Las bacterias son una gran amenaza para la salud global. Sólo en 2019, 7,7 millones de personas murieron a causa de una infección bacteriana, una cifra superior a las de los fallecimientos causados por el ictus, el alzhéimer o la diabetes. La mayoría de los decesos proceden de países de ingresos medios y bajos, en los que el acceso a antibióticos es reducido. Sin embargo, en unos años, puede que ni eso frene su ascenso, pues el problema de la resistencia a los medicamentos es cada vez más patente.
Si hace poco era una cepa de 'supergonorrea' lo que llamaba la atención, ahora es la Shigella la que se coloca en la palestra. Así lo advierte una alerta emitida desde los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, que advierte que, en 2022, un 5% de las shigelosis —la enfermedad que causa esta bacteria— han demostrado una resistencia extremadamente alta a los antibióticos, frente al 0% que se vio en 2015.
La shigelosis es una enfermedad diarreica provocada por la familia de bacterias que componen la Shigella, aunque la sonnei es la causante de la mayoría de los casos. Juega con el hándicap de que es la gastroenteritis con mayor riesgo de contagio y de que, en los peores pronósticos, termina en disentería, un tipo de diarrea que se presenta con sangre y moco. Esto es porque la inflamación intestinal que inflige la bacteria es bastante agresiva.
Como detalla la guía de la Sociedad Española de Medicina Interna, el pronóstico es muy bueno para la mayoría de los pacientes, aunque niños, ancianos y personas con sistemas inmunitarios deficientes pueden presentar complicaciones si no reciben un tratamiento adecuado. También son los más vulnerables a su contagio, por lo que deben tener especial cuidado ante la propagación de las cepas multirresistentes.
Un problema global
Estados Unidos no es el único país que enfrenta este problema. En 2022, la OMS lanzó una alerta sobre un número "inusualmente alto" de infecciones por Shigella (en este caso, del grupo sonnei), sobre todo en Reino Unido. Se bautizó con el nombre Shigella XDR y poseía resistencia a todos los antibióticos comúnmente recomendados: azitromicina, ciprofloxacina, ceftriaxona, trimetoprim-sulfametoxazol y ampicilina. Es la misma observada por los CDC.
A la alerta en este país, se sumaban varias naciones más, como Italia, Francia y Alemania. "La shigelosis multirresistente y extensamente resistente constituye un problema de salud pública debido a que se cuenta con muy pocas opciones para el tratamiento de los casos moderados o graves", prevenía, por aquel entonces, el organismo.
España también fue —y es— de los países en el punto de mira. Por eso, en marzo de ese mismo año, el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias emitía un comunicado en el que se informaba de la presencia de 19 casos en 2021 y siete en 2022 con el mismo patrón de resistencias que asolaba Europa. Por ello, se pedía que se incrementase la vigilancia de la shigelosis en nuestro país y más concienciación a los profesionales sanitarios sobre la tendencia creciente de resistencia a los antimicrobianos de la bacteria Shigella.
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"Lo que ocurre con la shigella no es sorprendente. Es una muestra más del problema al que nos enfrentamos", detalla al otro lado del teléfono Bruno González-Zorn, jefe de la Unidad de Resistencia a los Antimicrobianos de la Universidad Complutense de Madrid y asesor de la OMS. "Ahora hablamos del brote en Estados Unidos, pero esto es una pandemia silenciosa. Con noticias como esta, se hace más visible, pero este es un problema que llevamos observando muchos años", sentencia.
Resistencia compartida
Lo que el experto busca poner sobre la mesa es que el problema no debe focalizarse en una sola bacteria. Tal y como enumera, son muchas las que están experimentando resistencia contra los antibióticos y que preocupan a la comunidad científica y médica, como Escherichia coli, Enterococcus faecium, Staphylococcus aureus, Helicobacter pylori o la Salmonella. La situación es crítica y, a menos que se tomen medidas, hay estimaciones que afirman que, para el año 2050, este problema podría causar, aproximadamente, 10 millones de muertes.
El uso de los antibióticos, junto con su empleo indiscriminado, está detrás de esta futura catástrofe. Las bacterias adquieren la resistencia a los medicamentos gracias a mutaciones aleatorias de su ADN o mediante el intercambio de genes con otras cepas o especies y, ahí, Shigella es donde tiene mucho que decir y por lo que la situación se torna especialmente peligrosa. "Es bastante buena para compartir los genes de resistencia a antibióticos a otras bacterias, como la E.coli o la Salmonella", advierte González-Zorn.
Las declaraciones del experto y los datos dejan claro que este problema merece una respuesta coordinada a nivel mundial, sobre todo viendo que meses antes de la alerta de los CDC, en The Lancet Infectious Diseases, se publicaban dos estudios separados, en dos zonas geográficas completamente diferentes, que avisaban de este problema, uno elaborado en Washington, donde se detectó una cepa de Shigella con resistencia a varios fármacos (MDR) y otra, de nuevo, en Reino Unido. El que sean dos zonas separadas y que adviertan del mismo problema al mismo tiempo hace patente la gravedad del problema, aunque como incide González-Zorn, esto es sólo un exponente que sirve para visualizar lo que está sucediendo con otras bacterias.