Romain Grosjean dejó en el Gran Premio de Bahrein del año pasado una de las sensaciones más escalofriantes que se recuerdan en la Fórmula 1. Seguramente, desde accidentes como el de Nikki Lauda o el de Ayrton Senna no se había visto una cosa tan dolorosa y espeluznante. Por suerte, y al contrario que el piloto brasileño, el galo sí consiguió salir vivió de la bola de fuego en la que se convirtió su monoplaza.
Aquel accidente fue una trampa mortal para Grosjean por muchos aspectos. El fuerte impacto a más de 220 kilómetros por hora contra las barreras ya podría haber sido trágico. La violencia del choque provocó que el monoplaza se partiera en dos por la parte en la que va sentado el piloto, el cockpit.
Sin embargo, Grosjean consiguió salir de ese primer apuro, aunque los segundos posteriores pudieron ser más fatales todavía. Tras el fuerte golpe contra las protecciones el coche explotó y comenzó a arder con Grosjean al otro lado de las barreras. Si hubiera quedado en la parte más cercana al circuito, podría haber salido inmediatamente restando peligro al momento, pero el drama estaba servido.
Aún así, y tras casi 30 segundos interminables, las manos abrasadas de Grosjean pudieron impulsarse para salir del habitáculo en el que se estaba quemando vivo y en el que él mismo ha llegado a reconocer que estaba su fin. Cuando entre las llamas se pudo ver el mono negro del piloto de Haas intentando escapar y al médico encargado de la seguridad de la carrera agarrándole del brazo para sacarle y devolverle a la vida, todos respiraron aliviados.
A pesar de que el mal trago estaba pasado, había que ver también en qué estado había quedado el piloto y si la gravedad seguía estando ahí. Finalmente, todo se resolvió con un fuerte esguince de tobillo y unas manos bastante dañadas, pero que se van recuperando poco a poco: "Todas las mañanas me tengo que quitar los guantes de silicona y ponerme crema en las manos".
"Pero recuerdo que estoy vivo, que estoy aquí, que puedo jugar con mis hijos, qué puedo volver a correr y que tengo a mi mujer a mi lado. Soy feliz, me he dado cuenta lo bonita que es la vida hasta con problemas". Así lo cuenta ahora Romain en el pódcast especializado en Fórmula 1 Beyond The Grid.
Su nueva vida
El galo ha cambiado muchos aspectos de su vida en los últimos meses. Ya no forma parte de la Fórmula 1, decisión que Haas había tomado antes de su accidente, y participa de una manera más tranquila en las IndyCar Series, evitando los óvalos para no jugar demasiado cerca con el mayor peligro del motor.
"Volví a ver el accidente con mis hijos, tenían algunas preguntas. Lo he visto con ellos y con mi mujer y hemos hablado abiertamente de ello. He trabajado con un psicólogo tras ello, para asegurarme de no tener ningún recuerdo malo ni pesadillas de ello. Tuve algunos recuerdos que necesitaba entender y por ello, fui al psicólogo".
Desde su accidente, en el que todas las medidas de seguridad jugaron un papel fundamental, desde el halo hasta la ropa ignífuga, Grosjean ha tenido malos recuerdos y pesadillas que han perturbado su descanso: "Uno de esos recuerdos fue a las seis de la mañana y mi hijo me despertó, el otro fue cuando me operaron en Ginebra. Me durmieron y eso no te hace sentirte bien. Esos fueron los dos recuerdos y desde entonces puedo ver el accidente y hablar de ello sin problemas".
A pesar de todo, Grosjean sigue dando gracias por estar vivo y valora mucho más lo que tiene y lo que ha conseguido: "Sé que mi mano no está bien, no puedo ir a tomar el sol y tengo que tener cuidado con las temperaturas bajas y también con las altas. Lo bueno es que todo va por buen camino, puedo jugar con mis hijos, eso es lo que importa. Cada día que vivo desde ese momento es un bonus, estuve muy cerca de irme y en esos momentos te das cuenta de lo bonita que es la vida".
[Más información: La FIA hace público el informe sobre el accidente de Grosjean]