Tras su exitosa gira por el Caribe, Guillermo (55 años) y Máxima de Holanda (51) siguen con su agenda institucional, que en esta ocasión tiene también otros protagonistas: Emmanuel Macron (45) y su esposa, Brigitte (69), de visita de Estado en Ámsterdan.
Tal y como expresan los Reyes en su página oficial: "La llegada del presidente francés reafirma las excelentes relaciones entre Francia y Holanda. La visita de Estado contribuye a la profundización de la cooperación, en la que Francia y los Países Bajos luchan por una Europa más fuerte, más verde y más segura". El encuentro, que termina hoy miércoles 12 de abril, ha estado marcado por la cordialidad y en él la Reina ha sido una vez más la protagonista por su simpatía y también por sus estilismos.
El momento álgido del viaje de sólo dos días de duración ha sido, cómo no, la cena de gala en el Palacio Real de la capital. Máxima sorprendió con el vestido elegido para la ocasión que acaparaba todas las miradas, no sólo por su llamativo color, también por el patrón del mismo, bastante atrevido para un acto tan protocolario.
Estrenaba un diseño rojo pasión de uno de sus diseñadores favoritos, Claes Iversen, autor de algunos de sus looks más comentados. Fue hecho especialmente para ella, de escote barco, dejando los hombros al aire, y con mangas abullonadas del codo hacia la muñeca dándole un aire muy teatral al resultado. Imposible no reparar en ella, más teniendo en cuenta que su invitada eligió un modelo de lo más recatado.
Brigitte, de azul, con un vestido de manga larga y cuello alzado con un toque de brillo en la parte superior con bordados de lentejuelas, prefirió la discreción. Llevó el pelo recogido y unos clásicos pendientes de diamantes largos como única joya. Mucho más espectacular fue Máxima que sacó del joyero familiar vistosas piezas. Empezando por la tiara de la reina Ana, que perteneció a la esposa del Guillermo II de Holanda y que está realizada con una guirnalda de diamantes con siete grades perlas. No es una de sus habituales, pero la ha llevado en alguna ocasión, como en la boda de Haakon de Noruega (49) en 2011. De perlas eran también la gargantilla y los pendientes.
A esto hay que añadirle el broche con el que sujetaba la banda francesa de la orden de la Legión de Honor, un guiño a sus invitados, aunque al llevar un vestido del mismo tono pasaba algo inadvertida. Durante la cena de la gala, a Máxima se la vio conversar animadamente con Emmanuel Macron, con quien brindó y compartió risas, pues estaba sentada al lado de él en la mesa presidencial. La Primera Dama francesa mantuvo un perfil bajo durante todo el evento, dando buena muestra de su discreción.
Máxima, también de día
La Reina holandesa no sólo destacó en la noche del martes 11 de abril, esa misma mañana, durante la bienvenida oficial al presidente de la República también acaparó los focos por su ropa. Repitió un look de Natan Couture, con abrigo amarillo y un vistoso turbante estampado. Nuevamente, la señora Macron iba de azul con un conjunto de aire sesentero mucho más comedido.