La lucha contra la obesidad es un desafío de la salud pública a nivel global y, por supuesto, también a nivel nacional. Esta condición está estrechamente relacionada con las enfermedades cardiovasculares, la primera causa de muerte en todo el planeta. Por eso, los investigadores llevan décadas soñando con una solución fácil para el problema: por ejemplo, una píldora milagrosa que haga perder peso sin esfuerzo. Este sueño se asemeja bastante a los últimos resultados que están aportando unos conocidos medicamentos inyectables para la diabetes tipo 2, los análogos del GLP-1.
La investigación sobre los sorprendentes efectos de estas moléculas en la pérdida de peso se ha multiplicado en los últimos años y cada vez la familia es más numerosa: la liraglutida, la dulaglutida, la semaglutida o la tirzepatida. Ahora bien, en nuestro país sólo la liraglutida en dosis de tres miligramos está indicada para tratar la obesidad; el resto debería emplearse, de momento, únicamente para tratar la diabetes tipo 2. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) ha informado de que el suministro de dos fármacos a base de dulaglutida y semaglutida están en riesgo por su alta demanda.
¿Por qué se ha producido esta explosión de la demanda? Antonio Mas, médico especialista en Endocrinología y Nutrición, explicaba en un hilo de Twitter que su uso para tratar la obesidad se está haciendo cada vez más popular, a pesar de que no estén indicados para ello. "Esta popularidad está pillando de sopetón a la industria farmacéutica. Si fabricas un fármaco para la diabetes y tu cliente es la Seguridad Social preparas el stock para esta financiación pública. Si aparece una indicación masiva, como es la obesidad —aunque a día de hoy no está aprobada—, es muy difícil que las farmacéuticas puedan gestionar su stock", explica el experto.
Fármacos de moda
La Aemps ha alertado sobre problemas en el suministro de Trulicity de los laboratorios Lilly, cuyo principio activo es la dulaglutida, y de Ozempic de Novo Nordisk, a partir de semaglutida. Ambos son productos inyectables que deben administrarse una vez a la semana, pero su uso contra la obesidad no está todavía indicado. El análogo de GLP-1 cuyo uso sí está indicado para la obesidad en España es Saxenda, también de Novo Nordisk. Este medicamento se administra diariamente, cuesta al mes 270 euros porque no está financiado para la seguridad social y, según la lista de la Aemps de problemas de suministro activos, su abastecimiento no está en riesgo.
"El análogo de GLP-1 más reciente y que está más de moda entre los que quieren perder peso ahora mismo es Ozempic, la semaglutida", explica Mas. "Pero no porque sea más eficaz, sino porque se pincha una vez a la semana y, en vez de 300 euros, cuesta 150 euros al mes". Los análogos de GLP-1 están indicados para el control del azúcar en sangre en adultos con diabetes tipo 2 cuando no ha sido posible hacerlo a través de la dieta y el ejercicio, también cuando la metformina no se considera apropiada o en asociación con otros medicamentos para la diabetes, según explica la Aemps.
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Pertenecen a la familia de las incretinas, que son moléculas que genera el intestino en respuesta a la ingesta, advierten de que estás comiendo a varios sistemas: al páncreas le avisa de que debe generar insulina para contrarrestar la entrada de hidratos de carbono y al cerebro, que active la sensación de saciedad y desaparezca el apetito. Es decir, primero se descubrió su poder para incrementar la secreción de insulina y se hicieron famosos como medicamento para la diabetes tipo 2 y con el tiempo se observó que aumentaban la saciedad y, por lo tanto, las personas con obesidad sentían menos hambre, comían menos y, como consecuencia, adelgazaban.
¿Y los diabéticos?
Este poder adelgazante ha corrido de boca en boca porque los análogos de GLP-1 son el primer medicamento que ha demostrado efectividad para la pérdida de peso y seguridad en su consumo. Pero, ojo, porque este fenómeno plantea problemas: "La gente lo pide como quien va a la herboristería a por una hierba diurética", denuncia Mas. La falta de suministro de estos medicamentos afecta especialmente a los diabéticos que lo tienen recetado: de momento no es un tratamiento de primera línea, pero según el endocrinólogo, sus buenos resultados en la salud de estos pacientes están haciendo que se receten cada vez más.
"No sólo hacen perder peso. Estos medicamentos disminuyen la mortalidad, mejoran los resultados en diabetes y en enfermedades cardiovasculares. Esto hace que cada vez se recomienden más y es un problema que pacientes con diabetes se queden sin fármaco", dice el experto. Eso sí, Mas explica que los problemas de falta de stock con temporales y que si la empresa detecta más demanda producirá una mayor oferta en el futuro. De todas formas, la Aemps ha dado recomendaciones para evitar la falta de suministro de estos medicamentos.
La Aemps no reconoce abiertamente que la demanda haya aumentado porque se esté produciendo una indicación no autorizada en pacientes en pérdida de peso, pero sí que pide que se priorice "el uso de estos tratamientos de acuerdo a las condiciones autorizadas (control glucémico de pacientes con diabetes tipo 2)". Además, recomiendan a los médicos no iniciar nuevos tratamientos hasta que se garantice el stock y sustituir tratamientos con medicamentos del mismo grupo terapéutico.
Alimentación y deporte
Pero, si Trulicity y Ozempic no están indicados para la obesidad y requieren una receta, ¿por qué aumenta su demanda entre las personas que quieren perder peso? Estos medicamentos están aprobados y, aunque su uso en obesidad no está indicado, se sabe que funcionan para perder peso y, por eso, se recetan. "No sé hasta qué punto es legal o no, pero es el día a día de la Medicina", explica Mas. De hecho, se siguen estudiando estos efectos adelgazantes y se espera que en el futuro se apruebe la indicación de estos fármacos para la pérdida de peso. "¡Ojo! Porque Ozempic ya está en versión oral en Estados Unidos", dice el experto.
De todas formas, es importante aclarar que estos análogos de GLP-1 no son ninguna inyección milagrosa que tengan el poder de solucionar para siempre la obesidad y, de hecho, Mas los compara con otros métodos bastante conocidos como la cirugía bariátrica o la implantación del balón gástrico. "No hay otra manera para perder peso de manera duradera que el cambio de hábitos de vida. Estos métodos son como un golpe en la mesa y al principio te ayudan a perder peso, pero la clave es aprovechar el efecto del fármaco para cambiar tus hábitos", sentencia el médico.
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"Los pacientes te dicen: 'oye dame este fármaco que le ha ido muy bien a mi prima porque ni puedo, ni quiero hacer dieta y no tengo tiempo para hacer deporte'. ¡Entonces ni te lo plantees! Es una herramienta para que tú hagas el trabajo", comenta Mas. Las indicaciones para estos medicamentos sirven para garantizar que los beneficios superan los riesgos de usar un fármaco y, por eso, el experto explica que hacer de él un producto de uso masivo puede ser peligroso. Si lo toma una persona con un sobrepeso que no implique riesgos para la salud, estos medicamentos pueden su seguridad no está tan garantizada.