual del texto, con los años se convirtió en un material necesario para poder hablar de mí. El texto estaba unido a la idea de poesía y a mi enorme respeto y fascinación por el poeta. Y un día decidí incorporarlo a mi obra. La primera pieza con texto que hice en los 80, Sleep no more, estaba basada en un fragmento de Macbeth.

Proyecto de Jaume Plensa para el Palacio de Cristal

P.- ¿Quiénes son sus poetas de cabecera?
R.- Las cuatro patas de mi mesa cuando empecé a trabajar eran Shakespeare, Blake, Baudelaire y Dante. Luego esto fue creciendo con Vicente Andrés Estellés, un poeta valenciano que creo que hay que recuperar, José Ángel Valente, la generación del 27... Y después descubriría a William Carlos Williams en una librería de viejo en Dallas. Me ha ayudado mucho a crecer Elías Canetti, que no es poeta pero escribe poesía pura, Einstein y el matemático francés René Thom con su teoría de las catástrofes.

El arte que ilumina el mundo

P.- Hablan de usted como artista de lo bello pero, ¿no le da la impresión de que en los últimos años la belleza está denostada?
R.- Absolutamente. Pero no me afecta. Yo he reivindicado el retorno de la belleza en el día a día de la gente porque creo que la belleza es revolucionaria. Se habla de lo bello como si fuera un pecado, una lacra, algo obsoleto. Estoy completamente en desacuerdo. La obra es la que ha de iluminar el mundo y la vida.

"Detesto la palabra monumental. La escultura está para fijar el perfume que cada comunidad emana"

P.- Se ha dicho que la famosa Crown Fountain de Chicago (2004) supuso un punto de inflexión en su obra, ¿qué otras piezas han marcado su carrera?
R.- Una pieza importante para mí tanto formalmente como emocionalmente fue la de St. Helens, Dream (2009), esta cabeza blanca que instalé cerca de Liverpool y que fue una de las más emotivas por la relación con los exmineros que me pedían regenerar el lugar donde había estado la mina hace 20 años; o Wonderland (2012), una cabeza que instalé en Calgary, Canadá, en la que se puede entrar y, desde dentro, ver el skyline de la ciudad. O la de Ogijima, una minúscula isla en el sur de Japón, donde un pequeño pabellón que recibe a la gente que llega en el ferry ha logrado regenerar la vida del lugar. También en mi obra que no es tan pública, que la gente descubrirá en el MACBA, estas cortinas de textos en las que, cuando las letras golpean entre sí, vibran y producen un sonido maravilloso que llena todo el espacio; me acuerdo también cuando hice la primera pieza con un címbalo y una gota de agua que lo percutía para hablar del silencio y de la vibración de la materia; la fundición de hierro que me dio a conocer internacionalmente que después abandoné y a la que he vuelto...

Este va a ser un final de año muy español para Jaume Plensa. Después de las inauguraciones y de ser investido Honoris Causa por la Universidad de Barcelona volverá a Madrid donde el 20 de diciembre instalará una escultura en el pedestal que antes elevaba la estatua de Colón en la plaza del mismo nombre. Un proyecto promovido por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson en colaboración con el Ayuntamiento que invitará a artistas regularmente. De la futura pieza sabemos ya el nombre, Julia, y el tamaño, 12 metros. A finales de año volverá a EE.UU. para instalar en Nueva York una gran escultura para Hudson Yards, una zona en Chelsea delante del río, y otra en Century City, en Los Ángeles. Y en enero, exposición en la galería Pilar Serra. “Espero que no os aburráis de mí”. Seguro que no.

@PaulaAchiaga