Hubo una época, hay que remontarse a los años 80, en la que la gente se volvía loca con las pulseras biomagnéticas y sus increíbles poderes curativos. Su punto de venta eran las farmacias. Y por qué va a desconfiar uno de lo que venden en la farmacia, oigan. En España, tan pronto como llegó la moda, desapareció, pero en los Estados Unidos siguió y lo hizo hasta el punto de que un juez obligó a una empresa fabricante a pagar a más de 100.000 clientes el dinero que habían desembolsado (algunos habían pagado hasta 250 dólares) por estar comercializando un producto que prometía algo completamente falso.
Las farmacias son puntos de confianza y, de hecho, hay personas que acuden a ellas en busca de consejos médicos. En la mayoría de casos, todo irá bien, pero como ilustra el ejemplo anterior, no es oro todo lo que reluce. Eso es lo que intenta desentrañar Esther Samper, médico y divulgadora, en su libro, El lado oculto de la farmacia (Planeta), una obra que pone los puntos sobre las íes de los engaños a los que están sometidos los consumidores.
La homeopatía es, por ejemplo, uno de los temas en los que más incisión hace la autora. Más allá de la escasa evidencia científica y de los estudios que tiene en su contra, su uso puede llegar a tener consecuencias muy graves, como le ocurrió a Rosa, una mujer con cáncer de mama que decidió tratarse con homeopatía y murió al cabo de tres años. Cuando recurrió a un oncólogo fue demasiado tarde. "Todos aprendemos de nuestros errores", cuentan que dijo al final de sus días. Por historias como esta, es muy importante bucear en el lado oculto de la farmacia.
-Haciendo gala del título del libro, ¿cuál es el lado oculto de la farmacia?
-El lado oculto de la farmacia son todos esos productos supuestamente eficaces para diferentes indicaciones de salud, pero que, en realidad, no han demostrado tales efectos en ensayos clínicos, ya sea para varias indicaciones o para algunas de las que se recetan o se venden. Y ahí encontramos productos muy diversos, desde medicamentos homeopáticos, complementos dietéticos, productos antimosquitos, plantas medicinales... No es oro todo lo que reluce en la farmacia y tenemos que estar informados y precavidos con respecto a estos productos.
-La homeopatía es uno de los temas en los que más incides, sobre lo extendida que está, la poca evidencia que tiene y los daños que puede causar. En base a esto, ¿podría considerarse como una de las plagas del siglo XXI?
-Sí, estos productos no han demostrado su eficacia en ensayos clínicos. Ni están autorizados como medicamentos ni tampoco cuentan con registro sanitario. Están en una especie de limbo legal muy especial que mucha gente no conoce. Afortunadamente, hemos visto un cambio muy contundente en los últimos cinco años con respecto a la tolerancia frente a estas terapias, en el sentido de que el Gobierno ha tomado medidas para informar a la población y para analizar la eficacia de los medicamentos homeopáticos. De hecho, ahora mismo la Agencia Española del Medicamento, a lo largo de este 2022, probablemente termine su análisis y se vayan retirando poco a poco varios productos de homeopatía del mercado. Está cambiando la situación a mejor.
-Entonces, ¿por qué se siguen vendiendo en farmacias?
-Se ha hecho una especie de excepción con estos productos, porque en realidad con cualquier otro tipo de productos sería una estafa. Sería ilegal darles esas ventajas que tienen estos medicamentos, medicamentos entre comillas. Realmente no se puede entender, salvo que sea desde un punto de vista de tolerancia a este sector económico, porque desde un punto de vista sanitario no se entiende, no tiene ni pies ni cabeza. Tanto el supuesto mecanismo de acción, como los ensayos clínicos más rigurosos nos indican que es un placebo más. ¿Qué sentido tiene que esté ahí y que la gente piense que realmente son efectivos porque están con medicamentos y se venden en las farmacias?
-¿Podríamos decir que es una estafa?
-Sí, es una estafa legalmente permitida, que no se entiende salvo por el hecho de tolerar esta actividad económica.
-¿La homeopatía puede llegar a matar?
