"Siento que a veces tengo el peso del mundo sobre mis hombros". Simone Biles avisaba el lunes de la presión que sufría en los Juegos Olímpicos. El martes se derrumbó, pero dio una lección que trasciende más allá del deporte: también los atletas de élite, los que lo han ganado todo como ella, sienten vértigo y han de cuidar la salud mental. Es la última muestra de madurez de esta mujer de 24 años.
Simone Biles (Ohio, Estados Unidos; 1997), la que todos conocen y a la que exigen siempre estar en la cima, es la ganadora de cuatro oros olímpicos en Río 2016 con solo 19 años. Desde aquel verano se la conoce como 'la gimnasta imposible' o 'la novia de Estados Unidos' como allí, casi de forma desagradable, se nombra a las que como ella hicieron historia en su disciplina.
Pero la historia de Biles ha ido acompañada siempre por la tragedia, desde su niñez. Nació en el núcleo de una familia tóxica. Sus padres biológicos, Shanon Biles -se quedó con el apellido de su madre, el porqué se explica más adelante- y Kelvin Clemins, eran adictos a las drogas y al alcohol, lo cual provocó que el abuelo de Simone, Roland Biles, y su segunda esposa, Nellie, salvaran a la gimnasta y a sus tres hermanos Tevin, Ashley y Adria de aquello.
Roland y Nellie se hicieron cargo de Simone, que entonces tenía seis años, y Adria, mudándose a Houston, mientras que los hermanos mayores, Tevin y Ashley, fueron adoptados por la hermana de su abuelo y se quedaron en Ohio. La carrera deportiva de Simone arrancó en este punto, cuando tras una excursión a un gimnasio se fijaron en ella. La pequeña fue creciendo mientras se repetía una pregunta: qué hubiera sido de su vida de no haberse ido a Houston con su abuelo y su esposa.
La madre de Simone y sus hermanos saltó a los medios tras el triunfo de su hija en Río de Janeiro. Shanon, que ahora tiene 49 años y se mantiene alejada de las drogas, se sinceró sobre lo duro que fue para ella entender que no podía criar sola a sus hijos: "No lo comprendí hasta años después, y entendí el porqué". Tiene contacto puntual con la gimnasta, no así el padre biológico que sí es consciente del éxito de su hija.
Biles se entregó desde bien pequeña en cuerpo y alma a la gimnasia. Renunció a la vida de una niña y una adolescente normal buscando ser la mejor de su disciplina, tenía condiciones para ello. Campeona mundial en 2013, 2014 y 2015, antes de los Juegos, en Río se hizo leyenda, pero todo ese trayecto hacia la cima escondía detrás uno de los capítulos más oscuros del deporte.
El monstruo Nassar
Poco después de la cita olímpica en la que todo el mundo descubrió el nombre de Simone, salió a la luz que dentro de la gimnasia de Estados Unidos latía una cultura de abuso físico y emocional. El 'monstruo' Larry Nassar, el médico de la Federación desde 1996 hasta 2014, había perpetrado más de un centenar de casos de agresión sexual contra niñas y jóvenes gimnastas de élite en la selección norteamericana, entre ellas varias compañeras de equipo de Biles y ella misma.
En 2018, cuando sintió que estaba preparada y debía hacerlo, Biles se unió al movimiento #MeToo, creado para denunciar la agresión y el acoso sexual: "La mayoría de ustedes me conocen como una chica feliz y risueña. Pero últimamente me he sentido algo devastada y cuanto más trato de acallar la voz que hay dentro de mi cabeza, esta más alto grita", empezaba el relato que escribió Simone en su perfil de Twitter.
Con su grito, Simone Biles dio un paso al frente por esas más de cien gimnastas que habían sido víctimas de Nassar. Quien hablaba era ella, convertida ya por entonces en uno de los grandes iconos del 'país de las oportunidades'. Al declarar que había sufrido "tocamientos indebidos" por parte del médico 'del horror' se enfrentó a la Federación y se convirtió en la voz de la denuncia, una responsabilidad que en cierta medida ya llevaba intrínseca por su éxito como mujer afroamericana.
La condena de su hermano
Biles lleva años, pese a solo tener 24, expuesta a lo que la gente espera de ella, tanto deportiva como socialmente. Por eso su nombre volvió a ocupar todas las portadas cuando su hermano, Tevin, fue acusado en 2019 de un triple asesinato en Ohio. La gimnasta solo se pronunció para enviar sus sinceras condolencias a los familiares de las víctimas, como si ella tuviera también responsabilidad en el caso. No pagó la fianza de su hermano. Hace solo un mes, Tevin fue absuelto porque la evidencia presentada por los fiscales era "insuficiente para sustentar una condena".
Biles es ahora noticia por su retirada en Tokio de las competiciones que tenía este martes y este miércoles. Una decepción para algunos, pero Simone optó por no esconderse y dar la cara para dar visibilidad a un asunto, el de la salud mental, al que no suele darse importancia y menos a los niveles en los que ella compite. Es el último gesto valiente de una mujer que ha luchado contra todo y es, a su vez, historia del deporte.
[Más información: Biles, Phelps e Iniesta: los deportistas que acabaron con el tabú sobre la ansiedad y la salud mental]
Noticias relacionadas
- Se buscan nuevas estrellas para los Juegos Olímpicos: la presión de suceder a Bolt y Phelps
- Simone Biles se pierde otra final en Tokio 2020 por su crisis de ansiedad: quiere estar en las otras cuatro
- Biles, Phelps e Iniesta: los deportistas que acabaron con el tabú sobre la ansiedad y la salud mental