Dicen que el deporte es una de esas partes de la vida que enseña a los demás a ser mejores personas por los valores que transmite. Que muchas de sus disciplinas ayudan a sobrellevar en ocasiones problemas personales o las desilusiones que guarda la vida en cada esquina. En definitiva, que es morada de historias increíbles que en muchas ocasiones se convierten en lecciones, motores y ejemplos para seguir hacia delante.
Todas estas sensaciones y alguna más son las que transmite la hazaña que Daniel Gavilán transmite cada día. El judoka español acaba de completar lo que para él ha sido un hito, un sueño, un objetivo que ha perseguido durante muchos años. Bakú, epicentro de su epopeya, le ha visto coronarse como medallista mundial en el deporte que ahora es su vida.
Sin embargo, este deportista madrileño está acostumbrado a ganar batallas constantes por los avatares y complicaciones que le ha ido poniendo la vida. Durante su adolescencia quedó ciego fruto de una enfermedad y ahora vende cupones de la ONCE en el conocido barrio madrileño de Vallecas. Sin embargo, muchas personas que acuden hasta su humilde kiosko no saben que están ante un auténtico deportista de élite con un palmarés admirable y que ha llegado a participar incluso en unos Juegos Paralímpicos.
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Ese héroe que compite contra los mejores judokas ciegos del mundo con la misma naturalidad con la que intenta repartir suerte entre sus vecinos acaba de ganar la medalla de bronce en el Mundial de judo para personas con discapacidades visuales que se ha celebrado en Azerbaiyán cerrando así un círculo mágico.
Medalla a la perseverancia
Del 8 al 10 de noviembre, el Heydar Aliyev and Concert Complex de Bakú, en Azerbaiyán, ha sido la sede del Mundial de judo para ciegos del año 2022. Una competición muy esperada para Daniel, quien llevaba durante muchos años persiguiendo el que hasta ahora era el gran reto de su carrera profesional.
250 deportistas de 41 países diferentes se dieron cita en las diversas categorías que recogía este importante campeonato. Junto a Daniel también compitieron otros tres atletas nacionales. Marta Arce y Sergio Ibáñez, que terminaron quintos, y María Manzanero, séptima.
El madrileño ha realizado un concurso soberbio que comenzó con su victoria sobre el indio Deepak Kumar y continuó con su triunfo frente al coreano Min Jae Lee. Con estas dos conquistas, Daniel se metía de lleno en la lucha por las medallas. Sin embargo, en semifinales, cayó derrotado frente al ucraniano Davyd Khorava.
Esa derrota no le impidió sacar de nuevo su mejor versión para llevarse la batalla por la medalla de bronce frente al uzbeko Sherzov Namozov. Un combate que estuvo repleto de tensión, emoción y polémica ya que los jueces decidieron anular un ippon al contrincante de Gavilán. Él intentó abstraerse de todo lo que sucedía en el pabellón azarí para no perder la concentración. Finalmente, Namozov fue víctima de una sanción en los últimos segundos de la técnica de oro que terminó dando la victoria al judoka español.
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La medalla conseguida por Gavilán, junto con los buenos puestos de Marta, Sergio y María, sirven para mejorar el resultado cosechado en el Mundial del año 2018 cuando la delegación española no se trajo ninguna presea para casa. Además, la buena participación de la armada nacional también ha permitido sumar una importante cantidad de puntos para el ranking clasificatorio de los Juegos Paralímpicos de París, el cual comenzó el 1 de septiembre de 2022 y que estará abierto hasta el 24 de junio de 2024.
Un ejemplo de vida
Daniel Gavilán es una estrella del deporte, pero también es un lucero de esos que brilla con luz propia en el firmamento de la vida, alumbrando e iluminando el camino de todos los que le rodean. Si alguno cae, ahí está él para levantarles. Ya sea desde su kiosko de la ONCE o desde los campeonatos de judo más importantes del mundo.
A sus 32 años, este profesional de la Organización Nacional de Ciegos Españoles atiende a todas y cada unas de las personas que se acercan a su caseta con la misma naturalidad con la que se prepara para sus grandes retos deportivos. Habitual de la categoría J2 - 60 kilos, en su vitrina ya quedan pocos huecos para más trofeos y medallas.
Daniel es el mayor de una saga de hermanos que guardan una gran pasión por el judo. De hecho, otro integrante de la familia como Álvaro también practica este deporte siguiendo los pasos de quien para él es una absoluta referencia tanto dentro como fuera del tatami. Este judoka madrileño compagina su puesto como vendedor de cupones con su vida dentro del Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Allí acude unas cinco veces por semana para someterse a intensos programas de entrenamiento.
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Gavilán va al CAR casi cada día desde los últimos cinco años para entrenarse contra profesionales que no tienen ninguna discapacidad. Siempre lo ha hecho así y a pesar de su problema no iba a cambiar su forma de ejercitarse, esa con la que empezó cuando tenía solo 6 años en el Gimnasio Budokan de Vallecas.
Modeló su técnica bajo la atenta mirada de una leyenda como Sacramento Moyano y pasó entre las paredes del recinto vallecano un total de 23 años acudiendo a su imperdible cita junto a su hermano Álvaro. Ahora, quien se ha quedado con la plaza de ambos es Arturo, el menor de todos, aunque él se decantó por el kárate.
Trabajador incansable, a Dani no le hace falta ver como los demás para tener todo bajo control. El tatami, gracias a su talento y a su capacidad, le ofrece algo que la vida le quitó a causa de una enfermedad: la posibilidad de igualarse en condiciones al resto. Con el tiempo ha aprendido que no necesita tener los 'ojos abiertos' para ver más allá de lo que pueden ver los demás.
Daniel siempre ha sido un enamorado de las artes marciales. Empezó dando patadas a todo lo que se movía para cultivar su amor por el taekwondo, disciplina que poco después compaginaría con el judo. Sin embargo, cuando empezaron sus problemas de visión, a los 17 años, decidió apostar por un deporte de agarres y contactos más cercanos. Sus manos se convertirían en su nueva forma de ver el mundo y el deporte.
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En aquel momento, Daniel tenía miopía. Cuando empeoró, lo achacó a eso. Sin embargo, tardó varios años en saber que lo que realmente tenía era la enfermedad de Stargardt. Se trata de un problema que anula la visión central del ojo y que provoca la aparición de una mancha en el campo visual así como la reducción total de la agudeza de este sentido tan particular. Para colmo, le afectan enormemente los contrastes, tanto los entornos oscuros como los muy luminosos.
Además de luchar contra su enfermedad y por su deporte, Daniel también consiguió avanzar en los estudios hasta convertirse en técnico auxiliar de farmacia y parafarmacia. En su día a día no usa bastón ni tampoco perro guía, ya que considera que de momento puede hacer una vida normal a pesar de su gran hándicap.
No se pasó al judo adaptado hasta que tuvo 23 años. Ahora, todos sus combates arrancan con el agarre entre ambos rivales ya realizado, la diferencia más grande con el judo convencional. Durante su trayectoria ha ido acumulando importantes éxitos. Suma cuatro medallas de bronce en Campeonatos de Europa, una plata y dos bronces en Copas del Mundo, diversas medallas en Grandes Premios y su participación en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro del año 2016. Allí finalizó noveno.
A Tokio no pudo acudir tras quedarse a las puertas de la clasificación. Sin embargo, aquella desilusión le hizo apostar más fuerte por intentar llegar a París. El reto será difícil, pero está en su mejor momento. Así es como ha conseguido superar su mejor puesto en un Campeonato del Mundo, 5º hasta el bronce de Bakú, y así es como espera poner rumbo a Francia en 2024.