"¿Aquí cuándo llega?". Miguel Ángel Rubio está acostumbrado a oír esta pregunta en boca de sus pacientes y de los familiares de estos. Es una pregunta dura de contestar cuando la enfermedad que tratas lleva 30 años sin un medicamento nuevo con que combatirla: cualquier producto prometedor en ensayos clínicos se convierte en una esperanza. Sin embargo, Rubio está más cerca que nunca de poder responder esa pregunta de forma positiva, pues Estados Unidos acaba de aprobar un prometedor nuevo fármaco contra la esclerosis lateral amiotrófica o ELA. Y él lo está probando en su hospital.
Este jueves, la agencia reguladora de los medicamentos del país norteamericano (Food and Drugs Administration o FDA) ha dado el visto bueno a la combinación de fenilbutirato de sodio y taurursodiol, que ha recibido el nombre de Relyvrio. Los médicos y pacientes de ELA también lo conocen con otros nombres, como AMX0035, su denominación experimental, o Albrioza, como se llama comercialmente en Canadá, país que lo aprobó primero.
Ambos países han autorizado el fármaco basándose en un pequeño ensayo de 137 pacientes que, en teoría, no estaba previsto que sirviera para autorizarlo. Se trata de un estudio en fase 2, donde se comprueba la seguridad del fármaco en personas con la enfermedad (en la fase 1 se prueba en individuos sanos) y se mide su respuesta. Sin embargo, los resultados fueron tan prometedores que Amylyx, la compañía, decidió plantear su aprobación a las autoridades de ambos países.
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El visto bueno de la FDA abre la puerta a que la agencia europea, mucho más conservadora, se plantee acelerar su decisión sin esperar a que finalice un último ensayo, esta vez sí, enfocado a clarificar definitivamente la eficacia del fármaco y de cuyos resultados depende transformar la autorización provisional en los países norteamericanos en un espaldarazo definitivo.
Ese ensayo, llamado Phoenix, es el que está llevándose a cabo en el barcelonés Hospital del Mar, donde el doctor Rubio coordina la Unidad Funcional de ELA. "Hay una gran predisposición a participar", explica a EL ESPAÑOL. Aunque por razones de confidencialidad no puede decir cuántos pacientes entán enrolados en su centro, afirma que pacientes y familiares hacen todo lo posible por entrar en estos ensayos.
"El problema es que muchos de ellos no pueden continuar. Estos ensayos requieren un número de visitas de seguimiento y, a medida que avanza la enfermedad, al paciente le cuestan mucho más los desplazamientos para coger la medicación o hacer las evaluaciones necesarias".
Un único fármaco contra la ELA
Porque la ELA es una enfermedad devastadora, que ataca las células nerviosas que controlan los músculos, con lo que los pacientes dejan, progresivamente, de poder moverlos: las piernas, los dedos, los brazos… así hasta los músculos que facilitan tragar o respirar. La mayoría de pacientes mueren entre los tres y los cinco años después del diagnóstico.
El único medicamento disponible en Europa para su tratamiento es riluzol, que fue aprobado a mediados de los 90. Por eso, pequeños avances como el de Relyvrion son esperanzadores. Tomando dos veces al día, durante 24 semanas, el fármaco disuelto en agua, la enfermedad pareció ralentizar su declive entre un 25% y un 30%. Como expresaron algunos médicos que presionaron a la FDA para que aprobara el medicamento, esa era la diferencia entre poder subir las escaleras por sí mismos y no hacerlo.
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Las dudas que quedan sobre hasta dónde es efectivo el fármaco se verán despejadas con el nuevo ensayo, que se está realizando en 68 centros de todo el mundo, cuatro de ellos en España: el mencionado Hospital del Mar, el de Bellvitge (L'Hospitalet de Llobregat), el San Rafael (Madrid) y el de La Fe (Valencia).
