La designación de Qatar como sede del Mundial 2022 destiló desde el primer momento mucha incredulidad. Enseguida surgieron las dudas sobre la manera en la que este pequeño país llegó a ser el elegido para albergar un evento de unas dimensiones descomunales, una incertidumbre que poco después se convirtió en certeza al destaparse el escándalo que había detrás de todo aquello.
Compra de votos, tráfico de influencias e intereses económicos desorbitados fueron los principales impulsores de que ahora, en pleno mes de noviembre, el fútbol de clubes haya parado por completo por primera vez en la Historia para dar paso a un Mundial. Demasiados factores oscuros, fuera de la legalidad y de la moralidad llevan años persiguiendo a este campeonato, pero Tamim bin Hamad Al Thani y sus petrodólares se han salido con la suya en casi todo.
Por suerte, parece que hay ciertas cosas que el dinero y las influencias todavía no alcanzan a comprar, la honestidad de los futbolistas en un Mundial. De lo contrario, Qatar, la selección anfitriona que por primera vez alcanza esta competición, no estaría ya eliminada a las primeras de cambio. El fracaso es mayúsculo porque el combinado qatarí ha sido el primero en decir adiós firmando la peor actuación de la Historia de un organizador de la Copa del Mundo, y eso que todavía resta una jornada por jugar.
El nivel de los qataríes ha resultado insuficiente y eso que no se han enfrentado precisamente con potencias futbolísticas. Dos derrotas en dos partidos, ambas dejando una pobre imagen ante el resto del planeta sobre el terreno de juego, han dejado claro que por méritos deportivos la selección de Qatar no se merecía ni siquiera formar parte de un evento tan respetado como este.
La 'compra' del Mundial
El expresidente de la FIFA en el momento en el que se designó Qatar como sede del Mundial, Joseph Blatter, reconoció recientemente que todo fue un tejemaneje de intereses económicos. "La elección de Qatar fue un error", dijo sin ningún tipo de tapujo. Ahora, sin embargo, ya es tarde porque todo está en marcha y especialmente porque el nombramiento se produjo en 2010, hace doce años.
En palabras del exmandatario del organismo internacional, todo fue por un asunto monetario: "Por supuesto que había una cuestión de dinero de por medio. Seis meses después de aquellas reuniones, Qatar compró aviones de combate a los franceses por un valor de 14.600 millones de dólares", dijo en referencia a que Michel Platini, que por entonces mandaba en la UEFA, fue alguien clave en todo este entramado de intereses.
Qatar, de hecho, no partía como la gran favorita ni mucho menos en la víspera de las votaciones. Un país sin tradición futbolística, sin infraestructuras que pudieran acoger un evento de tal magnitud, sin respeto por los Derechos Humanos y con colectivos como el LGTBI totalmente desprotegidos, parecían razones más que suficientes como para pensar en que la elección del emirato era una quimera.
Todo esto al margen de las temperaturas exageradamente elevadas que se dan en el país asiático durante todo el año, más todavía en verano. Durante la época más calurosa, la de habitual celebración del Mundial a lo largo de toda la Historia, la práctica del fútbol o de cualquier otro deporte al aire libre es inconcebible, pero para aquello también encontraron un atajo. La FIFA cedió y, por primera vez, aceptó disputar una Copa del Mundo en pleno invierno ante la estupefacción del planeta. Nada que el dinero no pudiera comprar.
Un fracaso deportivo
Más allá del proceso corrupto de designación, de los temas sociales y de la muerte de miles de trabajadores en la construcción de los estadios, Qatar tenía entre ceja y ceja sorprender también en lo puramente deportivo. Ya lo hicieron en su continente, en la Copa Asiática hace cuatro años cuando se proclamaron campeones contra todo pronóstico. Nadie contaba con ellos pero se plantaron en la final y además la ganaron, un hito sin precedentes para el país.
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El Mundial, sin embargo, es algo bien distinto. En esta competición se dan cita las mejores selecciones de todo el planeta y nadie deja un momento para el respiro. Nunca antes en toda su trayectoria, Qatar había conseguido llegar a debutar en una Copa del Mundo. Su bajo nivel futbolístico le impidió año tras año clasificarse, y su primera aparición en este 2022 no se debe a méritos deportivos sino al lugar que se le reserva al país anfitrión.
Por eso en la selección qatarí se habían preparado a conciencia. Una larga concentración y una liga nacional detenida desde mucho tiempo antes formaban parte de un plan de preparación exhaustivo para tratar de combatir en el Mundial. Los rivales del grupo, salvando los Países Bajos, tampoco parecían grandes potencias como para pensar en que fuera imposible hacer una machada. Ecuador y Senegal se presentaban como rivales asequibles y en el emirato se preparaban para dar la campanada.
Sin embargo, la competición le ha dado un fuerte golpe de realidad a la selección dirigida por el español Félix Sánchez. El debut ante Ecuador fue desastroso. Las expectativas que se habían generado eran altas y aquel día, en el partido inaugural, muchos ojos miraban hacia aquel encuentro. Qatar naufragó. Se vio atada de pies y manos por una Ecuador muy superior que se llevó la victoria y empezó a desinflar el globo del emirato. Las gradas semivacías al descanso del partido fueron otra imagen desagradable que el mundo vio por televisión.
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En una competición tan corta e intensa como un Mundial, cualquier desliz se paga muy caro y por eso Qatar llegó a la segunda jornada jugándose la vida en el torneo. Enfrente estaba Senegal, una selección a la que, por qué no, también se le podía meter mano, pero de nuevo el fútbol puso a cada uno en su lugar. Los africanos, sin hacer ni mucho menos un buen partido, vencieron por 1-3 en el Al Thumama Stadium y allí, en Doha, Qatar firmó su sentencia de muerte en la competición.
Pocas veces los anfitriones han quedado apeados a las primeras de cambio y, hasta la fecha, ninguna selección anfitriona había firmado en la Historia un papel tan discreto como el de Qatar. El balance son dos derrotas, cinco goles en contra, tan solo uno a favor y una eliminación sin paliativos.
Todavía le resta un tercer encuentro a Qatar por disputar en este Mundial, precisamente ante Países Bajos, la mejor selección del grupo. La lógica dice que llegará la tercera derrota y con un marcador abultado. El emir Hamad Al Thani pudo salirse con la suya al 'comprar' un Mundial para su país, pero los rivales no son un juguete en manos del dinero y han dejado a la selección de Qatar en evidencia.