Jueves, 25 de febrero de 2021. Dana Nessel, fiscal general de Michigan, imputa formalmente a John Geddert de hasta 24 delitos. Mismo jueves, 25 de febrero de 2021. Dana Nessel, fiscal general de Michigan, confirma la muerte de John Geddert después de que el cuerpo del entrenador fuera encontrado pasadas las 15:00 horas en el área de descanso de una carretera. Entre ambas noticias, apenas unas horas de diferencia. Sin embargo, varios años de investigación, muchos relatos perdidos y un castigo penal imposibilitado de por medio. "Un final trágico para una historia trágica", como reconocía la propia fiscal al anunciar el suicidio.
John Geddert, de 63 años, se había quitado la vida antes de entregarse y después de conocer la decisión de la fiscal. Era su última oposición a colaborar con la justicia. Su enésimo golpe a las presuntas víctimas que le habían señalado como un entrenador cuyas formas dejaban mucho que desear. Su forma de consumar ese rechazo a todos los actos que se le habían atribuido durante años. Nunca confesó, nunca admitió nada.
Siempre defendió su inocencia ante las acusaciones de situaciones de abuso verbal, físico y sexual con numerosas atletas con las que había trabajado. Uno de los abusos se habría producido a una menor de edad -allá por 2012-. Otros tantos con gimnastas a las que, según las acusaciones, sometía a entrenamientos en situaciones extremas propias de delitos como el tráfico de personas.
La fiscal, como recogió en su comunicado, no tenía dudas de que Geddert "desatendió las lesiones que le fueron denunciadas por las víctimas y utilizó la coacción, la intimidación, las amenazas y la fuerza física para que rindieran al nivel que él esperaba". Toda una máquina de ordenar para lograr los resultados esperados. Pero, pese a todas esas denuncias, Geddert se libró de la cárcel. A cambio dio su vida.
El suicidio supuso todo un terremoto en el país. Especialmente para las presuntas víctimas, que veían como su abusador trastocaba todo el proceso judicial. Las que esperaban verle entrar a prisión con una sentencia histórica se quedaban con las ganas. Rabia, indignación. Rechazo absoluto y un nuevo golpe contra ellas. Era una "huida de la justicia", según definió Sarah Klein, actualmente abogada y una de las denunciantes de Larry Nassar, en una entrevista para la NBC.
Para ella, el suicidio no supone cerrar una historia muy oscura para muchas atletas, sino otro punto negro en la carrera de Geddert. "Es devastador. Es traumatizante", subrayaba al poco de que explotara la 'bomba' del exentrenador. El alivio que había sentido cuando se produjo la acusación desapareció de un plumazo cuando no se presentó ante las autoridades. "Pero no hay mayor admisión de culpa que la de John Geddert al quitarse la vida. Fue su último acto de control narcisista con el que vivió su vida y entrenó a sus gimnastas durante década".
Rachael Denhollander, pieza clave en la lucha contra los abusos en el deporte estadounidense, fue clara en redes. "El abuso de Geddert, como tantos, nunca fue un secreto. ALGUNA VEZ. En mis memorias escribí sobre saberlo incluso como gimnasta de nivel de club en el 2000. Porque tenemos que lidiar con la realidad de que se sabía, y nadie lo detuvo. Se conoció, lo promovieron y le dieron más poder". Ella sufrió a Nassar, pero conocía las supuestas actividades de Geddert.
Socio de Larry Nassar
La historia de estos abusos en el deporte estadounidense no es ni mucho menos reciente. John Geddert comenzó en la década de los 80 a nivel de clubes. Y desde sus inicios entabló cierta relación con el médico Larry Nassar. Ambos convertirían sus nombres en eminencias de sus respectivos ámbitos en el país. El primero en la preparación, el segundo en el tratamiento sanitario de las estrellas. Compartirían, de hecho, centro de trabajo. Y ahí labrarían una amistad tenebrosa.
Geddert llegó a ser nombrado mejor entrenador antes de 1990. Cuando se quedó sin equipo abrió un gimnasio en Michigan que se ganó una gran reputación llamado Twistars USA. Y, en 2012, se fue a los Juegos de Londres como seleccionador de Estados Unidos. Allí se ganaría un oro, pero supondría uno de sus últimos logros en el deporte. Todo por lo sucedido especialmente en su gimnasio.
