El vino es esperanza. Y las navidades el mejor momento para brindar por ella. Tras casi dos años de pandemia, se hace más necesario que nunca bajar el ritmo y salir a la naturaleza para desconectar, coger fuerzas y oxigenarse. El enoturismo nos ofrece esa posibilidad de una manera proactiva, porque más allá de visitar bodegas, el turismo enológico también tiene que ver con recorrer paisajes y disfrutar a cielo descubierto, con despejar la mente y respirar aire puro sin necesidad de irse muy lejos.
Te damos algunas ideas para seguir fomentando la cultura del vino durante el puente de diciembre. O cuando tú quieras.
Un paseo en calesa por los viñedos de La Rioja
“La mejor manera de hacer que una leyenda perdure es compartirla en buena compañía”, dicen los responsables de Roda, una de las bodegas más míticas de Haro, situada en el corazón del Barrio de La Estación. Por eso proponen una amplia gama de visitas, tanto para iniciados como para amantes del vino que quieran conocer los secretos de la elaboración de estos famosos tintos riojanos. Una de las más singulares es sin duda su paseo en calesa por los viñedos. Una ruta en coche de caballos tradicional, que va desde la bodega hasta Perdigón y que incluye una cata entre las viñas de vinos y aceites de oliva.
Hacer el Camino de Santiago en Gran Canaria
Aunque siga siendo desconocido para muchos, por el territorio de la Ruta del Vino de Gran Canaria, uno de los 34 recorridos que forman parte de Rutas del Vino de España, referente del enoturismo en nuestro país, también discurre un Camino Jacobeo. Se trata del único oficial fuera de la península. El camino recorre la isla de sur a norte, desde Maspalomas hasta Gáldar, y su origen se encuentra en una leyenda.
Durante la Edad Media, una gran tormenta sorprendió en el sur de Gran Canaria a un barco en el que viajaban marineros gallegos. Estos se encomendaron al Apóstol Santiago, prometiendo levantar una ermita si el santo les ayudaba. Sanos y salvos, cumplieron su promesa edificando una iglesia en las montañas de Tirajana. Por su parte, en Gáldar se construyó en 1485, el primer templo insular dedicado a Santiago. Una bonita excusa para conocer, de paso, los sorprendentes vinos canarios, nacidos en tierra volcánica, únicos y salvajes. Empezando, por ejemplo, en la bodega Las Tirajanas, una cooperativa con una amplia oferta de enoturismo.
Respirar aire puro en El Bierzo
La sierra de los Ancares y toda su comarca es uno de los rincones de la Península Ibérica donde más nítida podemos experimentar la sensación de estar en un lugar anclado en el tiempo. La conservación de las antiguas tradiciones ha ido siempre paralela a la de la protección de la naturaleza. Por esta razón, un recorrido por la Ruta del Vino del Bierzo, que pasa por bodegas como Losada Vinos de Finca, Adriá o Palacio de Canedo, bien puede completarse con una caminata por los Ancares. Como la que lleva al Pozo Ferreira, el nombre del lago del pico Cuíña, una laguna glaciar de la que nace el río del mismo nombre, afluente del Cúa.
Conectar con los árboles en la Ribera del Duero
En el extenso territorio que ocupa la Ruta del Vino de Ribera del Duero, además de viñedos únicos encontramos árboles singulares que merece la pena descubrir, no sólo para admirarlos, sino para concienciarnos de la importancia de nuestro patrimonio botánico. Ya tienen catalogados 20 de ellos, con toda la información sobre la especie, el ejemplar, la localización y su relación con los habitantes de la zona. Aunque que si prefieres ver aves, puedes acercarte al Parque Natural Hoces del Río Riaza, considerado el mayor refugio de rapaces de Europa, con el que esta ruta del vino también colabora.
Un baño de bosque en la Sierra de Francia
El Camino de los Prodigios es el nombre de uno de los Caminos del Arte en la Naturaleza que se pueden seguir en el territorio de la Ruta del Vino Sierra de Francia, en pleno Parque Natural de las Batuecas-Sierra de Francia, en la provincia de Salamanca. Se trata de un sendero circular que une los municipios de Miranda del Castañar y Villanueva del Conde, y que discurre entre robledales, campos de vides, olivares y bosques de alcornoques y madroños, cruzando puentes y pequeños cursos de agua.
Las intervenciones artísticas que pueden admirarse a lo largo del recorrido permiten una nueva lectura del paisaje. Un alto en el camino imprescindible, antes o después de probar los vinos de la bodega Cámbrico, todo un referente en la región, situada justo donde comienza esta ruta del arte.
Practicar “winefulness” en la sierra malagueña
De la serranía de Ronda a la Costa del Sol, pasando por el Valle del Genal, realizando experiencias a medida entorno al vino, la gastronomía, los viejos oficios y los productores locales. Esta es la sugerente idea que propone Mindful Travel, un concepto concebido por el ‘gurú’ Esteban Ferrón que, desde su empresa Marbella Trips propone alternativas por todo el territorio malagueño basadas en el contacto con la naturaleza y el turismo consciente.
Una ‘terapia forestal’ entre pinsapos centenarios y protegidos en el Parque Nacional Sierra de las Nieves, de la mano de los especialistas en educación ambiental del Cortijo Las Navas de los Pinsapos de Parauta; una caminata relajada por el gran castañar que une diferentes municipios de la zona y que en otoño adquiere el sobrenombre de Bosque de Cobre; recoger la aceituna o ser apicultores por un día para redescubrir antiguos oficios locales, o ayudar en las labores de la vendimia en la Antigua Real Fábrica de San Miguel, en el epicentro de la Serranía de Ronda, una vieja fábrica de 1725 rescatada de su ruina, restaurada y reconvertida en una Bodega Artesana y Ecológica con un encanto peculiar. Para terminar disfrutando de un maridaje de lujo y un merecido descanso frente al mar en el chateau marbellí Hotel Anantara Villa Padierna.
Desconectar para volver a conectar. Practicar un enoturismo consciente, poniendo en valor la sostenibilidad, conocer personas auténticas… Eso a lo que Esteban le gusta llamar “winefulness”: auténticos retiros mindfulness con acento andaluz.
Visitar el jardín de las hadas en Calatayud
Con un nombre poético que nos invita a entrar sin llamar en el universo onírico de los cuentos de hadas, el Lago del Espejo se encuentra dentro de la Ruta del Vino de Calatayud. Concretamente en el Monasterio de Piedra, situado a las afueras de Nuévalos, en Zaragoza. Arroyos, cascadas, lagos, grutas y senderos en mitad de una exuberante naturaleza conforman el Parque Jardín Histórico de este antiguo cenobio. Las aguas del lago proceden de cuatro manantiales ubicados a tres metros de profundidad. Son las plantas acuáticas que crecen en él lo que le aportan su característica transparencia.
Si buscamos la relación con el vino la encontraremos fácilmente. Y es que en el Monasterio está, además, el Museo del Vino de Calatayud. Desde allí, la bodega más cercana es Esteban Castejón, y un poquito más alejada, San Alejandro, en Miedes.