Si hay una selección que se está mostrando especialmente reivindicativa durante estos primeros días del Mundial de Qatar, esa está siendo Alemania. El campeonato sigue envuelto, incluso con el balón ya rodando, en el debate sobre los Derechos Humanos y especialmente los del colectivo LGTBI, por lo que el combinado germano está siendo uno de los grandes agitadores en este aspecto.
Son numerosas las acciones y manifestaciones que se han podido ver durante estas jornadas por parte de los propios jugadores, del seleccionador, de la Federación Alemana de Fútbol o incluso de diferentes representantes políticos. La FIFA, mientras tanto, se ha cuidado mucho de intentar tapar estos actos, algo que ha desembocado en el efecto contrario ya que las reacciones germanas han sido cada vez más fuertes.
Alemania es una de esas selecciones a las que se le ha prohibido lucir el brazalete arcoíris en sus partidos, algo que han interpretado como un ataque directo a la libertad de expresión. Por eso, los futbolistas se taparon la boca en la foto inicial de su debut ante Japón, protagonizando una imagen que dio la vuelta al mundo.
Las acciones reivindicativas, no obstante, se vienen produciendo desde varias semanas antes de que arrancara el Mundial. En muchos de los estadios de la Bundesliga, distintas aficiones desplegaron pancartas contrarias a la celebración del Mundial en Qatar y llamaron al boicot a esta competición. A través de estos mensajes, se pedía a la población que no consumiera este evento ni siquiera por televisión, y parece que el mensaje caló porque las audiencias televisivas se han desplomado con respecto a otras ediciones anteriores.
Una batalla social
Antes del Mundial, varias selecciones pactaron que sus capitanes llevarían un brazalete arcoíris en los partidos a modo de reivindicación de los derechos del colectivo LGTBI. Sin embargo, las cosas se torcieron a medida que se acercaba el inicio de la competición. La FIFA llegó a amenazar con que aquellos jugadores que portaran esta prenda serían sancionados con una cartulina amarilla desde el minuto 1 de encuentro. Ante esta medida de presión, los países tuvieron que dar marcha atrás.
Alemania puso la réplica en su debut. A la hora del posado tradicional de los once jugadores titulares, todos ellos salieron en la fotografía con la boca tapada, una manera de protestar ante la negativa a poder llevar el brazalete arcoíris. "No se trata de un mensaje político, los Derechos Humanos no son negociables. Debería ser evidente, pero lamentablemente todavía no lo es. Prohibirnos el brazalete es como taparnos la boca, nuestra postura se mantiene", dijo la Federación Alemana de Fútbol.
A estas reivindicaciones se sumó Nancy Faeser, la ministra de interior alemana. La política se dejó ver por el palco del estadio qatarí donde jugaba su selección luciendo el brazalete prohibido por la FIFA, e incluso se llegó a sentar al lado del presidente de este organismo, Gianni Infantino.
La negativa a poder portar este brazalete arcoíris desató las furias en el seno de la Federación Alemana de Fútbol. De hecho, se llegaron a catalogar como "chantaje" las prácticas de la FIFA a la hora de prohibir esta prenda. Incluso el entrenador germano, Hansi Flick, fue claro en la previa del partido contra Japón y lanzó un mensaje cristalino que retumbó en Qatar: "Es una pena que ya no se puedan defender los Derechos Humanos".
La televisión se desploma
Parece que en la sociedad alemana también ha calado hondo el rechazo a todo lo que rodea a la celebración del Mundial en Qatar. Los grandes dilemas sociales han afectado al seguimiento de la población germana por televisión, y las audiencias reflejan que el consumo ha bajado de manera drástica con respecto al Mundial de 2018.
Allí, quien emite el Mundial en abierto es la cadena pública ZDF y las cifras que alcanzó este canal en el debut de Alemania fue significativa. Apenas 9,2 millones de espectadores se conectaron a la televisión para seguir el Alemania-Japón que terminó además en derrota para los de Hansi Flick.
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Pese a que se rozan los 10 millones de televidentes, el desplome es enorme con respecto a ediciones anteriores. Así, en el Mundial 2018 casi 26 millones de alemanes se pusieron frente a la televisión para seguir el primer partido del campeonato celebrado en Rusia. Aquello supuso un 81,6% de la cuota de pantalla, mientras que en este 2022 apenas se ha conseguido alcanzar un 59,7%. De hecho, en la cadena pública alemana durante los días previos se habló más de los conflictos extradeportivos que del plano futbolístico.
Por otro lado, en España el debut contra Costa Rica fue seguido por 6,5 millones de espectadores, sumando las cifras de la emisión en abierto a través de TVE y los suscriptores del canal de pago Gol Mundial. La cifra es menor que la de Alemania, pero en proporción es mayor ya que la población del país germano supera los 80 millones de habitantes. Aún así, el dato en España también fue considerablemente inferior al de otros Mundiales.
Alemania se la juega
Este Mundial de Qatar puede convertirse además este domingo definitivamente en una auténtica pesadilla para Alemania. En lo puramente deportivo, el inicio de competición fue nefasto. No por la imagen, ya que el juego del equipo no fue desastroso, pero sí por el resultado, ya que los de Hansi Flick perdieron ante Japón en el estreno.
El marcador fue una de las grandes sorpresas de la primera jornada con la que nadie contaba. Alemania, pese a no tener la mejor plantilla de los últimos años, parte en la lista de aspirantes a hacerse con el título aunque esté un escalón por debajo de otras favoritas como Brasil. No en vano, hombres como Neuer, Rüdiger, Gündogan, Kimmich, Gnabry, Müller o Havertz forman una plantilla de garantías y a tener muy en cuenta.
Pese a todo, la derrota de la primera jornada ya deja a Alemania entre la espada y la pared en la segunda jornada del campeonato. Ahora los germanos se miden a España, que goleó a Costa Rica en su debut y que llega como el líder del grupo. Lo hacen sin opción al error, ya que una segunda derrota podría dejar a Alemania incluso eliminada las primeras de cambio, algo que supondría un fracaso gigantesco en un grupo en el que estaba llamada a pelear por la primera plaza.
Ya en el pasado Mundial, Alemania cayó en la primera fase en un batacazo todavía recordado. Esto siempre supone un agravio deportivo importante para una selección que es tetracampeona del mundo y que se alzó con su último Mundial en 2014, hace no tanto. Ahora, sumar una segunda eliminación consecutiva en la fase de grupos haría mucho daño en un equipo de tanto nivel. España tiene en sus manos dejar en la cuneta a una gran rival por el título.