Alberto Corazón: "En la pintura y en la escultura se manifiesta mi lado oscuro"
Pregunta: ¿Cómo prefiere ganarse la vida, como artista plástico o como diseñador?
Respuesta: Como diseñador, sin duda. Eso me da un enorme margen de “libertad plástica”.
P: ¿Cómo se relacionan esas dos facetas en su vida?
R: Con mucha armonía. Son las dos caras de una misma moneda. De hecho, hasta la revolución industrial, pintura y gráfica se resolvían en el mismo taller.
P: ¿Dr. Jeckyll y Mr. Hyde?
R: No lo había pensado pero, sí, el diseño es lo racional, lo transparente. En la pintura y escultura es el lado oscuro el que se manifiesta. Pero soy un Hyde amoroso y sensiblero.
P: En los setenta dejó la pintura por el diseño, ¿por qué?
R: Nunca he dejado la pintura. Lo que hice fue concederme un tiempo de reflexión y silencio. Mi evolución personal lo necesitaba.
P: ¿Es verdad que destruyó la mayor parte de las pinturas de entonces?
R: Sí. Porque no me parecían buenas pinturas. Eran ejercicios que me ayudaban a entender mi confusión. Eran buena terapia y mediocre pintura. De todos modos yo siempre rompo mucho. Soy muy autocrítico.
P: Y en los noventa volvió, ¿qué le hizo regresar?
R: El haber encontrado de nuevo, mi propio lenguaje y mi propio tempo, la velocidad lenta que necesitaban mis obras.
P: De todos modos, es más conocido internacionalmente como diseñador, ¿le molesta?
R: No estoy seguro de que sea así. Expongo con regularidad y éxito, por qué no decirlo, en Alemania y en Estados Unidos.
P: Hay obra suya en el Pompidou de París o en el ICA de Londres pero no en el Reina Sofía, ¿incomprensión o pasotismo?
R: Pues no lo sé. Pero como todos los directores del Reina hasta ahora eran amigos, siempre me dio mucho apuro preguntar.
P: Hablando de museos: ¿Y Barceló en el Prado?
R: Supongo que es un globo sonda. El lugar de Barceló es el Reina, que debería tener mejores barcelós y donde se le debería hacer una grandísima exposición.
P: Fue comisario de la exposición 100 años de diseño gráfico en España en el Reina Sofía, ¿con qué se queda de estos 100 años?
R: Con los años de la República. Ahí fue donde emergió la identidad del diseño como servicio público. Y como una importante contribución a la modernidad.
P: ¿Qué le falta y que le sobra al diseño español?
R: Le sobra estética y le falta inteligencia.
P: ¿Critica la pintura que no se relaciona con la realidad?
R: La pintura siempre tiene relación con la realidad. Puede ser para afirmarla, para criticarla e incluso para ignorarla. Pero no con la realidad política. En la realidad política el pintor es un ciudadano más.
P: ¿En el arte de hoy hay suficiente compromiso?
R: El único compromiso del arte debe ser consigo mismo, con lo que representa la creación plástica. Y en este sentido el compromiso del artista con su trabajo atraviesa por un período muy frágil. Hay demasiado ruido.
P: ¿Cuál es para usted la cultura del siglo?
R: Siempre he tenido una comprensión antropológica de la cultura. Y en ese sentido la cultura se conforma con las respuestas que damos a nuestra relación con el entorno, con los otros y con nosotros mismos. No son estanques, es un río que fluye.
P: ¿Sigue vigente su discurso sobre iconicidad?
R: Me parece que sí. Funcionamos a través de analogías y las analogías se revuelven siempre con imágenes. Todo lo que pensamos y expresamos, incluso lo que soñamos lo hacemos en imágenes.
P: También en Tàpies la simbología es esencial. La silla, la escalera, el cuchillo, ¿demasiadas referencias?
R: Qué curioso, nadie me lo había dicho hasta ahora. Tienes razón, pero nunca sería demasiado. Tàpies es un grandísimo creador.
P: ¿De verdad cree que somos lo que miramos?
R: Somos demasiado complejos para entendernos en una sola perspectiva, pero desde luego somos bastante lo que miramos.
P: ¿Es más inconformista que ambicioso?
R: Qué gusto que me digas esto. Ando escaso de ambición y sobradísimo de inconformismo. Y desearía no rebajar el listón nunca.
P: Creo que ya no viaja con cámara de fotos sino con cuadernos y lápices. ¿El dibujo es más real?
R: Puede parecer paradójico pero es así. Mi dibujo es puro garabato, nada realista, pero recuerdo mucho mejor tiempos, escenas y paisajes a través de esos garabatos que viendo fotografías.
P: Pero el bodegón nada tiene que ver con esto.
R: El bodegón es para mí la pequeña cala en la que atracas el barco después de estar todo el día en mar abierto. Es “pintura de género”: un espacio para la conversación y el ensayo de nuevas ideas.
P: Después del 11 M, ¿cuál es el símbolo de la tragedia?
R: Construimos símbolos porque somos humanos. No puede haber ningún símbolo para los comportamientos inhumanos.