El Hospital de la Santa Creu i Sant Pau en Barcelona ha realizado un estudio que demuestra que combinar el ejercicio físico en casa con el consumo de aminoácidos de cadena ramificada y probióticos mejora "significativamente" la fragilidad en pacientes con daños hepáticos, y notablemente con cirrosis.
El estudio, publicado en la revista Hepatology Communications, tenía el objetivo de determinar si una intervención multifactorial marca una diferencia en la vida de los pacientes con enfermedad hepática caracterizada por la formación grave de cicatrices en el hígado, recoge Europa Press.
La investigación ha seguido 32 pacientes ambulatorios con cirrosis, clasificados como frágiles o prefrágiles según el Índice de Fragilidad Hepática, considerado un "factor primordial" para predecir hospitalizaciones, caídas y mortalidad por esta patología.
El ensayo dividió a los pacientes en dos grupos. Uno recibió la atención estándar y otro participó en un programa de intervenciones no farmacológicas. Estas consistían en ejercicio en casa combinado con suplementos de aminoácidos de cadena ramificada y probióticos multiespecies durante 12 meses.
Los resultados han demostrado una "notable mejora" de la fragilidad en los pacientes que han combinado el ejercicio en casa con aminoácidos y probióticos. Estos participantes presentaron tanto una disminución en sus puntuaciones del Índice de Fragilidad Hepática como una reducción de la incidencia de caídas y visitas a urgencias a lo largo del año.
Los investigadores han explicado que el estudio "abre una puerta hacia nuevas estrategias de tratamiento que pueden ser adoptadas ampliamente para beneficiar a más pacientes" porque demuestra la importancia de un enfoque holístico en el tratamiento de la cirrosis.
A raíz del estudio, los Servicios de Patología Digestiva, Medicina Física y Rehabilitación y Farmacia del Hospital Sant Pau han iniciado un programa asistencial que combina el ejercicio en casa mediante una app y aminoácidos para los pacientes con cirrosis.
Dónde encontrar probióticos
No siempre es sencillo encontrar productos en el supermercado que realmente sirvan para reforzar nuestra microbiota intestinal. Solemos recurrir habitualmente al yogur, que debe ser cuanto más natural mejor: en su etiquetado no debe contar con más que leche y los fermentos lácticos que dan lugar a la comunidad bacteriana.
El chucrut o sauerkraut nació como una forma de conservar los repollos durante más tiempo. Se elabora sumergiendo el repollo en agua con sal y dejándolo fermentar durante al menos dos semanas. No sólo es posible fermentar el repollo, sino también un gran número de verduras. Estas presentan una ventaja frente al yogur: tienen fibra y esta sirve para que las bacterias del intestino se alimenten.
Aunque puede resultar muy parecido al yogur, el kéfir es una bebida más probiótica si la producimos en casa. ¿Por qué? Los yogures del supermercado suelen pasteurizarse y con el calor de este proceso se eliminan muchos microorganismos beneficiosos. El kéfir se puede realizar en casa poniendo en una cantidad de leche el hongo que compone este organismo. De esta manera, se irá multiplicando en la nevera sin esfuerzo.
Finalmente, el consumo del miso o el natto -productos fermentados de la soja- se ha relacionado con un menor riesgo de muerte por todas las causas.