Antes de que llegaran Meghan (42 años) y Harry (39), ya estaban Wallis Simpson y Eduardo VIII, el soberano británico que abdicó la Corona por amor a esta socialité estadounidense. La responsabilidad de reinar cayó sobre los hombros de su hermano, Jorge, y a continuación, -por el accidente del amor- en Isabel II, quien estuvo 70 años como jefa del estado británico.
Curiosamente, la serie The Crown comienza en su primera temporada con la muerte del padre de Isabel, el rey Jorge VI, fallecido a los 55 años a causa de una trombosis coronaria provocada por una operación en la que le extirparon un pulmón. Eduardo VIII y Wallis Simpson lloraron la muerte del Rey, aunque lo hicieron desde su retiro de lujo en París. En concreto, desde la mansión Villa Windsor, donde residieron desde 1952 hasta su muerte -él en 1972, ella en 1986-.
Hasta el fin de sus días, Eduardo VIII y Wallis Simpson, duques de Windsor -de ahí el nombre de la casa- hicieron su vida idílica, apartada de la monarquía, en esta impresionante propiedad ubicada en Bois de Boulogne. Ahora, la casa vuelve a ser noticia por la sexta temporada de la serie de Netflix. Y no sólo eso, sino que Villa Windsor acaba de comenzar sus obras para ser abierta al público en 2024.
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La villa es una joya arquitectónica construida en el siglo XIX, que se sitúa sobre un terreno de más de 10.000 metros cuadrados. De estilo georgiano, todavía mantiene las icónicas características de una mansión decorada al más puro rococó. En su interior llaman la atención sus techos pintados con frescos, el mármol en los baños, las escaleras y balcones de hierro forjado, así como los curiosos elementos de sus 14 habitaciones.
Tras el fallecimiento de Wallis Simpson, Villa Windsor fue alquilada por Mohamed Al Fayed, el multimillonario egipcio también protagonista de esta última temporada de The Crown por su interés en que su hijo Dodi empezara una relación sentimental con Lady Di.
El magnate firmó un contrato de arrendamiento de 50 años, en los que aprovechó para reformar la casa y cambiar algunos muebles. A raíz de ello, varias de las pertenencias de los duques de Windsor fueron subastados en 1998. Desde 2018, cuando Al Fayed abandonó su gestión, esta espectacular residencia ha permanecido vacía.
A principios de año el Ayuntamiento de París se vendió a la Fundación Mansart, que planea transformarla en espacio cultural. La organización tiene previsto restaurarla para que los franceses y turistas conozcan en 2024 sus míticos rincones a través de rutas permanentes.
El Gobierno de la capital francesa también pretende sacar rentabilidad con la apertura de un café-restaurante, un parque y exposiciones temporales sobre temas relacionados con la historia de esta villa que en alguna ocasión también acogió al rey Carlos III (75) y sus padres, la reina Isabel II y Felipe de Edimburgo.
Aunque en líneas generales fue la mansión que acogió y protegió a algunas de las parejas más repudiadas de la monarquía británica, como Eduardo VIII y Wallis Simpson o Diana de Gales y Dodi Al Fayed, quienes hicieron parada en Villa Windsor antes de instalarse en el Ritz, el último lugar en el que estuvieron antes de encontrar la muerte en el Puente del Alma de París el 31 de agosto de 1997.