Verónica Ronda: "'Mamma mia' es pura adrenalina. Muchas veces se me caen las lágrimas de la emoción"
EL ESPAÑOL conversa sobre teatro, amor y amistad con la protagonista del musical que reina en estos días en el Teatro Rialto de la Gran Vía de Madrid.
11 noviembre, 2022 01:09No hay quien escuche los primeros acordes de Dancing Queen y se quede sentado en su silla. No hay ser humano con un mínimo de sensibilidad que oiga el estribillito de The Winner Takes It All y su piel no se erice hasta la última nota.
El musical Mamma mia! ha regresado a Madrid, al imponente Teatro Rialto, ubicado en el número 54 de la Gran Vía capitalina, y lo ha hecho con un casting inmejorable. A la cabeza del equipo, Donna, personaje interpretado por la actriz y cantante Verónica Ronda (42 años), con quien EL ESPAÑOL ha podido conversar sobre teatro, cine, amor y amistad.
Pero una obra de esta envergadura no se hace de manera individual, y de eso la protagonista es más que consciente. A su lado, dos pilares: Mariola Peña (40) e Inés León (42) que desempeñan los roles de Tanya y Rosie, respectivamente, las dos mejores amigas de la infancia de Donna y con quienes compartió escenarios como el grupo musical Donna y las Dynamo.
A destacar, el papel fundamental del resto del elenco, con incuestionables talentos como el de Zulema Santana, Andoni García o el actor, bailarín y cantante Mario Hornero, quienes no sólo brillan per se en los números creados específicamente para ellos, sino que con su presencia, coreografía y voz provocan que la obra adquiera un nivel sobresaliente en cada pase. Los viernes y sábados, con doblete. 300 minutos de poderío con el que destrozan las tablas a ritmo del legendario ABBA.
Verónica, he visto en sus stories de Instagram que anda con gripe. Cuando le toca doblete, ¿qué hace?
El mundo doblete es tremendo. Hay rutinas. Normalmente, entramos a las tres y media, porque la primera función empieza a las cinco; y la segunda, a las nueve. Los días de doblete como bastante poco, y siempre, durante la primera función, es curioso, porque el cuerpo sabe que tiene que retener energía: todavía queda otra. Aunque lo dé todo, pasa siempre. La peluquera me lo decía el otro día, porque llevo unas extensiones que hay que rizar constantemente, y en la segunda función siempre me las tiene que rizar y en la primera me aguantan porque no sudo tanto.
Pero hace lo mismo.
Yo hago exactamente lo mismo, sólo que el cuerpo retiene energía. La alimentación también es importante, la rutina, me quito el micro entre funciones, me ducho con agua caliente, que viene bien para la musculatura, como poco, porque toca saltar otra vez al escenario y me tomo una Coca-Cola, que es malísima para las cuerdas vocales, pero a mí me despierta (risas). Hay siempre un pico en el que digo: "Madre mía, hay que empezar otra vez todo...". Pero bueno, el aparato fonador está caliente y ya no hay tanto esfuerzo. Eso es lo bueno.
A pesar de todo esto que cuenta da alegría volver a ver los teatros llenos después de los duros tiempos de pandemia, ¿no? ¿Cómo ha vivido todo lo que ha sucedido en los últimos dos años en el plano personal y profesional como actriz?
Me pilló trabajando con Miguel del Arco, en la obra Ricardo III. Paramos la gira, claro. La primera función después de salir del confinamiento, en septiembre de 2020, fue en Palma de Mallorca. Nos habían dicho que sólo podían pasar 90 espectadores y al final pasaron 300. Ver un teatro de 900 localidades sólo con 300 fue una sensación que definiría como gratificante y depresiva. Ver que los teatros ahora se llenan es una alegría. Ese final que tiene Mamma mia!, que es tan de celebración, que es una fiesta y que los ves saltando, cantando contigo, gritando... Muchas veces se me caen las lágrimas de la emoción al pensar: "Madre mía, lo que acabamos de superar".
¿Cada función es diferente o los actores lo tienen ya automatizado y no se sorprenden o emocionan?
¡Qué va! Lo que tiene el teatro es que está vivo cada día, independientemente de que la función, más o menos, sea la misma, que nunca es igual, pero siempre es la misma. Los espectadores son diferentes cada noche y es muy emocionante ver cómo, en este caso, por ejemplo, las canciones de ABBA han trascendido tantísimos años. El otro día vi a niños de 8 o 10 años que se sabían las canciones y a su lado había una pareja de octogenarios cantando y gritando igual. Una maravilla.
¿Cuáles son esos matices en los que dice que la obra no es la misma aunque sea la misma?
La estructura es la misma -escenas, coreografías-, pero es diferente por el espectador y su energía. Quizá en el primer acto están más callados y eso hace que tú estés con otro tipo de atención o quizá están más participativos. A veces, en la canción Mamma mia!, se ponen a dar palmas y eso es un chute de adrenalina y participas de esa energía que se está creando abajo. Hace tres semanas hubo una despedida de soltera -o eso creíamos nosotros- en la planta de arriba, en el anfiteatro, y el grupo estuvo muy participativo en el momento de la boda en la obra. ¡Nos gritaban cosas! El espectador es el que manda, por supuesto.
Hablemos de Donna. Una madre soltera, que tiene su propio hotel, es decir, su negocio, tiene su hija... ¿Es Mamma mia! un homenaje directo a las mujeres independientes?
