Giménez Bartlett: "Sorprende que Virginia Woolf fuera tan sincera con sus partes más oscuras"
Coincidiendo con el 80 aniversario del fallecimiento de la escritora inglesa, Lumen recupera 'Una habitación ajena'
19 febrero, 2021 18:29Durante los casi veinte años que Nelly Boxall trabajó como cocinera y sirvienta de Virginia Woolf, ambas mantuvieron una relación tan turbulenta que hizo de su convivencia algo insostenible hasta el punto de que la escritora llegó a advertirle: “Aquí no hay ninguna habitación que sea tuya, Nelly; esta es mi casa”. Consciente de la importancia de este y otros pasajes que la propia Woolf reflejó en sus diarios, Alicia Giménez Bartlett escribió en 1997 Una habitación ajena, Premio Femenino Lumen, donde recreaba, a partir de los ‘supuestos’ diarios de la sirvienta, las contradicciones en las que cayó la autora de Una habitación propia o Las olas como miembro de la élite burguesa.
Coincidiendo con el 80 aniversario del fallecimiento de la escritora inglesa Lumen recupera ahora en una edición revisada esta novela, donde a partir de la ficción la creadora de Petra Delicado reconstruye además el ambiente de la época. Su historia es, de hecho, “absolutamente real”, recuerda Giménez Bartlett. “Cualquier episodio donde aparece Virgina Woolf está sacado de sus diarios y muchas veces recreado desde el punto de vista de la criada. Son ocho tomos que leí en inglés, la versión original, y me quedaba alucinada viendo las posibilidades que tenía el tema”, señala la escritora antes de advertir que incluso es “la misma Virginia quien muchas veces ponía el acento en lo que me interesaba. Por ejemplo, con el título“.
P. Han pasado 26 años desde la publicación de Una habitación ajena, ¿le ha dado el tiempo otra perspectiva? ¿Ha cambiado algo durante su revisión?
R. Está prácticamente intacto. Es un tema que es un poco cerrado en sí mismo: la relación de Virginia Woolf con su criada y cocinera y la visión de cómo servir a una señora tan singular, con unas ideas avanzadas, puede alterar la vida de una persona.
"Virginia Woolf me descubrió que no solo los hechos son reseñables en un libro, sino también las emociones o los delirios"
P. Una de las cosas que planteaba en Una habitación ajena es, de hecho, los diferentes conceptos de esa habitación propia de la que escribía Woolf a partir de las diferencias de las clases sociales, ¿había algo de hipocresía en el pensamiento de la escritora?
R. Pues claro, obviamente. Para empezar era otra época donde la conciencia de clase no estaba tan denostada como está ahora. Sin embargo, esa consciencia de los intelectuales de estar jugando un doble juego, en el que tienes una asistenta en tu casa que limpia los cristales a la que tú tratas muy amablemente, pero dentro de ti hay un sentimiento de culpa al ver que hay una hipocresía social porque ella está ocupando un lugar y tú otro, eso está muy claro. Eso ha continuado hasta hoy en la historia social burguesa.
P. Además, el personaje de Nelly le sirve para entablar un diálogo con Virginia Woolf y homenajearla pero también subrayar sus contradicciones, ¿cuáles eran las sombras y luces de la escritora?
R. Las luces eran su escritura, claramente. Fue una pionera de un tipo de escritura muy, muy literaria que no estaba unida a la trama de las novelas, que no era una narración decimonónica. Eso está claro. Luego su inteligencia, su belleza física, su aspecto, era como muy espiritual, muy bella. Las sombras, pues bueno, esas contradicciones internas, su dureza muchas veces en el juicio a los demás. Porque cuando se es clarividente en muchas cosas esas cosas abarcan todo, aunque sea duro a veces el juicio, pero evidentemente es una sombra en una personalidad.
Una sinceridad excesiva
P. ¿Cómo era Virginia Woolf a ojos de su Nelly Boxall?
R. Hay una evolución. Desde verla como una especie de diosa maternal, maravillosa, con esa adoración brutal que le tiene, a irse dando cuenta de que está mucho más desapegada de los afectos de lo que podía pensar Nelly. Que es egoísta, maniática en las cosas de la casa, que no le importa abusar un poco del servicio... Ese choque vital, práctico, diario, va un poco haciendo que el mito se vaya rebajando para ella.
