Las cebollas son un ingrediente básico en la cocina española, un imprescindible para añadir sabor y aroma a salsas, guisos y sofritos. Como se trata de un alimento que nos gusta tener siempre en la despensa a los que cocinamos a diario, solemos comprar grandes cantidades y eso, a menudo, nos obliga a desperdiciar alguna si no tenemos cuidado a la hora de conservarlas.
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Congelar las cebollas ya peladas y troceadas puede ser una solución, pero la cebolla congelada no nos va a servir para tantas cosas como la fresca porque la textura cambia y hace que sea imposible de utilizar cruda o en frituras crujientes.
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Por suerte, prolongar la vida útil de las cebollas frescas sin recurrir al congelador también es posible y, en este artículo, os vamos a contar algunos consejos y trucos prácticos para que las cebollas frescas aguanten más tiempo y así podamos tenerlas siempre a mano.
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A la hora de comprar las cebollas
Empezaremos por elegir cebollas frescas y de alta calidad. Debemos comprar aquellas que tengan la piel seca y sin manchas. Evitaremos las cebollas con brotes verdes, ya que esto indica que han madurado demasiado y pueden deteriorarse más rápidamente.
Dónde guardar las cebollas en casa
Las cebollas se deben almacenar en un lugar fresco y oscuro para prolongar su frescura. Buscaremos un espacio bien ventilado, como una despensa o la zona más fresca y oscura de la cocina, donde la temperatura se mantenga constante. Además, evitaremos almacenarlas cerca de patatas, ya que estas pueden acelerar el proceso de maduración y hacer que las cebollas se echen a perder más rápido.
La luz directa puede estimular el crecimiento de brotes en las cebollas, lo que acelera su proceso de maduración. Para evitar esto, el lugar donde las guardemos, aparte de fresco debe ser oscuro.
No guardar las cebollas en bolsas de plástico es la clave
Guardaremos las cebollas en un verdulero o incluso cajas de madera como las de las fresas; nos servirían incluso bolsas de tela calada o malla, pero nunca hay que envolverlas en plástico ni guardarlas en bolsas de este material. Necesitamos que estén en un sitio en el que se permita la circulación de aire alrededor de las cebollas, ayudando a prevenir la acumulación de humedad que favorece proliferación de hongos y bacterias.
Guardarlas en bolsas de papel o cajas de cartón perforadas es, además, una forma de evitar la exposición a la luz si no tenemos un sitio oscuro para conservarlas.
Guardar las cebollas con orden
Evitaremos almacenar diferentes variedades de cebollas juntas y procuraremos que no estén apiladas, pues, como ya hemos visto, la circulación de aire fresco y seco a su alrededor ayuda a que se conserven.
No guardar las cebollas en la nevera
Contrariamente a la creencia popular de que todo se conserva mejor en la nevera, las cebollas no deben guardarse ahí. En el interior de la nevera puede haber un ambiente húmedo que favorecerá el ablandamiento y la aparición de moho. Justo lo que no queremos.
Revisarlas de vez en cuando
Cada vez que vayamos a coger una cebolla o, directamente, si llevamos días sin usar ninguna, revisaremos que todas estén en buenas condiciones y, si vemos que alguna se ha estropeado, la retiraremos para evitar que se estropeen las demás. Si vemos que alguna está empezando a brotar, la separaremos para consumirla cuanto antes, pues eso indica que ha madurado más que el resto y será la primera en estropearse.
Bonus: Para conservar un trozo de cebolla ya cortado
Si cortamos una cebolla y no la usamos entera, la podemos guardar en un recipiente hermético en la nevera, mejor si cierra al vacío, aunque no es imprescindible. Lo que no debemos hacer es guardarla en un recipiente abierto porque los olores de la cebolla impregnarían otros alimentos que estuvieran en la nevera en ese momento.
Como habéis visto, son unos pasos muy sencillos que, si los tenemos en cuenta, podremos disfrutar de cebollas frescas durante períodos de tiempo más prolongados, lo que hará nuestra vida más cómoda y favorecerá el ahorro económico al reducir el desperdicio de alimentos.