Yo creo que sí. Donna es una mujer fuerte, que ha levantado un negocio. Es un homenaje no sólo a las mujeres, sino a la relación maternofilial, a las madres, a las hijas, al amor en general, a las relaciones de amistad, como la que hay entre esas tres mujeres, las Dynamo. Tanto las mujeres como los hombres se pueden ver reflejados en Donna porque es un muy buen homenaje a los amigos.
¿Hay muchas Donnas en España que no tienen su reconocimiento?
Sí, hay mucha mujer luchadora en España que no logra tener su espacio.
Hablamos mucho del amor, de las relaciones románticas, hay infinitas canciones escritas sobre eso, el musical es prueba de ello, pero ¿qué pasa con los amigos y las amigas a los que perdemos por un motivo u otro? ¿Por qué no hay duelo para esas personas que se van de nuestras vidas?
Es verdad, siempre se hace referencia al amor de pareja. No sé por qué será esto de que a los amigos se les escribe poco. Cuando yo escribo canciones, que normalmente no se las enseño a nadie, me las quedo para mí, sí que se las dedico a los amigos. Tengo claras las personas a las que les escribo los temas. Supongo que el amor romántico es el que nos han vendido desde el principio de la historia. Ponemos Netflix y buscamos una comedia romántica.
Hay un momento de la obra en el que las tres amigas están hablando y hay una de ellas que dice algo así como que "las mujeres jóvenes de ahora tienen como objetivo casarse y procrear" y que ella está en otras cosas... ¿El guion está adaptado o Mamma mia! siempre ha sido tan revolucionario?
La obra es así. Es un guion escrito por mujeres en los años 90. Desde ahí, ellas ya reivindicaban aquello por lo que pujamos ahora tanto las mujeres y por lo que nos estamos rebelando o, al menos, diciendo: "Busquemos una igualdad de condiciones para todo".
Ver esta publicación en Instagram
¿Qué tiene el teatro que tanto engancha a los actores?
La comunicación, el hecho de poder meterte en la piel de diferentes personajes y jugar durante dos o tres horas a ser alguien que no eres, alguien con una personalidad totalmente distinta a la tuya. Es un juego de niños, de cuando eras crío y decías: "Voy a jugar a ser panadero". Tenemos mucho de esa parte infantil en el teatro y el poder relacionarte con el otro y poder viajar a través de las emociones y decir: "Ostras, esto que me está pasando en el escenario le está llegando a esta persona de la cuarta fila, y a su vez, él me está haciendo llegar a mí lo que siente". Es mágico.
¿Cree que los actores de teatro están infravalorados al lado de los de cine, a los que se les reconoce tanto en sus papeles con premios tan prestigiosos y glamurosos como los Goya o los Oscar?
No, no. Los actores de teatro y los de audiovisual terminamos trabajando en las mismas áreas. Son caminos distintos en cuanto a lo que hablábamos de la comunicación. Lo que haces en cámara se queda para siempre y el teatro viaja cada noche. No estamos infravalorados. Cuando vas a Londres a ver teatro, te puedes encontrar a Jude Law actuando en el Prince of Denmark. Son grandes actores trabajando en producciones muy pequeñitas. Algo tendrá el teatro cuando los actores de cine quieren trabajar en esa otra vía.
¿Tiene algún ritual o alguna manía antes de salir al escenario?
No, me gusta estar en silencio justo antes de salir. No me gusta estar de cháchara en los pasillos.
¿Concentración?
No es tanto concentración, sino tomar tierra y decir: "Bueno, se vienen dos horas y media...". Me gusta subirme al andamio, justo donde hago la entrada y me quedo ahí un ratito escuchando la escena previa.
¿Qué le pide una actriz de musicales a los políticos que nos gobiernan?
Que nos escuchen más. No sabemos si lo tendremos que hacer cantando o saliendo más a las calles, pero que nos escuchen.
¿A qué político invitaría a ver la obra?
¡A todos! Creo que, tanto de un lado como de otro, la Cultura es algo que hay que defender. Tienen que estar ahí apoyando porque la Cultura es un bien para el pueblo.
¿A qué político no invitaría a ver la obra?
Yo invitaría a todo el mundo. Necesitamos mucho sentido del humor y Mamma mía! tiene mucho sentido del humor. La función es transformadora, me gustaría mucho ver a algunos políticos bailando al final con el Dancing Queen.
¿Alguno en concreto? ¿Se imagina a José Luis Martínez-Almeida bailando Dancing Queen?
¡Me encantaría!
¿A qué famosos le gustaría ver sentado en el patio de butacas y a qué famosos negaría la entrada?
Mira, me gustaría ver a compañeros de profesión con los que he compartido escenario porque me gustaría que vieran este momento que estoy viviendo. Negar la entrada no se la negaría a nadie, el trabajo hay que compartirlo.
Para concluir, cuéntame un sueño laboral. ¿Qué le apetecería hacer, en el teatro, en la televisión, en el cine?
Yo soy una hormiguita dentro de la profesión. A mí se me han cumplido ya muchos sueños, este ya es uno, que SOM Produce me haya dado la oportunidad de protagonizar este musical. Es un sueño cumplido. Estoy viviendo un momento de felicidad absoluta. Me gustaría seguir trabajando en teatro, porque lo amo, es mi vida desde hace 22 años que empecé a enlazar una obra con otra.