Juan Ugalde
"El gluby lubeogle", 1999
Desde que a principios de los años noventa Juan Ugalde (Bilbao, 1958) diera entrada al collage en la pintura, su obra ha ido ganando en un proceso de simplificación hasta dar salida aquí en sus últimos trabajos a cuantos elementos la distraían. De este modo, ha ido allanando un recorrido en el que tanto las imágenes como los espacios que les dan cabida son puestos de relieve con mayor rotundidad. Partiendo de la fotografía como imagen matriz, una serie de lienzos de grandes y medianos formatos, así como pequeñas cartulinas, dan cuenta del peregrinaje del artista por la realidad más inmediata. A modo de cuaderno de viaje, la fotografía le sirve de apunte. Juan Ugalde echa mano de la cámara fotográfica sin otra intención que la de hacer acopio de aquellas imágenes que despiertan su interés por cualquier razón. Sin orden ni concierto, dispara a cuanto le rodea, y acierta, ayudado de la pintura, en revelarlo como algo inquietante.En los lienzos, Juan Ugalde amplía sus vistas panorámicas, poniendo el objetivo en la propia acción pictórica. En ellos, se recrean paisajes en los que todo es posible. Como lugar de encuentros fortuitos, allí da vía libre a la pintura para que campe a sus anchas, solapando las fotografías tomadas y envolviendo las encontradas. Reciclando cuantas imágenes tiene a su alcance, da igual cuál sea su condición y figura, acaba haciéndolas cómplices del gesto pictórico que las manosea. Sin un aparente hilo argumental, en cada lienzo va estructurando un complejo hábitat en el que conviven paisajes urbanos y cementerios de coches, panoramas turísticos y chabolas desvencijadas. Y sin embargo, cada lienzo encierra una historia que, por arte de magia, tan pronto se agiganta como empequeñece, dejando ver, no sin ironías, el caótico orden que extracta una realidad transfigurada, tan cáustica como azucarada, según se mire.