Filomena, Gaetan, Hortensia… Los temporales de viento, lluvia y nieve no parecen querer marcharse de la península y están teniendo su impacto en el mundo del vino. ¿Cómo pueden afectar estos cambios de tiempo tan radicales a la próxima cosecha? Hablamos con enólogos de diferentes denominaciones de origen para descubrir cómo hacen frente las bodegas a las condiciones climáticas más extremas para garantizar la calidad del vino, y analizamos los efectos del cambio climático en el viñedo.
En líneas generales, tanto La Rioja como en Ribera del Duero y Rías Baixas valoran de manera positiva la nieve caída estos días en los viñedos, ya que ayudará a obtener buenas cosechas. Según los expertos, esta gran nevada no ha supuesto ningún riesgo para la vid. De hecho, coinciden en que la nieve es beneficiosa para su desarrollo.
Según los enólogos, la copiosa nevada que ha tenido lugar en estos días aumentará la reserva hídrica de la viña aportará nutrientes al terreno, favorecerá el reposo de la planta evitando una brotación temprana, la ayudará a librarse de posibles plagas e insectos y tendrá un efecto cicatrizante sobre ella. Hasta aquí, todo ventajas.
"Es ahora cuando el refrán 'año de nieves, año de bienes' cobra todo el sentido para el mundo del vino", explica D. Pelayo de la Mata, Marqués de Vargas y Presidente de Bodegas y Viñedos del Marqués de Vargas. "Esta gran nevada trae augurio de buena cosecha porque facilitará la irrigación del suelo (dado que el agua permea con mayor disposición sobre la tierra) y contribuirá a un buen estado sanitario de la vid".
Ana Barrón, enóloga de esta bodega ubicada en la Rioja Alta, está de acuerdo con el Marqués. "En este momento la vid está realizando su reposo invernal y la nieve no supone ningún riesgo. Es más, podemos afirmar que es buena para su desarrollo, tanto a nivel hídrico, como por su efecto cicatrizante si la planta tiene cualquier herida, e incluso como insecticida natural".
Desde estos viñedos, reconocidos con la denominación de 'Viñedo Singular', Barrón destaca que, tras el paso del temporal sobre la Hacienda Pradolagar, todavía es complicado identificar con los pluviómetros qué supondrá en litros de agua las precipitaciones que han tenido en las últimas semanas debido al espesor de la nieve y las heladas que le han seguido. "Por ahora hemos contabilizado unos 21 litros/m2 aproximadamente, aunque seguramente hayan sido más".
El drama tiene lugar cuando la nieve cae en primavera, como ha sucedido alguna vez en esta zona. "Las heladas pueden ser muy peligrosas para el viñedo si se producen después de la brotación, que suele ser en primavera en el hemisferio norte. Es ahí cuando el frío puede arruinar toda una cosecha", sentencia el Marqués de Vargas. "La ausencia de partes verdes en la planta y el agostamiento hace que en invierno la vid sea muy resistente a las bajas temperaturas".
La nieve tampoco es un fenómeno desconocido para Jorge Peique, enólogo de la bodega Conde de San Cristóbal, una finca de 80 ha de viñedo viejo muy próxima a Peñafiel, en la Ribera del Duero. "Es algo habitual aquí debido a la altitud de los viñedos del Pago de Valdestremero (situados a 900 metros de altura). Sin embargo, hacía mucho tiempo, en concreto desde 2009, que no teníamos un espesor de nieve de esta magnitud. Las precipitaciones desde el 9 de enero han estado en torno a los 18-20 centímetros de media".
Este profesional se suma a la opinión de sus colegas y asegura que la nieve en este momento del año es algo bueno. "Aumenta las reservas hídricas de la tierra y, al descongelarse lentamente, el agua penetra en las diferentes capas del suelo". Además, insiste en su efecto cicatrizante sobre la madera, como, por ejemplo, en los cortes de poda o heridas de la cepa.
En lo más alto del mapa también han recibido a Filomena con los brazos abiertos. Susana Pérez, enóloga de Pazo San Mauro, situada en Salvaterra do Miño, en la ribera del gran río gallego, explica que el comportamiento de esta borrasca ha dejado consecuencias normales para esta época del año. "Han sido las primeras heladas desde el inicio del periodo de reposo de la vid, dada la tendencia de los últimos años de inviernos más cálidos en la zona norte".
