Los virus de la influenza A (IAVs) son los causantes de las diversas epidemias de gripe aviar en el mundo, con las aves acuáticas como principal reservorio. Patos, gaviotas, cisnes y otros pájaros salvajes pueden transmitir nuevas cepas a los animales domésticos como pollos y gallinas. Pero también a mamíferos como los leones marinos y -como sucedió por primera vez en una granja en Galicia- a los visones.
El sistema inmunitario de estos últimos, compatible tanto con las aves como el ser humano, levantó la preocupación de un posible salto zoonótico de la reciente pandemia de gripe aviar, que ha causado directa o indirectamente la muerte a miles de millones de animales en todo el mundo. Sin embargo, pese a un puñado de casos de contagio en personas que trabajaban en contacto cercano con las aves, no se han verificado grandes brotes de transmisión.
Los motivos para la preocupación eran legítimos. Varias pandemias de gran impacto en la historia reciente, comenzando por la tristemente famosa de 1918, fueron causadas por virus con segmentos genómicos procedentes de las aves. En 2013, una variante del H7N9 provocó más de 600 muertes y ha resurgido en diferentes olas en la última década. Sin embargo, no han tenido una gran continuidad en forma de transmisión de humano a humano como sucedió con el coronavirus SARS-CoV-2, también de origen animal y responsable de la Covid.
Un artículo que publica ahora la revista Nature ha dado con la clave que comparten tanto los seres humanos como sus parientes primates: la proteína BTN3A3. Es capaz de inhibir la replicación de estos virus en las células de los seres humanos, aunque no tiene la capacidad de hacerlo con las gripes humanas. Los autores consideran que la resistencia o sensibilidad a la BTN3A3 debería tenerse en cuenta a la hora de determinar el potencial de transmisión zoonótica de la enfermedad.
"Entre los candidatos con más probabilidades de provocar la próxima pandemia siguen estando los virus que causan la gripe aviar, pertenecientes al género Influenza de tipo A", explica Gustavo del Real, investigador del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC), en declaraciones a Science Media Centre. "Su amenaza no es nueva, lleva casi tres décadas ocasionando infecciones esporádicas en humanos, pero sin llegar a instalarse y a propagarse con eficiencia en nuestra especie".
Tal y cómo explica el especialista, un virus de esta familia, el H5N1, provoca desde hace años "innumerables brotes de alta virulencia en aves de corral y silvestre por todo el mundo, con una altísima mortandad". Para mayor preocupación de la comunidad científica, la capacidad de "infectar severamente a varias especies de mamíferos" puede considerarse como "un primer paso para que crucen la barrera" y terminen contagiando con la misma efectividad patogénica a humanos.
La proteína BTN3A3 (Butyrophilin subfamily 3, miembro A3) actúa según los autores "como un potente inhibidor de los virus de la gripe aviar, pero no de los de la gripe humana", explica Del Real. Su actividad inhibitoria se expresa en células de las vías respiratorias humanas, inhibiendo la replicación del ARN viral, como un mecanismo evolutivo desarrollado por los primates. "Sin embargo, no todos los virus de gripe aviar son sensibles a esta proteína inhibidora. Por ejemplo, los virus de los subtipos H7 y H9, así como un alto porcentaje de las cepas de H5N1 de alta virulencia, son refractarios a la acción inhibitoria de BTN3A3".
Así, en el caso de los hurones y visones infectados en Galicia, "los virus aislados en el brote de H5N1 mostraban una mutación que les confería resistencia a BTN3A3" tras haber pasado por un hospedador aviar, advierte Del Real." Los autores postulan que este nuevo elemento de resistencia podría tener un alto valor epidemiológico al asociarse con la capacidad de transmisión de los virus gripales aviares en la especie humana", concluye.