Siempre han estado entre nosotros, pero en los últimos años los alimentos probióticos se han vuelto mucho más interesantes. Sin duda, esto tiene mucho que ver con que el misterio de la microbiota está comenzando a desvelarse. Hasta hace poco sólo sabíamos que las bacterias que viven en nuestro intestino nos ayudaban con el proceso de digestión, pero ahora los científicos han observado que tienen muchos más empleos. Ahora bien, aunque es un terreno muy prometedor, todavía tenemos poca información sobre la microbiota.
Fortalecer el sistema inmunológico, prevenir el cáncer e, incluso, proteger de la depresión son algunos de esos beneficios que los expertos mantienen que podemos conseguir si creamos un buen ambiente para estas bacterias en nuestro intestino. Por desgracia, el intestino de las personas occidentales es un lugar algo hostil para ellas, pero se puede mejorar. Los antibióticos que han alargado nuestra esperanza de vida han tenido un precio en este empeoramiento de la microbiota, como explica el digestólogo Francisco Guarner en este artículo de EL ESPAÑOL.
Por supuesto, el abandono de la dieta mediterránea y la dependencia hacia los alimentos procesados es otra de las razones por las que este ecosistema propio se ha empobrecido. En este sentido, la alimentación es el principal aspecto en el que podemos incidir para mejorar esta comunidad de seres vivos que habita en nosotros y nos hace mucho bien, Pero, ¿cómo? Pues incorporando probióticos y prebióticos en nuestra alimentación. Los primeros ayudan a incorporar nuevas bacterias y los segundos les dan de comer.
Alimentos fermentados
De hecho, aunque los probióticos son una gran ayuda, muchos científicos sostienen que nos hacen falta más prebióticos, que no es otra cosa que alimentos con fibra. La fibra alimenta a las bacterias del intestino y, de esta manera, contribuye a que se reproduzcan y se forme una comunidad más fuerte. En cualquier caso, muchos alimentos que podemos preparar en nuestra casa pueden ser probióticos y prebióticos al mismo tiempo. El problema es que estas recetas no son tan populares en nuestro país como en los de nuestro entorno.
El probiótico por excelencia de los países del Mediterráneo es el yogur, pero no todos valen. Deberíamos buscar en el supermercado aquellos que sean naturales y que no contengan azúcares. Los dos únicos ingredientes que debe tener un buen yogur son la leche, también la leche en polvo, y los fermentos lácticos. El kéfir es otra opción válida y similar al yogur que, incluso, podemos elaborar en nuestra casa y observar cómo crece y crece esta comunidad formada por hongos y bacterias en la nevera.
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Fermentar en casa no es una costumbre demasiado arraigada en España, pero sí en otros países como Corea del Sur. En este país, la preparación de kimchi es toda una tradición y, de hecho, intercambiar recetas y productos para el kimchi es una práctica que recibe el nombre de kimjang y ha sido declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. El kimchi no es otra cosa que un plato elaborado a base de repollo fermentado en casa junto a otras verduras e ingredientes que le dan más sabor e, incluso, un toque picante.
Garantía alemana
Sin embargo, no tenemos por qué irnos hasta un país asiático para encontrar una tradición basada en la fermentación de verduras. Sin ir más lejos, en Alemania se prepara una elaboración parecida y que se sirve como guarnición de un montón de platos: es lo que se llama sauerkraut, o chucrut en español. El chucrut también es un repollo fermentado, pero mucho menos historiado que el kimchi coreano. Si alguna vez has comido en un restaurante alemán o en la propia Alemania, lo recordarás como la guarnición que ponen en multitud de platos, como las salchichas o el codillo. Aunque a muchos españoles no les hace mucha gracia por tratarse de un repollo.
Preparar chucrut era una manera que se utilizaba antiguamente para conservar el repollo durante más tiempo, con los años se convirtió en una delicia tradicional y ahora atrae a más consumidores por su capacidad para potenciar nuestra microbiota. Se puede elaborar en casa fermentando repollo durante un par de semanas sumergido en agua y sal. El chucrut se suele utilizar como guarnición de platos de carne y pescado asados, pero también como acompañamiento en un perrito caliente o, incluso, en ensaladas.
Al tratarse de un repollo fermentado también contiene un aporte importante de fibra en su interior. Por esta razón, se trata de una solución perfecta para cuidar de nuestra microbiota: por un lado, contiene los microorganismos de la fermentación que aumentan esta población en nuestro intestino y, por otro lado, aporta la sustancia de la que principalmente se alimentan estas bacterias. Ahora bien, no sólo es posible fermentar el repollo, sino también un montón de verduras diferentes que también prometen mejorar nuestra microbiota.