Y es que la cercanía del mar proporciona a los viñedos de esta bodega de Rías Baixas un clima generalmente suave, así como un riesgo moderado de heladas agresivas para la vid. "Aquí las nevadas son prácticamente anecdóticas", asegura Pérez. "Pero estas heladas nos ayudan a la acumulación de horas de frío, necesarias para realizar el periodo de latencia correctamente y asegurar una buena brotación de las yemas".
La enóloga de esta bodega gallega también hace hincapié en el efecto de control de plagas de insectos que tienen las bajas temperaturas sobre las vides, especialmente contra los ácaros que quedan refugiados debajo de la corteza de la planta, incluso en reservorios naturales. La mayoría de los hongos responsables de enfermedades tampoco soportan temperaturas tan bajas, con lo que el frío de estos días garantiza la salud del viñedo.
A vueltas con el calentamiento global
Como adelantaba D. Pelayo de la Mata, afortunadamente, el temporal vivido estas semanas no afecta de manera drástica al viñedo, que es un cultivo muy resistente, capaz de soportar temperaturas de hasta -15 ºC en invierno. Sin embargo, si una climatología similar se repitiese en el inicio de la brotación, empezaríamos a hablar de problemas graves.
"Si una nueva Filomena llegase en marzo, afectaría a la planta e impactaría directamente en la producción de este año y en la del próximo, como ocurrió en 2017", afirma Rosana Lisa, directora de innovación de Bodegas Ramón Bilbao. Una vez haya brotado el viñedo, la sensibilidad a la temperatura es mayor y las temperaturas deben ser superiores a los 0 ºC para garantizar la supervivencia de la planta.
El Presidente de Bodegas y Viñedos del Marqués de Vargas, afirma que todas las bodegas y denominaciones de origen, dentro y fuera de España, están estudiando actualmente los efectos que el cambio climático puede tener en las diversas zonas, porque cada una de ella se puede ver afectada de forma diferente. "A las más limítrofes, este cambio de clima puede incluso llegar a aportarles añadas excelentes, como ocurre en Champagne".
Es innegable que el cambio climático está teniendo un impacto notorio en todos los ámbitos de la vida, y el mundo del vino no es una excepción. Los viñedos se ven dañados por el calentamiento global, las temperaturas extremas y por otra serie de fenómenos meteorológicos. Lo que implica que el trabajo de seguimiento en campo sea más riguroso y exhaustivo, anticipándose a fenómenos más extremos que no corresponden a la época en la que se producen, "como puede ser un mes de mayo con temperaturas superiores a 30 ºC o un mes de julio suave y húmedo”, explican desde Ramón Bilbao.
De ser así, "una fuerte granizada en un momento del año poco usual afectará al volumen y calidad de la uva, mientras que unas lluvias torrenciales favorecerán la aparición de hongos en el viñedo". Es decir, caos absoluto.
Los viñedos del sur de España tampoco se libran. "En los últimos 25 o 30 años se ha producido un adelantamiento de la fecha de vendimia. Si tradicionalmente empezábamos a recoger la uva a primeros de septiembre, actualmente estamos haciéndolo en el mes de agosto. Concretamente, la vendimia de 2020 comenzó la primera semana de agosto", rafitica Ignacio Lozano, de Bodegas Osborne, en el Puerto de Santa María (Cádiz). "Por otra parte, también hemos detectado un acortamiento de la primavera y del otoño, lo que está provocando floraciones muy tempranas y una desigualdad notable en las maduraciones de los distintos pagos del Marco de Jerez".
Las medidas y actuaciones a tomar por parte de las bodegas son múltiples, desde el cultivo de clones más resistentes al calor y a las sequías, hasta la plantación en partes más altas y preservadas, cambios en el tipo de poda, etc.
Para reducir el impacto del cambio climático, algunas bodegas, como es el caso de Ramón Bilbao, cuentan con estaciones meteorológicas que registran todos los parámetros que pueden afectar al desarrollo de la planta (humedad, temperatura, pluviometría, viento...), y cuyas previsiones permiten identificar qué va a ocurrir en los viñedos. La clave para adelantarse a una posible catástrofe meteorológica, apuntan, pasa por poner en marcha iniciativas que procuren la sostenibilidad medioambiental.