Era una modalidad en la que ningún español había tenido éxito antes, se dedicaba al ciclismo y no tenía ni piscina en su pueblo, pero Iván Raña (Ordes, La Coruña, 1979) consiguió abrir la senda del triatlón a todo el país. El loco que casi inventó este deporte en España una madrugada del 2000, cuando se colgó el diploma en los Juegos Olímpicos de Sídney, se aparta de la élite, pero no de la pasión irracional que ha guiado sus pasos desde que se inició desde la más absoluta precariedad.

Este gallego ha sido el culpable de que en la actualidad esta modalidad esté tan extendida que es raro la semana en la que no hay una prueba en la península y en las islas españolas. Debutó como triatleta internacional en el Mundial Junior de Cleveland 1996 con 17 años y, desde entonces, no ha parado de recorrer kilómetros con su cuerpo ya fuera con sus zapatillas, a nado o encima de la bicicleta. 25 años después dice adiós al deporte profesional.

Raña abrió a través de sus éxitos este deporte a una generación próspera que ha convertido a España en una auténtica referencia. En una entrevista en el portal TriatletasEnRed, anunció que daba un paso al lado para disfrutar del deporte y de otras modalidades deportivas sin la presión del profesionalismo. Para el recuerdo queda su extenso currículum con un diploma olímpico, un Mundial de Triatlón, campeonatos de Europa, campeonatos nacionales o el el privilegio de ser campeón en la modalidad de Ironman. Pero su legado ha dejado algo más importante para el país.

Que Gómez Noya, Mario Mola y Fernando Alarza hayan tenido éxito en esta última década tiene en Raña una gran culpa. El natural de Ordes se marcha para siempre con la etiqueta de 'padre' del triatlón en España. "Hoy se retira del triatlón profesional el señor Iván Raña. Ha sido una inspiración para muchas generaciones de triatletas tanto en España como en el resto del mundo, entre los que me incluyo. ¡Gracias Iván por los buenos tiempos, las batallas y por abrir el camino! Felicidades por una carrera impresionante", comentaba Javier en las redes sociales.

Trayectoria dorada

Campeón del mundo en 2004 y dos veces de Europa, su carrera no fue tan prolífica como la de sus pupilos, pero sí que fue lo suficientemente relevante como para marcar a todo un país. Su gran momento fue el Mundial del 2002 en Cancún. Allí se consagró ante el mundo, siendo el primer español en lograr una hazaña así. Protagonizó entonces duelos épicos con Bevan Docherty y Peter Robertson. Alguno de ellos salió cruz. 

Y es que tuvo una relación complicada con los Juegos Olímpicos, ya que nunca se hizo con la medalla que habría encumbrado su carrera. Raña fue el icono del triatlón nacional en los primeros de Sidney, donde finalizó quinto. Su presencia marcó un antes y un después. El calor de Atenas y el peso del cartel de favorito hicieron que Iván cayera víctima del sobreentrenamiento al que le había llevado su hambre por triunfar en unos Juegos. Allí hizo vigésimotercero. En su tercera cita, Pekín, mejoró y también fue quinto.

Pinitos

En 2009 se planteó dejar el triatlón para centrarse en el ciclismo, de hecho llegó a fichar por el Xacobeo Galicia con Álvaro Pino como director. Los más cercanos a Raña sabían que el triatleta estaba loco por entrar en el ciclismo, aunque lo combinaría con su preparación para estar en Londres 2012. A final de temporada, lo dejaba. "El ciclismo me apasionaba, pero lo he pasado muy mal sobre la bicicleta", explicaba en una entrevista en el diario AS.

Iván Raña, durante un Ironman EFE

También fue referencia en acuatlón, donde fue campeón del mundo en 2001. Su carácter de alma libre le llevó a probar también los rallies. Ganó en Édmonton como previa a su gran éxito de 2002 en Cancún. Era, y es, un amante 'extremo' del entrenamiento. A Raña siempre le gustó innovar. Desayunaba pan, probó a correr descalzo... Fueron varias las locuras que intentó durante su carrera, como cuando corrió en la Copa del Mundo de Madrid 2016 de esta última forma.

Cuando la exigencia física le apartó de la carrera por los Juegos Olímpicos de 2012, se centró en la distancia del Ironman donde consiguió varios triunfos. Problemas físicos le alejaron de Londres, justo antes de abandonar la distancia olímpica y abrazar el ironman, la salvaje prueba de 3,8 kilómetros a nado, 180 sobre la bici y 42 a pie. Cosechó varios éxitos, como los triunfos en Cozumel y Klagenfurt.

Su propósito de vida es seguir ligado al deporte, pero ya no a lo profesional porque "los resultados ya no son lo más importante", tal y como confesó en la entrevista con el portal Triatletas en Red donde desveló su retirada. Ahora quiere hacer carreras de montaña, 'mountain bike' y otras disciplinas que el entrenamiento no le permitía. Quiere seguir innovando, como ha hecho durante toda su vida. Esas excentricidades llevaron al país a descubrir el triatlón antes de que España se acostumbrase a ganar.

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