Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 dejan muchas lecturas. Desde el cambio de ciclo en natación o atletismo al inesperado éxito de Italia. Aunque si hay un tema del que se ha hablado durante días en todo el planeta, ese es el de los problemas que ha sufrido Simone Biles, que la dejaron fuera del all-around y de tres finales por aparatos. Por encima de todo, una llamada de auxilio: "Debo proteger mi salud mental".
"Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza. Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar. Tenemos que proteger nuestra mente y nuestro cuerpo y no limitarnos a hacer lo que el mundo quiere que hagamos", explicó Biles. Un discurso que llega después de una vida dura, con una infancia marcada por los problemas familiares y por los abusos que sufrió ya como gimnasta.
La gimnasia ha sido históricamente un deporte en el que la exigencia era llevado a límites más allá de lo que el cuerpo de las atletas daba. Pero si en algo ha habido una evolución es que gracias a Simone Biles y a la desaparición de figuras como la de los Károlyi, los conocidos como los monstruos de la gimnasia, no todo vale para llegar a lo más alto.
El matrimonio Károlyi se convirtió en el más afamado dentro de la gimnasia artística después de descubrir a Nadia Comaneci, quien en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 consiguió la puntuación perfecta. Así pasó a ser la gimnasta 10, pero detrás hubo un trasfondo de un entrenamiento que rozaba cualquier límite. Después de el éxito, Martha y Béla Károlyi desertaron a EEUU por el comunismo de Rumanía.
En Estados Unidos se asentaron en un rancho de Texas. El rancho del infierno. 810 hectáreas dividido en cabañas, dos gimnasios y también animales de todo tipo, entre ellos pavos reales y llamas. Un paraje idílico por fuera y un calvario para los deportistas en su interior. Béla se convirtió en el seleccionador de EEUU y su mujer le acompañó en este viaje junto a Larry Nassar como médico del combinado nacional.
En el rancho, o te sometías a las férreas normas de los Károlyi o estabas fuera. Jornadas de entrenamiento interminables y métodos fuera de lo que debería haberse considerado como legal. Así lo llegó a definir Mattie Larson: "Hay una sensación espeluznante tan pronto como pisas el rancho. Está completamente alejado de toda civilización".
Simone Biles tiene el nombre, el legado y ha tenido el poder y la valentía de decir 'no'. No a seguir hacia delante poniendo en riesgo su persona. Pero esto no siempre fue así. Una leyenda como Dominique Moceanu ha explicado que el miedo era una constante en la gimnasia del pasado, que se sentía "aterrorizada" por lo que podrían decirle los Károlyi si ella no podía más y esto le llevó a colapsar.
"La decisión de Simone me hizo pensar en ese momento y en cómo no hubo compasión, cuidado y ninguna voz. No se me permitió decir que tenía dolor hasta que colapsé", ha asegurado en un duro testimonio para la BBC. "Nunca pude decir nada. Para ser honesta, ni siquiera me importaba mi bienestar, porque nunca le importaba a nadie", ha continuado Moceanu.
Las gimnastas de aquella generación llegaban a pensar que solo si se lesionaban podrían llegar a tener el necesario respiro: "Solía pensar que tal vez debería lastimarme para poder descansar". La ley del miedo impuesta por los Károlyi llegó a aterrorizar a las atletas: "Estaba aterrorizada por lo que Marta Károlyi me iba a hacer después. Estaba aterrorizada de que me llamara fracasada".
Larry Nassar
Aunque Simone Biles ahora ha podido dar un paso adelante, no siempre fue así. Durante años sufrió los abusos de los que debían haberla protegido. Todo se destapó con las denuncias contra Larry Nassar, el exmédico de la selección de Estados Unidos de gimnasia. Él se ganó la confianza de las deportistas con chuches, pero también les escuchaba y les servía de terapia a las atletas ante los abusos del matrimonio Károlyi.
Detrás de aquella máscara de aliado, de confidente, incluso de amigo, se escondía la de un auténtico depredador. "Era casi como ir a la cárcel, así me sentía. Un día, en el gimnasio, ella me agarró los glúteos y me dijo que tenía que disminuirlos", reveló Jeanette Antolin en The Dallas Morning. Las denuncias se fueron multiplicando y también Simone Biles reconoció que era una de las víctimas: "Yo también soy una de las muchas supervivientes de las que abusó Larry Nassar. Este comportamiento es completamente inaceptable, repugnante y abusivo".
La Federación de Estados Unidos hizo limpieza echando a los Károlyi y clausurando el rancho de Texas. Todo ello incluso antes de la sentencia contra Larry Nassar por sus abusos. Por su parte, los Károlyi quisieron limpiar su imagen afirmando que no sabían nada de lo que hacía el médico a las que fueran sus pupilas: "Me siento extremadamente mal. No me siento responsable, pero me siento extremadamente dolida de que estas cosas pasasen. Sucedieron en todas partes, pero también aquí".