-Es cierto que casi todos son productos muy seguros, porque al final lo que tienes es principalmente excipientes, sacarosa y lactosa, ya que, a partir de ciertas diluciones, ya no encuentras nada de la sustancia original. El problema es que mucha gente está convencida de sus beneficios y puede decidir tratarse con estos productos en lugar de con medicina convencional, porque piensan que son también medicamentos. Ese es el principal peligro y puede hacer que determinadas enfermedades que tienen cura empeoren e incluso causen la muerte. Fue muy mediático el caso de Rosa, una mujer que tenía cáncer de mama y que probablemente se hubiera curado con un tratamiento convencional, pero cuando se dio cuenta de que los tratamientos que estaba recibiendo, entre ellos homeopatía, no funcionaban, fue ya demasiado tarde.
-Respecto al efecto placebo, hay médicos que recurren a él cuando no encuentran otra solución. ¿Es de verdad eficaz?
-Para empezar, tenemos que tener claro que no todas las enfermedades o síntomas van a responder al efecto placebo. Además, también depende de las características de las personas. Hay quienes responden más y quienes responden menos. Por ejemplo, sí que hemos visto que respecto al dolor u otros síntomas psicológicos, determinadas personas pueden aliviar bastante su padecer. Sin embargo, hay determinadas cosas con las que no va a funcionar, como un cáncer o un infarto. Lo que hay que tener en cuenta, entonces, es que el placebo puede tener beneficios, pero limitados y que, al final, es el último recurso cuando no tienes nada que sea realmente efectivo contra una dolencia. Y, aun así, como digo en el libro, no soy partidaria de que se tenga que engañar a los pacientes. Se tiene que informar a los pacientes sobre la eficacia de sus tratamientos. No hacerlo no me parece ético.
-Pero si se dice, ¿no se pierde el efecto placebo?
-Hace décadas se pensaba que, si lo decías, el efecto placebo desaparecía, pero en los últimos años sí han salido ensayos clínicos que nos dicen que, aunque le expliques a alguien que es un placebo, sigue teniendo un efecto equivalente. Ya no hay dilemas éticos.
-Una de las prácticas más habituales de muchos médicos es recetar mucolíticos y otros medicamentos para gripe y resfriados cuando, en realidad, tienen una eficacia muy reducida.
-Resulta paradójico la cantidad de estos medicamentos que se venden, teniendo en cuenta su eficacia científica tan limitada y que tenemos fármacos como el paracetamol y el ibuprofeno, que tienen eficacia claramente demostrada. Para aliviar síntomas banales se recurre a medicamentos que, muchas veces, su eficacia es directamente nula o realmente no tenemos ningún ensayo clínico que nos diga que puede ser útil. Se van recetando, desde hace décadas, casi como por inercia y en varias ocasiones la Asociación Española de Pediatría y algunas asociaciones médicas han dicho: "Oye, que nos estamos pasando". Los mocos, la tos, la congestión nasal son síntomas molestos, pero son muy triviales. Y estos medicamentos, sobre todo en niños o en personas de riesgo, además pueden causar efectos adversos importantes. De hecho, en ese episodio recalco que hay niños que han muerto por este tipo de medicamentos.
-Entonces, ¿qué debemos hacer para tratar un resfriado?
-Por ejemplo, para los mocos lo mejor es hidratarse bien. De hecho es lo típico que dice el médico: paracetamol, mucha agua y descansar. Si nos molesta mucho un dolor de cabeza o tenemos mucha fiebre, siempre podemos recurrir a un paracetamol o un ibuprofeno, pero, en general, tanto los mocos como la fiebre y la tos son mecanismos de defensa. La fiebre está hecha para que se actúe más eficazmente contra los virus y la tos es para expulsar toda la mucosidad. Lo que tenemos que hacer es beber mucha agua para que estén más fluidos y eliminarlos.
-A menudo se promocionan complejos vitamínicos para resfriados y otras decenas de dolencias. ¿Qué opinión te merecen?
-Son una cosa muy peculiar porque mucha gente los consume y realmente no los necesitan para nada. Se da la paradoja de que, precisamente, la gente más sana, la que tiene una alimentación más saludable y se preocupa más por su salud es la que más consume complejos vitamínicos, cuando no les van a hacer nada. Otra cosa es si estás embarazada, eres deportista de élite o tienes alguna enfermedad que te pueda provocar algún déficit nutricional. En casos de personas con dietas equilibradas no se ha visto para nada que haya un beneficio para la salud. De hecho, están viendo justo lo contrario.
