El último jueves de noviembre tiene lugar Thanksgiving, otra celebración estadounidense que hemos adoptado en España sin miramientos, como buenos amantes de las fiestas, vengan de donde vengan. Aunque su origen es religioso, su sentido más secular tiene que ver con compartir, disfrutar y saborear junto a nuestros seres queridos. Y en eso, a este lado del charco, no hay quien nos gane. La cena de Acción de Gracias marca el pistoletazo de salida de la temporada navideña y, como hemos visto en cientos de películas, el protagonista en la mesa es el pavo. Cuanto más grande, mejor.
El protocolo habitual es que las familias se reúnan en la casa del pariente con más edad para ver el partido de la NFL (Liga Nacional de Fútbol Americano) y, después, se sienten alrededor de una mesa, convenientemente decorada, para disfrutar de un gran banquete en agradecimiento a la salud, el hogar y los alimentos. Para ponerle el acento español a la fiesta, hemos preguntado a varios sumilleres de Madrid cómo armonizar el menú tradicional de Acción de Gracias con vinos nacionales. Esto es lo que recomiendan.
Burbujas para los entrantes
Aunque el alimento protagonista de esta reunión familiar es el pavo relleno, las judías verdes y las coles de Bruselas tampoco pueden faltar. La mesa de Acción de Gracias se llena de entrantes y acompañamientos típicos de este día, como el puré de patatas, los boniatos asados o el tradicional pan de maíz. «Haya o no haya aperitivo, yo arrancaría con un espumoso para despertar las papilas gustativas y dar la bienvenida a nuestros invitados con estilo. Un cava joven, fresco y afrutado, con notas cítricas, puede ser una buena opción», propone Álex Pardo, sumiller del restaurante Coque**. «Después, para las guarniciones, metería un blanco con crianza, algo de Belondrade o de Ossian, por ejemplo».
Tomás Ucha Altamirano, sumiller de Berria, se suma a la opinión de su colega y sugiere acompañar estas recetas con vinos blancos que tengan algo de barrica. «Yo me iría a Galicia, a albariños clásicos como El Palomar de Eulogio Pomares, que tiene madera, pero esta no influye en el vino. O a un rioja blanco como puede ser Viña Tondonia, con esa parte oxidativa tan interesante. Este estilo de vinos va muy bien para los vegetales», detalla.
Para acompañar platos concretos, Juan Díaz, sumiller de Gaytán*, lo tiene claro: «El boniato es dulce, así que yo me iría a un blanco con acidez, un albariño o una treixadura; y para el pan de maíz me arriesgaría con la cerveza o incluso con un vino tranquilo con notas de velo de jerez, pero sin demasiado alcohol. Se me ocurre el Tres Miradas de Alvear».
Blanco con barrica para el plato fuerte
Cada familia tiene su propio secreto para conseguir el relleno perfecto para el pavo de Acción de Gracias. Este suele ir acompañado de salsa de arándanos rojos, puré de patata o boniato y gravy, el jugo resultante de la propia cocción del pavo sazonado con especias. «El pavo es una carne blanca que no tiene demasiado sabor, precisamente por eso se rellena, y aquí esos vinos blancos con barrica que hemos abierto para los entrantes también pueden funcionar», opina Pardo.
La sumiller de la Terraza del Casino**, el restaurante de Paco Roncero en Madrid, está de acuerdo con las sugerencias de sus compañeros, pero añade un par de opciones más. «Yo optaría por un blanco con barrica o un espumoso con crianza, un cava viejo», defiende María José Huertas. «Si preferimos tinto, que sea fresco, ligero y sin mucho cuerpo, algo gallego o una garnacha vieja de la sierra de Gredos. Aunque mi elección sería un rosado con barrica que, a mí, personalmente, me encantan».
En esta línea de tintos ligeros para acompañar el pavo, Tomás Ucha nos lleva a Canarias: «Las carnes blancas como esta no son tan intensas y tienen menos grasa que las rojas, por eso necesitamos vinos con un cuerpo medio que respeten su sabor y que tengan una buena acidez para la proteína. El baboso negro de Borja Pérez sería perfecto, y hasta algo de Jerez».
El pecan pie, con jereces
Los postres ocupan un lugar privilegiado en el banquete de Acción de Gracias. Suelen elaborarse con productos de temporada, como la calabaza, la manzana o las nueces. De hecho, el pecan pie o pastel de nueces, una masa quebrada crujiente con sabor a mantequilla rellena de crema, sirope de maíz y nueces pecanas (procedentes de un árbol originario de América de Norte, más dulces y suaves que las nueces tradicionales), es uno de los dulces estrella de esta festividad.
Para acompañar este tipo de pasteles otoñales, el sumiller de Gaytán propone los polifacéticos vinos de Jerez. «La tarta de nueces con un amontillado, y la de calabaza con un cream», sentencia Juan ‘Andrino’. Algo a lo que se suma Álex Pardo: «A esos postres también les iría muy bien un moscatel de Málaga o un Pedro Ximénez de Montilla que no pase por barrica». Se trata de que el vino que elijamos para acompañar el postre de Acción de Gracias no resulte demasiado empalagoso. «Para estas tartas tan potentes podemos optar por un moscatel, siempre que no sea muy dulce y que tenga buena acidez», concluye María José Huertas.