En España, conocemos la dieta occidental como aquella que se integra principalmente por alimentos ultraprocesados: harinas y carbohidratos refinados, grasas ultraprocesadas, azúcares libres añadidos, y sodio en exceso. Tal y como alerta Consumidor Global, este tipo de dieta es la más común en países como el nuestro, y es una de las principales causas del sobrepeso y la obesidad en todo el mundo.
Sin embargo, aún no existen suficientes estudios y evidencia científica como para conocer todos los efectos que puede llegar a tener este tipo de dieta, tanto en niños como en adultos. Por ello, el Dr. Chris Van Tulleken, médico británico, ha realizado un documental para la BBC donde ha explicado su experiencia consumiendo mayoritariamente alimentos ultraprocesados durante 30 días: el 80% de su dieta se basó en este tipo de alimentos.
Según explica el propio Dr. Van Tulleken, varias encuestas sostienen que los niños de algunos países, como Reino Unido, recibirían dos tercios de sus calorías diarias a través de alimentos ultraprocesados, algo que lógicamente genera preocupación a sus padres.
Así pues, Van Tulleken inició una aventura de 30 días basando su alimentación en ultraprocesados. A pesar de que sostiene que la dieta que llevó a cabo podría sonar extrema, en realidad es un porcentaje muy similar al que consume una de cada cinco personas solo en Reino Unido, tanto adultos como niños.
Como desayuno, Van Tulleken empezó a tomar pollo frito, añadiendo una serie de alimentos hiper-palatables durante el resto del día. Al principio sus papilas gustativas sí parecían "disfrutar" del cambio, pero tanto su mente como su cuerpo empezaron a sufrir posteriormente. A los pocos días, tenía hambre todo el día, e incluso comenzó a sufrir antojos. Pero, además, pronto empezó a sufrir estreñimiento.
Tras el paso de tan solo 30 días, el doctor aumentó 6.5 kg de peso, de los cuáles aproximadamente la mitad fueron de grasa corporal. Según sus cálculos, mantener una dieta de estas características lo llevaría a aumentar más de 30 kilogramos en 6 meses (aunque esto es un cálculo aproximado y lineal, y el metabolismo humano no permite tanta precisión).
Como consecuencia, el índice de masa corporal o IMC de este médico aumento dos puntos en tan solo un mes, llevándolo al rango del sobrepeso. Por su parte, también se produjeron una serie de cambios hormonales. Sus hormonas del hambre (grelina) se incrementaron un 30%, aumentando su deseo de comer, pero sus hormonas de la saciedad (leptina) se redujeron, impidiendo así mismo inhibir este exceso de deseo.
Cambios en el cerebro
Los cambios más llamativos, con todo, se produjeron en su cerebro: al comparar los escáneres cerebrales realizados antes y después de los 30 días del experimento, se detectó que la dieta basada en ultraprocesados había provocado la creación de nuevas conexiones cerebrales en diferentes áreas. La dieta basada en ultraprocesados había vinculado los centros de recompensa del cerebro de Van Tulleken con las áreas que impulsan el comportamiento automático y repetitivo.
En otras palabras, comer alimentos ultraprocesados se había convertido en una función automática más, dando lugar a que este médico sintiese deseos de comer de forma inconsciente, incluso sin desearlo realmente y sin tener hambre. Se trata de conexiones cerebrales que también se han detectado en otros individuos, como las personas que sufren algún tipo de adicción.
Como recuerda Van Tulleken, los alimentos ultraprocesados se suelen producir de forma industrial. Contienen gran cantidad de ingredientes artificiales que buscan hacerlos más sabrosos y palatables que los alimentos corrientes, con el potencial abuso que esto conlleva. De momento, no hay suficiente evidencia para conocer todos y cada uno de los posibles perjuicios derivados de la combinación de estos cientos de productos añadidos, y menos aún sus efectos de forma conjunta.
Lo que si se sabe, según algunos estudios recientes, es que las personas que consumen principalmente alimentos ultraprocesados durante el día a día tienden a consumir al menos 500 kcal más diarias de media, en comparación a aquellos que no basan su dieta en estos alimentos, incluso cuando se ajustan al mismo contenido de sal, grasa y azúcar.
Como conclusión, Van Tulleken hace hincapié en la necesidad de regular el consumo de alimentos ultraprocesados, sobre todo y de forma más específica en los niños, cuyos cerebros aún no están siquiera desarrollados y son mucho más maleables. Los perjuicios ocasionados en ellos pueden ser incluso mayores que en un adulto.
Tambiém te puede interesar...
- El efecto más desconocido de los ultraprocesados que desvela un estudio español
- Éste es el ‘truco’ para saber si un alimento del 'súper' es realmente sano o no
- Casi el 70% de las calorías que consumen los jóvenes proviene de alimentos ultraprocesados