El final del verano viene cargado de novedades para los duques de Cambridge en el terreno personal. Septiembre es el mes de la vuelta al cole y al trabajo, pero para ellos este año supone mucho más. El príncipe Guillermo (40 años) y Kate Middleton (40) junto a sus hijos encaran un drástico cambio de vida que estará marcado por su salida del Palacio de Kensington, el nuevo centro educativo de los niños y unas rutinas mucho más familiares.
Mientras tanto, disfrutan de los coletazos de la época estival en el castillo de Balmoral. Su llegada a Escocia ha venido acompañada de un detalle que está en consonancia con lo que está por venir. Kate y sus dos hijos pequeños viajaron en un vuelo comercial como si de dos turistas más se tratara. Iban acompañados de su niñera española y dos escoltas, pero no del duque y su primogénito, que se unirían a ellos más tarde.
No es la primera vez que optan por vuelos low cost, ya que suelen prescindir de aviones privados en este tipo de desplazamientos. Según algunos pasajeros la nuera de Carlos de Inglaterra (64) se comportó con total naturalidad, sonriendo a todo el mundo. En Balmoral se reunieron con Isabel II (96) para pasar las últimas semanas de agosto antes de regresar a la rutina.
Su nueva residencia y una destacada ausencia
Guillermo y Kate han tomado una decisión importante: cambiar el imponente Palacio de Kensington de cuatro plantas y con 20 habitaciones, por una residencia mucho más humilde, en plena naturaleza y con una historia romántica detrás. Se trata de Adelaide Cottage, situada en los terrenos que rodean el castillo de Windsor, que cuenta con cuatro dormitorios, dos pisos y enormes jardines.
De este modo estarán mucho más cerca de la Reina, que trasladó su residencia oficial al castillo tras la muerte del duque de Edimburgo. A penas un kilómetro y medio separa ambas residencias, por lo que su nieto y su familia podrán visitarla habitualmente y estar más pendiente de ella, especialmente ahora que su salud empieza ser delicada a causa de su avanzada edad.
Se construyó en 1831 por orden de la esposa del rey Guillermo IV como una casa de té y pertenece al patrimonio nacional de Inglaterra desde octubre de 1975. El tinte romántico de la historia lo pone uno de sus antiguos habitantes, el capitán Peter Townsend. Él fue el amor prohibido de la princesa Margarita, con quien no se le permitió casarse y cuyo romance provocó una auténtica conmoción en Inglaterra al salir a la luz. Vivió allí con su primera mujer y sus hijos y fue el rey Jorge quien le concedió ese honor.
La casa, que también fue uno de los refugios preferidos de la reina Victoria, tenía pocas comodidades, pero ha sido objeto de varias obras de reforma. Aún hoy es austera aunque confortable. Al tener solo cuatro habitaciones, los duques de Cambridge tienen que prescindir del servicio personal que antes residía en palacio, entre ellos la niñera española de Charlotte (7), Louis (4) y George (9). María Teresa Turrión Borrallo seguirá trabajando para ellos, como el resto de sus compañeros, pero no vivirá con la familia como hasta ahora. Seguro que se nota su ausencia, pues ha estado presente en Kensington desde el nacimiento del primogénito, hace casi una década.
Nuevas rutinas, sábados incluidos
El traslado de casa implica también un cambio de colegio para los niños. Los duques de Cambridge han elegido el centro Lambrook, que lleva funcionando desde 1860 y tiene un plan de estudios muy amplio que incluye asignaturas como inglés, matemáticas, francés, ciencias, latín, griego, historia, geografía, TIC (Tecnología de la información), arte, diseño y tecnología, teatro, música, educación física, natación y juegos.
Pero la novedad que hará que la vida de Kate y Guillermo cambie es una de las actividades obligatorias para los dos hijos mayores. Se trata de la llamada 'escuela de los sábados' que se lleva a cabo todas las semanas y que combina algunas clases con encuentros deportivos para los alumnos. Así, la rutina escolar transformará sus fines de semana, ya que la pareja real tendrá que llevarlos al centro.
También algunas tardes entre semana, pues los alumnos (hasta los ocho años) tienen cada lunes una jornada de enriquecimiento con actividades relacionadas con la agricultura o el cine y deportes como la esgrima o la escalada. La colaboración de los padres en las actividades del colegio también es muy valorada por el equipo directivo y docente así que será habitual ver al matrimonio allí.
El príncipe británico y su esposa han elegido un centro prestigioso, muy preocupado por la salud mental, pero también bastante costoso. Según las tarifas oficiales de Lambrook School, la escolarización del benjamín de la familia cuesta alrededor de 5.000 euros por trimestre, mientras que la de sus hermanos mayores asciende a 7.600 euros cada uno por el mismo periodo. En total supondrá un desembolso aproximado de 60.000 euros. Un precio similar al de su anterior colegio, Thomas’s Battersea Prep School, que abandonan para el curso que empieza.