Allí trabajaba Nassar como médico. Este también lo hacía en la Universidad de Michigan. Ambos lugares se convirtieron en zonas delictivas para el que muchos consideran un verdadero depredador sexual. Y, según lo que relatan desde el mundo de la gimnasia, con el visto bueno de Geddert. Esa amistad que los dos entablaron hizo que las denuncias que llegaban al técnico sobre las prácticas del médico fueran desechadas.
Sin embargo, la Justicia llegó. Tarde, pero con efectividad. En 2018, después de que en 2016 se destaparan los escándalos, Larry Nassar era condenado a 175 años de prisión por los abusos a casi 160 mujeres. Una condena a la que tuvo que sumar la de 60 años por pornografía infantil. Geddert, tras la sentencia, fue señalado. Su colaboración con la justicia había sido nula y siempre negó haber conocido alguno de estos hechos. Confiaba en su 'socio'.
Pero Geddert, completamente salpicado, fue apartado. La federación de gimnasia le dijo 'adiós' por las críticas tras la sentencia de Nassar. El depredador había caído y cualquiera de sus cercanos debía apartarse del deporte. Tres años después, el desenlace de Geddert ha sido muy diferente.
La obligatoria renovación
El deporte en Estados Unidos reclama un cambio. Y lo hace, ya no solo por medio de todas las atletas que ya están retiradas y denuncian día a día lo que se ha permitido dentro de la federación, sino también por algunos de los rostros más populares de la disciplina a nivel mundial. Porque casos como el de Nassar -probado- y el de Geddert -que no podrá contar con su testimonio- no son más que algunos de los destacados en la larga lista de problemas de abusos en el país.
Así lo defienden, al menos, muchas de las afectadas. Simone Billes, que ya forma parte de la historia de la gimnasia mundial, está sirviendo de altavoz. En 2020, la que también fue víctima de los abusos de Nassar, habló alto y claro. Y lo hizo estampando su nombre en una demanda múltiple con otras muchas deportistas que denunciaron al Comité Olímpico de Estados Unidos por los abusos de Nassar. Depurar responsabilidades era su principal objetivo.
Rachael Denhollander, exgimnasta y de las grandes denunciantes de los abusos Nassar, no dudó en pedir más reacciones entre los dirigentes del deporte del país. "USAG (Federación de Gimnasia de EEUU) y tantos otros adultos, entrenadores y médicos ponen a las niñas en peligro todos los días. Ponían a las niñas en manos de un abusador y su médico pedófilo, todos los días. Y luego lo ascendieron. Eso es lo que valía una niña para ellos", criticó en redes sociales estos días.
"Estoy muy orgullosa de las mujeres que se acercaron a decir la verdad sobre Geddert. Sus voces afectaron y seguirán produciendo cambios. Pero imagínense lo que podrían haberse salvado, y lo que podría haber cambiado, si hubieran sido los adultos quienes se pusieron de pie para decir 'no más'", sentenció.
Las peticiones de renovación, por tanto, son constantes. La lista de posibles culpables -en menor o mayor nivel por la falta de actuación- puede ser más larga. Sin ir más lejos, en 2020 la entrenadora Maggie Elaine Haney, a sus 43 primaveras, fue suspendida por ocho años por abuso verbal. Y, mientras tanto, desde la USAG activan mecanismos para 'limpiar' el deporte.
La última, aunque no hable del abuso sexual ni nada similar, fue presentada recientemente. Una plataforma "para proporcionar a los miembros del equipo nacional y a los atletas de élite de todas las disciplinas una herramienta de comunicación fácil de usar para compartir instantáneamente comentarios anónimos y otra información crítica con la organización". "Problemas de seguridad, problemas de salud mental o violaciones del protocolo Covid", según la federación.
Días antes condenaron lo sucedido con Geddert: "Con la noticia de su muerte por suicidio, compartimos los sentimientos de conmoción, y nuestros pensamientos están con la comunidad de la gimnasia mientras lidian con las complejas emociones de los eventos de hoy". Los cambios, pese a todo, aún están por llegar.
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