Además, Marta Károlyi aseguró que no creía que tanto ella como su marido hubiesen humillado o abusado verbalmente de las gimnastas. "Verbalmente, no fuimos abusivos. Emocionalmente, depende de la persona. Tienes que ser una persona fuerte para poder manejar la presión. Tal vez dices un poco de sobrepeso, pero para ser una buena gimnasta, necesitas tener la proporción correcta entre fuerza y peso", dijo en NBC News Dateline en 2008.
Geddert y Haney
La expulsión de los Károlyi no acabó con el infierno de las gimnastas estadounidenses. Ligado al nombre de Larry Nassar, acusado del abuso de más de 200 atletas, John Geddert comenzó a ser investigado en EEUU. Geddert se convirtió en el entrenador del equipo femenino de gimnasia del país norteamericano para los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Después de hacerse cargo del equipo nacional y luego de una intensa investigación, USA Gymnastics suspendió al preparador en 2018.
Tras su suspensión, John Geddert anunció su retirada, pero su nombre ya estaba manchado. En el juicio a Larry Nassar, su figura fue señalada por las deportistas como el autor de abusos físicos y verbales hacia ellas. Acusaciones de agresiones sexuales de veinte atletas entre los años 2008 y 2018 iban a llevar al entrenador ante el tribunal, pero antes de enfrentarse a los 24 cargos que se le imputaban, acabó con su vida a la edad de 63 años.
Entre sus delitos, la Fiscalía imputó a Geddert dos cargos de agresión sexual en primer grado a una menor de edad y se especulaba con la pena de la cadena perpetua para él. "Al parecer sometía a sus atletas a trabajos o servicios forzados en condiciones extremas que contribuían a que sufrieran lesiones y daños", argumentó la Fiscalía. "Geddert desatendió por entonces esas lesiones que le fueron reportadas por las víctimas y utilizó la coacción, la intimidación, las amenazas y la fuerza física para conseguir que actuaran al nivel que él esperaba", agregó.
La madre de una de las víctimas explicó así como entre Geddert y Lassar sometieron a las gimnastas. "John Geddert se comportaba tan brutalmente como se dice, y Larry era tan amable, una combinación que resultó ser muy tóxica y letal", dijo Amy Preston ante el tribunal. De los Károlyi a Larry Nassar, pasando por John Geddert y también por Maggie Haney.
Fue el pasado año 2020 cuando se destapó un nuevo caso de abusos y maltratos a gimnastas en Estados Unidos. Esta vez llevados a cabo por la que fuera entrenadora Maggie Haney, quien fue suspendida durante ocho años. USA Gymnastics hizo público que "la Sra. Haney violó el Código de Conducta Ética de Gimnasia de EEUU". Se supo después de esto que la preparadora obligaba a las gimnastas a entrenar aunque estuviesen lesionadas.
La propia Haney dio su versión de los hechos en una entrevista para The New York Times: "Creo que mis errores fueron que me importaba demasiado y quería que fueran demasiado perfectos todos los días, cuando tal vez eso no sea posible. Quizás lo que solía estar bien ya no está bien, y quizás no debería estarlo. Creo que tal vez la cultura haya cambiado". "He dedicado toda mi vida a esto. Estar fuera del gimnasio ha sido muy difícil. Siento que me lo quitaron injustamente", añadió.
Caso español
Los abusos en la gimnasia, lamentablemente, no han sido solo algo relacionado con el deporte estadounidense. Más allá del gigante norteamericano, en varios países se han denunciado casos similares. España, por desgracia, también es uno de ellos. Fue Gloria Viseras la que denunció al exseleccionador nacional Jesús Carballo en el año 2013. El País destapó los presuntos abusos sexuales que sufrió Viseras desde los 12 a los 15 años en entrenamientos, hoteles y en el coche del denunciado ante la policía.
En 2017, los tres denunciantes fueron condenadas por la Audiencia Provincial a pagar una indemnización a Jesús Carballo. Sin embargo, un año más tarde el Tribunal Supremo dio la razón a los tres denunciantes. En este caso español, lo llamativo es que la víctima ha sido señalada por lo que sufrió. "Es como volver a vivirlo todo otra vez, como ser violada de nuevo. Te acusan, te acosan... todo para que te calles otra vez", ha llegado a decir Gloria Viseras.
Irene Martínez y el entrenador Toni Llorens fueron los otros dos denunciantes que confirmaron que lo sufrido por Gloria Viseras era verídico. Llorens aseguró en Informe Robinson en 2013 que vio uno de los abusos: "Ella estaba estirada bocarriba y él al lado. Con una mano iba acariciando sus pechos y acompañándolo de caricias y besos. Esa es la escena que yo presencié".
En ese mismo programa, Gloria Viseras relató que "empezó con roces, con llevarte a casa en el coche, masajes... Me hacía esperarle en la sala de calentamiento sola, encerrada con llave". "Nos concentraron a las dos solas y dormíamos en la misma habitación. Una noche me desperté y estaba abusando de ella", reveló Irene Martínez en Informe Robinson.
Caso australiano
Saltamos de continente y de década para aterrizar en el año 2021 en Australia. Fue el pasado mes de mayo cuando la Comisión Australiana de Derechos Humanos desveló que los gimnastas de este país han venido sufriendo abusos de distinta índole, desde físicos a sexuales, pasando por verbales y emocionales, desde los años 80 a la actualidad.
