De superar adversidades, encajar los golpes de la vida y superarse una y otra vez sabe mucho Susana Rodríguez Gacio, que hará historia en los Juegos Paralímpicos de Tokio (Japón) al competir en triatlón y atletismo con el objetivo de seguir sumando éxitos a una trayectoria deportiva que ya ha trascendido al ámbito social.
El pasado mes de julio, la revista estadounidense Time, una de las más prestigiosas e influyentes del mundo, colocó en portada a Susana Rodríguez (Vigo, 1988), la triatleta española que, durante la primera fase de la pandemia global de coronavirus no dudó en ponerse en primera línea para ayudar en su condición de médica en un hospital de Santiago de Compostela.
"Tengo claro que por lo más mínimo que pueda aportar en mi trabajo a que esta situación mejore no me iría a Tokio. Ninguna décima de segundo en los Juegos puede valer tanto como aportar algo contra el coronavirus", dijo en marzo de 2020 la deportista gallega, que sufre agudeza visual de un 5% en un ojo y de un 7% en el otro a consecuencia del albinismo.
Un año y medio después, la situación de Susana Rodríguez es bien distinta. Afronta sus segundos Juegos Paralímpicos y lo hace "con la misma o más ilusión" que en Río de Janeiro.
"Cuando haces deporte sabes que unos Juegos es lo máximo que puedes encontrarte. Llego muy bien, ahora mismo estoy en mejor forma que nunca y creo que los deberes están hechos", comenta la deportista gallega, que hará doblete, en triatlón y en los 1.500 metros de atletismo, de la clase T11.
"Mis mayores opciones son el triatlón pero quién sabe si puedo hacer algo importante en atletismo. El objetivo es mejorar mi marca, que es récord de España. Por eso quiero correr la carrera, llegar a la final y luego ya se verá. Las finales son para soñar y estos Juegos son diferentes porque los hemos preparado mucho pero no hemos podido competir contra rivales", destaca.
"Creo que la carrera de los Juegos se va a ganar por encima de 4.45", opina Susana, entrenada por Luis Piña, su entrenador desde 2013 y la persona que, a nivel deportivo, mejor la conoce.
En los Juegos, correrá en triatlón con Sara Loehr de guía. Parten como favoritas tras ocupar en los últimos años el primer puesto del ránking mundial. Además, se proclamó campeona de las dos últimas ediciones de las Series Mundiales que se han celebrado, las de 2018 y 2019.
Para el atletismo cambiará de acompañante. Lo hará junto con Celso Comesaña, con quien logró una cuarta plaza durante el Mundial de Dubái 2019.
Preparar ese doble reto es lo que ha centrado todas sus fuerzas los últimos años. La ofrecieron un contrato el pasado año de su especialidad en Medicina Física y Rehabilitación pero lo rechazó para cumplir el sueño de Tokio.
"He podido descansar, entrenar y prepararme bien para competir aquí", sostiene Susana, a la que todos los reconocimientos y la popularidad en masa que está teniendo en los últimos tiempos no la descentra.
"Siempre he sido una persona muy constante, disciplinada y he conseguido las cosas por puro trabajo, no por más. No tengo una fisiología para el deporte de ser una maquina, sino que todo es a base de trabajo", comenta.
"Para mí, no deja de ser raro que de repente se interesen por algo que es mi día a día. Con lo de la revista Time me ha llamado gente y no deja de resultarme extraño, aunque lo llevo bien. Todo lo que mi historia pueda darse a conocer, si alguien lo lee y piensa que lo puede hacer igual, es bonito. Con que una sola persona con discapacidad se vea reflejada y quiera ser capaz de hacer algo que parece difícil me parece suficiente", declara.
Susana Rodríguez, junto a otras deportistas como la veterana nadadora Teresa Perales, forma parte de un movimiento paralímpico de mujeres que está trascendiendo el deporte para calar con su mensaje de superación e igualdad en la sociedad.
"Que la sociedad tenga en nosotros buenos modelos de ejemplo y de buena conducta es importante. Aun así, no me puedo comparar con ella porque tiene una trayectoria que yo no voy a tener nunca. Si estoy ahí en el punto de mira ha sido por la pandemia, que me ha colocado en primera línea, pero como al resto de compañeros médicos que han aportado su granito de arena a esta situación", comenta.
"Hasta llegar a este punto de conocimiento del deporte paralímpico han tenido que pasar muchas generaciones y ha habido mucha gente detrás", subraya Susana, que reconoce que muchos deportistas de la actualidad tienen "unas condiciones que hacen posible poder vivir del deporte".
"Eso hace que también puedas meterte en otras actividades paralelas y marcas importantes se empiecen a interesar por estas historias", asegura Susana, que apunta que la decisión de las marcas de patrocinar a los deportistas paralímpicas son "puertas que se abren para otros también".
El escaparate que dan los Juegos no lo da ninguna otra competición a nivel internacional. 365 Días después, la llama del movimiento paralímpico iluminará el cielo de Tokio y ese momento espera disfrutarlo Susana Rodríguez.
"Podemos ser médicos, deportistas o lo que sea, pero ante todo somos personas y tenemos sentimientos y emociones. El año pasado no quería que hubiera Juegos porque no sentía que debiera de haber. No hubiera sido justo", comenta.
"Sé que hay compañeros que vivieron esa decisión con mucha preocupación al no poder entrenar o competir, pero yo viví en primera línea todo esto y me hizo ver después que el deporte es una parte de la reconstrucción de todo. El deporte y la salud forman parte de la vida de humanidad", señala.
Del resultado en Tokio dependerá gran parte el futuro deportivo de Susana Rodríguez. "La realidad es esa. Para mantener mi estructura deportiva y de apoyos que tengo necesito un buen resultado".
"No descarto ir a París pero no sé lo que va a pasar. Eso también es lo bonito y lo duro del deporte. Me gustaría seguir tres años más aunque sé que el deporte, en algún momento, se acabará. Tengo plan B con la medicina pero de momento sigo disfrutando de lo que hago", confiesa.
Hasta llegar a Tokio el camino de Susana ha sido largo. En 2008 logró la mínima para Pekín en atletismo pero solo había seis plazas y siete candidatos. Se quedó fuera y la desilusión le hizo dejar el deporte un tiempo. Después descubrió el triatlón y su talento, el esfuerzo y la fuerza de superación la llevó a ir derribando puertas. El sueño de los Juegos lo cumplió en Río de Janeiro y ahora en Tokio lo disfrutará por partida doble. El próximo objetivo, escuchar el himno de España con una medalla colgada al cuello.
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