La novela 'Sin muertos' de Alicia Giménez Bartlett
En 'Sin muertos' la escritora deja de lado los homicidios y las investigaciones policiales para narrar la verdadera historia de Petra Delicado
5 octubre, 2020 09:23Ha tenido Alicia Giménez Bartlett (Almansa, Albacete, 1951) una buena intuición al rotular su nuevo libro Sin muertos. Es un título informativo ya que no habla ni de homicidios, ni de delincuentes, ni de investigaciones policiales. A la vez, llama la atención, haciéndoles un guiño, a los muchos lectores que seguimos con placer desde sus inicios las andanzas de su emblemática pareja la inspectora de la Policía Nacional Petra Delicado y el subinspector Fermín Garzón. Poniéndonos pedantuelos diríamos que ha escrito una novela metanovelesca que trata no de la realidad sino de un personaje literario.
Sin muertos es la novela de Petra Delicado, ya queda dicho. En ella se pormenoriza la biografía de la inspectora, de la infancia al presente. Petra pide una semana de permiso laboral, se recluye en un monasterio gallego con hospedería y en la paz algo aburrida del lugar recapitula y escribe su vida. Del convento marcha con un fajo de papeles donde relata todo lo que ha vivido y sentido, y cuyo destino no ha resuelto pero que son la obra que tenemos en la mano (un pequeño atentado a la verosimilitud supone, por cierto, redactar con tan firme arquitectura y coherencia estilística semejante volumen de páginas en tan escaso tiempo).
Petra hace su autobiografía completa. Rememora la infancia de niña aplicada y rebelde que fue expulsada de un colegio de monjas. Describe el entorno familiar, la áspera relación con la madre y el trato con las dos hermanas. Refiere los años universitarios, sus estudios de Letras y Derecho y sus pujos antifranquistas en el final de la dictadura. De estos recuerdos ha ido saliendo el retrato de una chica independiente, rasgo que marca a fuego su personalidad y determinará su porvenir, ligado a vehementes relaciones sentimentales. Esta Ana Karenina de nuestros días pasa por dos matrimonios y anda en un tercero, rompe con las convenciones burguesas, liquida las hipotecas femeninas y da rienda suelta al erotismo. En el medio está la determinación de buscar un sentido a su vida concursando a una plaza de policía y el encuentro con su inseparable subordinado Garzón.
Giménez Bartlett presenta deja de lado homicidios e investigaciones para presentar en esta novela un panorama histórico de nuestro país con mucho de semblanza generacional
Que Giménez Bartlett se embarque en el retrato de Petra Delicado podría parecer un empeño narrativo simple, poco más que curioso. Pero desborda con mucho esa limitada ambición. Da igual que la fuente del personaje dependa de una figura literaria anterior. Lo decisivo es que la autora forja una personalidad atractiva, la cual rellena con un retrato psicológico complejo, repleto de pulsiones contradictorias. La imagen se encuadra en una excelente ambientación con variedad de personajes y con situaciones novelescas imaginativas, hijas de una buena capacidad de observación, tanto de interiores del alma como de exteriores. Las relaciones de Petra con Pepe, su excéntrico y tierno segundo marido —casi una redonda novela corta suelta— son un prodigio de gracia, de creación de un tipo original y de aciertos inventivos en los sucesos y expresivos en los diálogos.
Olvidémonos de la Petra conocida por la ficción y encontraremos un ser pleno, rico en matices anímicos, cuyas incertidumbres y determinaciones tienen valor autónomo y su propio interés y mérito literarios. Pero, a la vez, Sin muertos es más que una historia individual. Esta dimensión privada incluso se solapa bajo un relato de magnitud colectiva. En realidad, Giménez Bartlett presenta un panorama histórico de nuestro país que arranca a finales de los años 60 y tiene no poco de semblanza generacional.
La peculiaridad de la narración consiste en sortear los datos históricos, aunque no falten, y en fijarse en las mudanzas habidas en las mentalidades. La institución familiar, las relaciones de pareja, la nueva sexualidad, las rémoras del romanticismo, las creencias y práctica religiosas, el cambio en los principios morales o los hábitos sociales forman una tupida malla testimonial. Todo ello está filtrado por una glosa explícita y reivindicativa de la situación de las mujeres. Petra Delicado sirve de percha para la recreación de nuestra época desde una perspectiva de género.