Gymnastics Australia encargó un informe independiente a la Comisión anteriormente nombrada. Este se basó en 57 entrevistas entre los propios atletas, sus familiares, entrenadores... Los relatos de estas personas incluyeron testimonios de "conductas sexuales inapropiadas y abusos que ocurrieron durante los entrenamientos, en lugares públicos y a escondidas, en vestuarios y baños, recibiendo tratamiento físico y durante los trayectos hacia y desde las sesiones de entrenamiento".
"Un terapeuta masajista abusó de mí cuando me estaba tratando por una lesión. El abuso ocurrió durante un tiempo cuando yo tenía 8 o 9 años. Abuso, sexo y denuncia eran conceptos totalmente ajenos a mí en aquella época. Este hombre abusó de diversas maneras de mí, a menudo con mi madre en la habitación. Yo lloraba en silencio en la camilla y las lágrimas caían por mi rostro. Recuerdo que sentía un dolor increíble, pero no quería quejarme", reveló una de las víctimas.
La federación australiana encargó esta investigación después de conocerse lo sucedido en Estados Unidos. Desde la Comisión de Derechos Humanos del país oceánico, la comisionada de discriminación sexual, Kate Jenkins, ha señalado que es la hora de liderar el cambio: "Esta es una oportunidad para que la gimnasia en Australia lidere el camino en lo que se refiere a la seguridad de los menores y la igualdad de género". Además de llegar las disculpas desde Gymnastics Australia: "Disculpas sin reservas a todos los atletas y miembros de sus familias que hayan experimentado cualquier forma de abuso al participar en este deporte".
Caso británico
En Reino Unido también el escándalo ha llegado al mundo del deporte por este tema y, en especial, a la gimnasia. El tabloide The Guardian publicó que UK Sport se encontraba investigando acusaciones "perturbadoras e impactantes". La exgimnasta Lisa Mason afirmó que le habían obligado a entrenarse en la barra hasta que sus manos sangraron. Por aquel entonces, ella tan solo tenía 10 años.
Y no solo ella, una de sus compañeras afirmó haber sido encerrada en un armario, mientras que otra aseguró que le golpearon con un palo mientras se encontraba haciendo el pino. Todo ello antes de que se celebrasen los Juegos Olímpicos de Tokio y por este motivo, Mason apuntó que muchas de las gimnastas no "tiraban de la manta" para no "enfadar a los que tienen que tomar las decisiones".
Aunque este es un problema que viene de lejos. Ya desde el pasado siglo se especulaba con esto en Reino Unido, pero fue después de los Juegos Olímpicos de Río 2016 cuando algunas de las gimnastas se atrevieron a denunciar hechos como estos mencionados. Desde UK Sport han asegurado que "no hay lugar en el deporte para actos de bullying o abuso y cualquier responsable de esas conductas debe rendir cuentas".
Caso griego
Antes de Tokio 2020, también en Grecia salió a la luz un nuevo escándalo. Hasta 22 exgimnastas griegos pidieron a Kyriakos Mitsotakis, primer ministro, y a Katerina Sakellaropulu, jefa del Estado, que tomasen medidas inmediatas para poner fin a la violencia psicológica, física y sexual que ha existido y existe en la Federación de Gimnasia Griega.
El periódico Efsyn (Efimerida ton Syntakton) tuvo acceso a la carta que los exgimnastas enviaron a las autoridades del país. Según estos, detrás de cada deportista que celebra una medalla "la mayoría de las veces se esconde un niño maltratado". Los griegos hablaron de dietas sin ninguna supervisión médica que llegaba al extremo de que los niños para llevarse algo que comer a la boca, se alimentaban a base de pasta de dientes e incluso algunos aprovechaban su estancia en los hoteles cuando iban a competir fuera para rebuscar en la basura.
Hablan de humillaciones, de palizas... Golpes que llegaban aun estando entrenando los niños "mientras lloraban sin cesar". No había límites, tanto es así que obligaban a que los propios menores de edad castigasen físicamente a sus compañeros. También obligaban a los pequeños y pequeñas a guardar todo lo que sucedía en secreto.
En cuanto a las niñas en particular, se les exigía hacer el spagat -ejercicio que consiste en la apertura de piernas alineadas sobre el suelo- colocando su vagina sobre la palma de la mano del entrenador, argumentando que así se ejercitaba mejor la flexibilidad. Aprovechándose esto, los monstruos de la gimnasia griegos, tiraban de la vulva de las niñas con fuerza desmedida para, según ellos, enseñarles a realizar de manera correcta dicho ejercicio.
Distintos continentes, diferentes países, pero también varias cosas en común: niñas y niños ilusionados con la gimnasia que cayeron en las redes de monstruos y depredadores que no saben nada de lo que es el espíritu del deporte. La lucha continúa para erradicar todo esto y que los culpables acaben en la cárcel. Mientras tanto, se seguirán destapando casos como estos por todo el planeta porque el silencio y la ley del miedo todavía imperan en gran parte del mundo.
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