Los disruptores endocrinos químicos (EDC en sus siglas en inglés) se han convertido en uno de los principales desafíos para la salud en el siglo XXI. Sus efectos sobre órganos clave como la glándula tiroidea ya han sido estudiados de forma intensiva en los últimos años.
El Foro EDC, una reunión anual de expertos del sector público y privado que convoca la dirección general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, ha analizado recientemente los efectos de los disruptores endocrinos a nivel poblacional. Específicamente, los ponentes se han centrado en el conocido bisfenol A, y los productos que se están usando para sustituirlo. La conclusión es que pueden ser igual de dañinos.
El bisfenol A, más conocido como BPA, es una sustancia química industrial usada en la fabricación de plásticos y resinas desde la década de 1950. Los plásticos de policarbonato donde se encuentra el BPA se usan a menudo en recipientes que almacenan alimentos y bebidas, como las botellas de agua de plástico reutilizable.
[El catedrático más polémico: "No podemos aceptar que orinar plástico sea normal"]
Además, las resinas epoxídicas, que también contienen bisfenol A, se usan para recubrir el interior de productos metálicos como latas de conserva, tapas de botellas y conductos de suministro de agua. Este producto se puede encontrar incluso en algunos sellantes dentales y resinas.
Otras investigaciones han demostrado que elbisfenol A puede filtrarse a los alimentos y bebidas a través de los envases en los que se encuentran. Esto se relaciona con un aumento de determinados problemas para la salud, como la tensión arterial, el riesgo de diabetes tipo 2 y mayores enfermedades cardiovasculares.
El pasado abril, la nueva Ley de Residuos aprobada en el Congreso prohibió el uso de pajitas, cucharas de plástico de un solo uso o platos de plástico desechables, además de obligar a dedicar el 20% de la superficie de los supermercados a la venta de productos sin embalaje. El objetivo de estas medidas pasa por reducir el uso de plásticos, y por tanto de sustancias químicas susceptibles de funcionar como disruptores endocrinos. Es el caso del bisfenol A.
Muy recientemente -el pasado mayo- la Iniciativa Europea de biomonitorización humana (HBM4EU) analizó la exposición real de la población europea al bisfenol A. Determinaron que gran parte de los europeos poseen concentraciones elevadas de BPA en su organismo. Además, el 50% de las personas analizadas también poseerían otros bisfenoles menos usados como el BPS y el BPF, los cuales suelen usarse como sustitutos del bisfenol A.
Objetivo: bisfenoles cero
Hasta ahora, la Agencia Europea de Sustancias Químicas y los Estados Miembros de la UE habían analizado de forma individual las propiedades de cada disruptor endrocrino para evaluar su restricción o "rango seguro de exposición". Sin embargo, los médicos endocrinólogos analizan todas las vías, como la tiroides o la glándula suprarrenal, y tienen en cuenta el efecto de diversas sustancias a la vez. La combinación de varias sustancias, advierten, puede ser perjudicial para las vías hormonales.
La enfermedad tiroidea, por ejemplo, es una de las enfermedades endocrinas más comunes en Europa, afectando a millones de personas. En el foro, el experto en disruptores endocrinos y profesor de Toxicología Molecular Humana en la Universidad de Brunel (Londres), Andreas Kortenkamp, ha descrito la investigación que realiza junto a su equipo. Las hormonas tiroideas son de vital importancia para el desarrollo cerebral saludable, explica, y no estamos protegiéndonos adecuadamente de la exposición a diversas sustancias químicas que pueden dañarlo.
Actualmente se considera patológico que la glándula tiroidea no funcione con normalidad, pero los criterios actuales de disruptores endocrinos de la UE no reconocen los perjuicios que pueden tener dichos disruptores a nivel hormonal, alerta Kortenkamp. Por ese motivo, el especialista sugiere que estos criterios europeos deben cambiar para clasificar mejor las alteraciones dañinas en la glándula tiroidea.
Por su parte, el bisfenol A sí se encuentra reconocido desde 2017 como una "sustancia extremadamente preocupante" (SVHC por sus siglas en inglés) debido a su potencial para alterar las vías endocrinas. De hecho, la mayoría -sino todos- de los productos comercializados para bebés ya están etiquetados como "libres de bisfenol A". Sin embargo, ha surgido un nuevo problema asociado: la sustitución por otros bisfenoles que aún no han sido reconocidos como disruptores endocrinos, pero que pueden compartir diversas propiedades con el bisfenol A.
Durante el Foro EDC, expertos como la profesora Anne-Simone Parent, experta en disruptores endocrinos y profesora de Endocrinología Pediátrica en la Universidad de Lieja (Bélgica), ha destacado el peligro del bisfenol A en etapas infantiles. El hecho de que los diversos organismos europeos hayan decidido evaluar a los bisfenoles como grupo y no como sustancias individuales permitirá, explica Parent, determinar más fácilmente las regulaciones para estas sustancias de forma individual o grupal, y discernir qué productos realmente no requieren regulación.
A lo largo del próximo año se va a llevar a cabo la implementación de la Estrategia Química para la Sustentabilidad en Europea, incluyendo revisiones de archivos de importantes políticas como REACH, CLP y la Regulación de Productos Cosméticos. En cuanto a los disruptores, endocrinos, los participantes del foro han destaco la necesidad urgente de redoblar esfuerzos para erradicar los disruptores endocrinos, una amenaza para la salud humana como ya han evidenciado múltiples estudios sobre ellos.