Es una de las zonas más espectaculares de viñedos de España y desde luego del mundo. La ribera izquierda del río Avia, antes de llegar a Rivadavia y desembocar en el Miño, en la provincia de Ourense, es una belleza de terrenos en alturas plagados de viñedos que descienden lentamente hacia las orillas del río.
La denominación de origen Ribeiro tiene un lugar destacado en la historia del vino en nuestro país. Era tan apreciada su calidad y había tantos imitadores, que en 1594 se tuvieron que aprobar unas ordenanzas municipales en Ribadavia para poner un poco de orden, e identificar los vinos locales. Un antecedente, de alguna manera, de lo que sería una denominación de origen. Fue en estas épocas en que los ingleses los compraban a espuertas y el vino gozaba en aquella isla de un prestigio total. La crisis de las exportaciones se produjo a finales del siglo XVIII por una acumulación de motivos religiosos y de transporte que hizo que los británicos se decantaran por el cercano puerto de Oporto.
Tras la llegada de la filoxera a Galicia, toda esta zona de Ourense se replantó de la variedad “palomino”, la de Jerez, una variedad bastante productiva y excelente para los terrenos de albariza jerezanos y su particular forma de elaboración, pero menos adecuada a estas tierras del noroeste, donde lo que daba fundamentalmente era mucha producción. El ejemplo del éxito de la variedad autóctona albariño en Rías Baixas hizo, que no sólo en Ribeiro, sino en otras zonas vinícolas gallegas se buscara recuperar las variedades tradicionales, que en el caso del Avia, disponían de mucho prestigio. Reaparecieron entonces la treixadura, la lado, loureira y en muchos casos, ya acompañadas por otras de éxito local como la albariño y la godello.
Vinos jóvenes excepcionales
El resultado son vinos magníficos y el relanzamiento de la zona como una de las mejores de blancos de España que puede mirar a sus hermanos de Rías Baixas a los ojos. Aparecieron lo que el reglamento de la D. O. llaman colleiteiros -cosecheros-, elaboradores de pequeñas producciones que no pueden superar los 60.000 litros de producción al año. Surgió entonces una generación de elaboradores de mucho prestigio que hacen vinos extraordinarios en preciosas y recoletas bodegas.
Uno de ellos fue el director de cine José Luis Cuerda. Albaceteño de origen, dicen que se enamoró de Galicia desde que rodó El Bosque Animado, la genial adaptación de la novela del mismo nombre de Wenceslao Fernández Flórez. Famoso desde que estrenó “Amanece que no es poco”, amigo del vino de calidad y armado de una retranca que podía ser perfectamente gallega, Cuerda también se dedicó a la producción cinematográfica, y decía con humor que, en la bodega que se compró en 2000, el Ribeiro no era de él, sino de Los Otros, como el título de la película de Alejandro Amenábar, ganadora de un Óscar, que produjo y que le sirvió para cumplir su sueño de hacer vino en Galicia.
La bodega se instaló en un caserón del Siglo XVI y con el aporte de 8 hectáreas de viñedo espectacular instalado en suaves laderas donde domina básicamente la variedad “treixadura”. El nombre del vino que le puso Cuerda fue Sanclodio, en homenaje al Monasterio de San Clodio, en la cercana localidad de Leiro, un monasterio que durante la época de mayor potencia Cisterciense elaboraba vino, mucho de él procedente de los terrenos actuales de la bodega. Es un único vino y el éxito como cineasta lo repitió inmediatamente como bodeguero porque, desde el 2003 en que salió su primer Sanclodio, el vino se hizo famoso. Es un vino joven, directo, expresivo, cargado de fragancia, agradables recuerdos herbáceos, cítricos; y una boca plena con grasa y volumen, y una acidez equilibrada y fina que lo hace muy fresco. En resumen, un vinazo.
Un nuevo dueño para Sanclodio
El prestigio de este vino y de otros de la zona ha hecho que bodegas potentes de otros lugares hayan puesto sus ojos en la zona de Ribeiro. Hace un par de años la famosa firma de Peñafiel, en Ribera de Duero, Pago de Carraovejas, compró dos de las mejores bodegas de colleiteiros: Viña Mein y Emilio Rojo.
Mucha gente husmeaba por la zona y el gato al agua se lo ha llevado Carlos Moro. Al frente de Matarromera, Emina, bodegas en Cigales, Toro, Rueda, propietario de la firma Carlos Moro en Rioja, hacía años que había empezado a moverse por Ribeiro. Primero hizo un vino con la cooperativa de Ribadavia que se llama Finca Viña Tenencia, luego compró Casar de Vide, en la otra zona de la denominación, y ahora se ha hecho con la joya del Avia, Sanclodio, que, tras la muerte de José Luis Cuerda, sus herederos ya no compartían su pasión por el vino.
Una operación brillante del bodeguero vallisoletano que va cimentando un imperio basándose en la calidad, y la innovación. Vinos tan reconocidos como Matarromera en Ribera y Carlos Moro en Rioja, representan la punta de lanza de todo un poderoso grupo bodeguero que ahora amplía su prestigio invirtiendo en una de las zonas de mayor futuro de blancos de España, con diferencia.