"Entre las luces y sombras de Woolf estaban por un lado su escritura, claramente, y por el otro sus contradicciones internas o su dureza en el juicio a los demás"
P. ¿Y para Alicia Giménez Bartlett? ¿Se le cae el mito una vez que la conoce más de cerca?
R. Los diarios me descubrieron muchísimas cosas de su personalidad. Pero claro, aunque yo he hablado de mito, soy poco mitificadora. Creo que los hombres solo son hombres, luego se convierten en artistas, en seres tocados por la divinidad, son capaces de hacer cosas maravillosas, bellísimas, pero no dejan de ser tan imperfectos o más que el común de los mortales. Tiendo a mitificar poco a las personalidades, por lo tanto no se me cayó ningún mito, sino que se corroboró un poco mi idea de que una cosa es el arte y otra las personas.
P. ¿Le sorprendió algo de Virginia Woolf en este proceso de documentación?
R. Me sorprendió lo sincera e inocente que era Virginia consigo misma. Por ejemplo en sus diarios cuenta un episodio de un día que está escribiendo, cuando Nelly entra contenta para decirle que las mujeres tienen derecho al voto, y ella se vuelve y le dice: “Pero tú no estás casada, tú no tienes propiedades, ¿verdad? Pues tú no tienes derecho al voto, por lo tanto, déjame en paz que estoy escribiendo”. Lo cuenta en el diario de la manera más natural. No era consciente de que aquel diario podía tener una repercusión externa, no tenía un mito sobre sí misma, y eso me sorprendió. Que fuera tan sincera con esas partes tan oscura de su personalidad.
P. ¿Y qué importancia tuvo en su escritura?
R. Para mí fue un descubrimiento. Cuando yo empecé a leer cosas un poquito más complicadas, me subyugó, me deprimió profundamente. Recuerdo haber leído La señora Dalloway y decir: “Dios mío, qué amargura, qué dolor, qué sustrato tan duro tiene esto”. Y me descubrió incluso campos para poder escribir que veía que eran aprovechables como material, que no solo los hechos eran lo reseñable en un libro sino también las emociones, las relaciones que te puedan surgir en tu cabeza, los delirios…
P. Con Una habitación ajena ganó el Premio Femenino Lumen, ¿qué importancia tuvo aquel premio en el resto de su carrera literaria?
R. Fue mi primer premio en la vida. Entonces sí que tuvo un significado importante para mí. Era un premio de muy reciente creación, creo que era la segunda edición, y tuvo bastante repercusión mediática. Recuerdo que lo presentamos el escritor catalán Miquel de Palol y yo. Un poco al estilo de Bloomsbury, yo iba disfrazada de hombre y él de mujer. Nos divertimos como locos. Él se daba un aire a Virginia Woolf y yo iba un poco de Lytton Strachey con toda la barba que me tapaba la cara. Resultó un poco subversivo en la época.
De Virginia Woolf a Petra Delicado
P. ¿Se imagina un cameo entre Petra Delicado, Virginia Woolf y Nelly?
R. Petra que es tan impertinente seguro que a Virginia la mandaba al carajo (ríe) y le hacía ver sus contradicciones. Y seguro que con Nelly tampoco tendría mucha paciencia. Diría que finalmente no paraba de incordiar. No sé, ya sabes que Petra es muy suya para estas cosas.
"Las nuevas escritoras de suspense han enriquecido y normalizado las cosas. La novela negra en España ha incorporado muy bien a la mujer y no en los roles de siempre"
P. En su última novela, Sin muertos, moldea una especie de semblanza generacional de los años 60, ¿también ahí hay un poco de autoficción?
R. Sí. El personaje de Petra que cuenta su vida hasta el momento presente, no es mi vida en absoluto. Yo no me he hecho policía, no me he casado tres veces, solo dos. Entonces no hay un seguimiento vital de ambas vidas. Todo lo que pasaba tenía que ser coherente con el carácter que tiene en los libros. Pero, por ejemplo, en la época del colegio de monjas, cuando Petra hace el bachillerato, me di cuenta de que no podía inventar nada, porque la realidad superaba mil veces a la ficción, era mucho más literaria, más surrealista y cogí todos esos recuerdos de mi época en el colegio y me sirvió, sí. O sea que hay cosas propias. Aparte de la expresión del sentimiento. Todos cuando expresamos el amor de otro estamos expresando aunque no queramos nuestro concepto del amor o lo que sentimos cuando nos enamoramos.
