La comida china, con sus ricas texturas, sabores y variadas técnicas culinarias, ha dejado una marca indeleble en el panorama gastronómico mundial. En España, donde los paladares son cada vez más diversos y exigentes, la cocina china ha encontrado un lugar destacado entre las preferencias del gran público. Hemos aprendido a disfrutar de platos como el arroz tres delicias, el pato a la pekinesa, el rollito de primavera, la salsa agridulce y otras muchas recetas.
Este fenómeno de occidentalización ha generado interesantes debates y polémicas, como la que ha desatado el chef estadounidense de origen chino Ming Tsai. Formado en la escuela culinaria en Le Cordon Bleu en París y galardonado en diversas ocasiones por su cocina, como las Tres Estrellas de The Boston Globe, Tsai asegura que la cocina china occidentalizada ha perdido su esencia. Esas recetas, afirma, son mucho menos saludables que las verdaderamente chinas.
En declaraciones al medio estadounidense HuffPost, Ming Tsai aseguró que "cuando la comida china se americanizó, la proporción entre proteínas y vegetales cambió. Los estadounidenses quieren más proteínas y menos verduras. La razón por la que la cocina asiática es tan saludable es la mayor proporción de vegetales y proteínas en sus platos porque las proteínas son mucho más caras".
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Es por eso por lo que ha emergido una hornada de chefs de primera y segunda generación que promueven una nueva visión de la cocina china. Una que prioriza sus esencias, apostando por la frescura, la simplicidad y la inclusión de una amplia variedad de vegetales. Y tienen bien claro algunos platos que nunca pedirían en los restaurantes chinos tal y cómo los conocemos ahora.
Empanadillas (wontons)
A pesar de la creencia popular, este plato no es una creación china auténtica. Su origen se atribuye a Victor Bergeron, propietario del restaurante Trader Vic's. Aunque se convirtieron en un elemento popular en los menús de comida china para llevar, son una invención estadounidense poco saludable debido a su contenido de azúcar y lactosa, que no encaja con la dieta tradicional china.
Platos agridulces
Al igual que el pollo del General Tso o el pollo a la naranja, se presentan como un plato emblemático de la comida china. La técnica empleada para preparar estos platos es verdaderamente espectacular, añadiendo un cucharón de azúcar blanco puro al pollo y la salsa, mientras se voltean hábilmente en el wok sobre el fuego. Esa cantidad considerable de azúcar para lograr la consistencia espesa, almibarada y dulce, puede resultar alarmante.
Tallarines fritos
A pesar de su estátus como platos clásicos y a primera vista saludables con su inclusión de verduras y proteínas, pueden ser en realidad una fuente considerable de calorías vacías. La necesidad de evitar que los fideos se adhieran conlleva frecuentemente a la utilización de cantidades significativas de aceite, lo que incrementa su contenido calórico y de grasas.
Obesidad al alza
El 42% de los adultos estadounidenses son obesos, y la dieta occidental promedio incluye un exceso de sal, grasas saturadas, granos refinados y azúcares añadidos. Esto contribuye a una mala salud general y al aumento de enfermedades crónicas. A esto, se le une que la mayoría de los productos en los supermercados son poco saludables y altos en calorías vacías.
Como consecuencia, la hipertensión y el colesterol alto causados por el consumo excesivo de sal son las principales causas de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Las cifras, por tanto, no son nada halagüeñas.
En este sentido, un estudio publicado en The Lancet demuestra que los hábitos alimentarios en la principal potencia mundial está reduciendo la esperanza de vida de un gran número de personas. Las muertes vinculadas a la alimentación superan incluso a las provocadas por el tabaquismo. De hecho, cerca del 50% de los fallecimientos por enfermedades cardíacas en Estados Unidos, que ascienden a casi 900 al día, se atribuyen a una dieta deficiente.