-También señalas la cantidad de antidepresivos que se recetan, cuando en realidad, pasa lo mismo que con los mucolíticos y demás, no son lo que nos han vendido.
-Sí, recalco que tienen un papel muy importante para algunas personas con depresión grave, que en ellas puede suponer un gran beneficio, pero realmente no se recomiendan de primeras para la depresión leve y, en según qué casos, para la moderada. Estamos viendo que, en general, se está haciendo un mal tratamiento en España de la mayoría de casos de depresión, porque no hay recursos para tratar bien a los pacientes. Al final, psiquiatras y psicólogos hay muy pocos en sanidad pública y son los médicos de familia los que tienen que tratar estos problemas de salud, que tiran de estos medicamentos como parches. No lo olvidemos, que estos fármacos tienen importantes efectos adversos y en depresiones leves y moderadas las probabilidades de que cause algún beneficio son muy, muy bajas. Estamos hablando de que se calcula que, en depresión grave, de cada 100 pacientes tratados, 20 conseguirán beneficios con respecto al placebo. En casos leves y moderados esto es todavía muchísimo más bajo.
-Es cierto que estos medicamentos se recetan en muchos casos para dolencias que nada tienen que ver con la depresión.
-Esto es lo que se llama prescripción off-label. Se recetan para otras indicaciones que originalmente no es para la depresión, bien porque puede haber alguna indicación de eficacia o, algunas veces, aunque no haya eficacia ninguna, porque haya algún indicio muy débil. Aun así, detrás de este aumento del consumo de depresivos en tan poco tiempo hay muchísimos factores, como la medicalización de la vida.
-Llegamos aquí al punto en el que las farmacéuticas también pueden llegar a a ejercer presiones sobre doctores para que acaben recetando estos productos.
-Sí, de hecho, como hablo en el capítulo de los antidepresivos, hay casos juzgados y condenados de farmacéuticas porque hicieron marketing engañoso a médicos y prácticas de corrupción. En cuanto a los antidepresivos, ha habido un marketing muy intenso durante décadas, que nos llegó a convencer a muchos profesionales de que realmente el mecanismo de acción de los antidepresivos estaba claro y que su eficacia era mucho más alta de lo que hemos ido viendo en los últimos años.
-También cuentas que hay farmacéuticas que ejercen su poder desde la manipulación.
-Sí, un caso muy curioso en nuestro país fue el de los condoprotectores (utilizados para el tratamiento de la artritis), que en muchos países están con complementos dietéticos y aquí siguen todavía como medicamentos y financiados por todo el Sistema Nacional de Salud. Cuando el Ministerio de Sanidad decidió tomar medidas contra ellos en 2019 se inició una durísima campaña mediática contra la medida porque había salido en varios medios que el gobierno quería dejar desamparados a los pacientes de artrosis. La mayoría de esos medios se habían valido de un informe financiado por la farmacéutica Reig Jofre, que produce y vende condoprotectores.
-¿Cuál es el medicamento que todo el mundo ha recetado, que todo el mundo consume y que no sirve para nada?
-No lo digo en el libro, pero se deduce. Se vende sin receta y con mucha alegría el colágeno para las articulaciones y no tiene ningún sentido. Cuando tomas colágeno, lo destruyes en moléculas más sencillas a lo largo del tubo digestivo y, al final, lo que tienes son aminoácidos, que eso es como si te tomaras una gelatina o algo por el estilo. Se ha inflado el beneficio de esta molécula, pero como los tratamientos que tenemos tienen una eficacia bastante limitada, la gente se agarra a un clavo ardiendo, pero el colágeno no ha demostrado ningún beneficio a la hora de proteger, prevenir o tratar problemas articulares.
-Ahora que hemos entrado en el lado oscuro de la farmacia, qué podemos hacer para arrojar algo de luz.
-Por un lado, estaría muy bien que las autoridades sanitarias actuaran con contundencia contra la publicidad engañosa, que la vemos ahí en las principales cadenas de televisión y emisoras de radio y no pasa nada. Por otro lado, tanto los médicos como los farmacéuticos deberían ser honestos y explicar la eficacia de determinados productos, porque casi nadie que quiere comprar un placebo. También creo que la legislación en algunos sentidos es bastante mejorable. Por ejemplo, no le veo ningún sentido a que la homeopatía tenga esa condición excepcional, privilegiada con respecto al resto de medicamentos. No, no tiene ningún sentido.