P. Desde que escribió la primera novela de Petra Delicado, en 1996, hasta ahora los personajes femeninos han evolucionado mucho en el género policiaco, ¿qué supone esta nueva hornada de escritoras en el panorama de la novela negra?
R. Me parece estupendo. Antes estaba yo sola. Recuerdo que me decían, es que eres la mejor escritora de novela negra de España y yo pensaba: “Claro, porque soy la única”. Y ahora la incorporación sobre todo de escritoras jóvenes me parece estupendo. Da otra variedad, da otra visión. Encima es evidente que a los lectores les gusta porque tienen un montón de seguidores. Eso me parece que ha enriquecido las cosas, las ha normalizada. La novela negra en España ha incorporado muy bien a la mujer y no en los roles de siempre, casi todas mandan, investigan y son muy lanzadas.
P. ¿Cómo vive el cambio generacional?
R. Pues fatal (bromea). Esa es otra cuestión. Me están dando un montón de premios, no me puedo quejar, pero todos son a la trayectoria. Entonces yo me planteo si es que acaso se ha acabado mi trayectoria. Esperemos que no pero es lo normal, ¿no? Hay que dejar espacio. Yo sigo escribiendo, estoy un poco en mi mundo, y es lógico y natural que las generaciones vayan apretando. Pero me parece horrible.
P. Dice que sigue escribiendo, acaba de publicar no hace mucho Sin muertos pero, ¿tiene ya algún proyecto nuevo?
R. Sí, pero no te lo puedo decir porque estoy en un momento de crisis, en el sentido positivo. No sé si escribir una novela negra sin Petra o con Petra. Estoy haciendo pruebas, estoy ahí luchando un poco para no aburrirme porque si empiezas por aburrirte a ti mismo cuando escribes...
El sacrificio de la literatura
P. ¿Escribiría otro libro de algún otro escritor como hizo en su día de Virginia Woolf?
R. No lo sé. Desde el momento en que no lo sé es que no se me ha ocurrido la idea. De algún personaje existente sí. Pero de algún escritor, no.
P. ¿Y de algún personaje?
R. Pues podía ser, ya lo hice, con La Pastora en Donde nadie te encuentre, el premio Nadal del año 2011. Lo haría con más gente de la que se conozca su trayectoria pero que tenga muchos matices psicológicos, a veces controvertidos, eso me gustaría. Me gustaría hacer un libro, por ejemplo, con el personaje de Rita Barberá. Una mujer metida en un ambiente político que no es el mío, pero era una mujer con mucha fuerza, bebedora, mal hablada, mandaba y ascendió en lo suyo. Tenía todos los inconvenientes sociales en su contra. Pero, mira, era una fuerza de la naturaleza. Ese tipo de personajes me tienta mucho.
Si un escritor quiere ser un genio le aconsejo que queme el resto de su vida en el altar de la literatura. Si no, siempre le faltará algo
P. ¿Qué hubiera sido su vida sin la escritura?
R. Mi segunda vocación era extraña, quería ser una empresaria, aunque fuera con un bar pequeñito que diera de comer a la gente. Quería crear algo que se moviera por sí mismo, como es un libro al final. No sé qué hubiera hecho. Probablemente no hubiera sido como ha sido mi vida. La literatura me ha dado muchas cosas. Viajes, traducciones, adaptaciones a la televisión, conocer a gente nueva, seguir conociendo a gente nueva y a gente joven con 69 años… Eso es muy de agradecer. Y yo creo que no hubiera sucedido, me hubiera movido en un círculo mucho más pequeño, mucho más limitado, donde la edad te pesa más de como yo la vivo ahora.
P. ¿Y qué consejo sobre la escritura se daría a sí misma si pudiera volver atrás hasta sus inicios?
R. Pues que si de verdad quiere llegar a ser un genio, queme el resto de su vida en el altar de la literatura. Porque si no, siempre le faltará algo. Si realmente quieres dar todo tu talento, dar todo de sí, llegar lo más lejos posible dentro de tus limitaciones, olvídate de vivir, olvídate de enamorarte, olvídate de tener hijos, olvídate. Céntrate solo en la literatura. Es un consejo que yo no he seguido evidentemente porque es un consejo muy duro. Creo que vivir es tan importante como puede ser la literatura.
P. Sería un coste muy alto…
R. Sí pero si tú te fijas en los grandes genios, ostras, todos se han quemado ahí personalmente. Pero es un coste terrible.