"Estoy esperanzado desde la prudencia", comenta Juan Francisco Vázquez Acosta, neurólogo de la unidad de Enfermedades Neuromusculares del último centro. "La carrera contra la ELA no es de 100 metros lisos sino una maratón". Por eso, los prometedores resultados conseguidos hasta ahora deben ser corroborados.
Vázquez oyó hablar por primera vez del medicamento en un congreso en diciembre de 2019. Dos años después, y gracias la plataforma TriCals, una red europea de especialistas en ELA que facilita el acceso a cualquier ensayo sobre la enfermedad, ya estaba ofreciéndolo a un primer paciente. Hasta ahora lo ha ofrecido a 43. "Somos el centro en el mundo que más pacientes ha reclutado", afirma orgulloso.
Objetivo: cronificar la ELA
Aunque tanto él como Rubio tienen grandes esperanzas Relyvrio/Albrioza, son conscientes de un único fármaco no va a acabar con la enfermedad. "Nuestro objetivo es conseguir detenerla y para ello necesitaremos la acción combinada de distintos tratamientos, comenta Vázquez. "Además, la ELA es una enfermedad muy compleja y heterogénea y es muy probable que unos tratamientos funcionen o se toleren mejor en unos pacientes que en otros". Por eso, este fármaco, cuyos resultados definitivos se esperan para 2024, "es un paso en la buena dirección pero aún queda mucho camino que recorrer para conseguir nuestro objetivo".
La buena noticia es que este fármaco es el primero de muchos otros prometedores. Edaravona, que está aprobado en EEUU pero no llegó a hacerlo en Europa, está testándose en una formulación oral (en la que participa el laboratorio español Ferrer); pegcetacoplan, un medicamento para la hemoglobinuria paroxística, se está probando en adultos con la enfermedad; reldesemtiv, diseñado para mejorar la función muscular con una mínima estimulación nerviosa, está también en la última fase de estudio clínico. La plataforma Tricals está dinamizando la participación de los centros especializados en todos los tratamientos experimentales.
Otros fármacos están dirigidos a un grupo específico de pacientes con ELA. Tofersen, enfocado en aquellos que expresan una mutación del gen SOD1, ha mostrado una notable mejoría en uno de los marcadores de la enfermedad, aunque todavía tiene que demostrar que eso se traduce en un beneficio palpable.
"Creo que gracias a los actuales ensayos vamos a disponer de más tratamientos, que pemitirán retrasar cada vez más la progresión de la enfermedad", explica el neurólogo, también profesor de la Universidad de Valencia. La meta es "cronificarla, como ya ocurre con el cáncer. Para ello, será importante también aprender a distinguir qué tratamientos son más eficaces en qué pacientes, de nuevo como ocurre con el cáncer".
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Pero no todo frente a la ELA son los fármacos. El gran avance de los últimos años ha sido la creación de unidades multidisciplinares, donde un numeroso grupo de profesionales sanitarios colaboran en la atención a estos pacientes: neurólogos, neumólogos, psicólogos, rehabilitadores, enfermeros, fisioterapeutas, logopedas y hasta trabajadores sociales, entre otros, se están coordinando para mejorar la vida de estas personas con resultados muy positivos.
Miguel Ángel Rubio indica que no solo mejoran la calidad de vida "sino que impacta en su supervivencia. La atención en unidades multidisciplinares no es algo que lo decida un hospital o un especialista sino que las recomendaciones de las sociedades científicas lo contemplan".
En los últimos años ha habido un auge de estas unidades, pero no están plenamente implantadas en todo el país. Vázquez reivindica su expansión: "Se debe apoyar a las unidades de ELA que actualmente trabajamos en España con muchas dificultades, y se debe fomentar la cración de nuevas unidades para garantizar el acceso de todos los pacientes, algo que actualmente no ocurre".
En España se diagnostican unos 900 casos de ELA al año. En total, se estima que existen más de 3.000 afectados en todo el país y que una de cada 400 personas desarrollará la enfermedad. La carrera por encontrar tratamientos apremia, pero en el horizonte asoma un rayo de esperanza.