A pesar de que la alimentación ha sufrido una clara revolución en el último siglo, no todo han sido beneficios para el consumidor final. La seguridad alimentaria ha mejorado enormemente y las intoxicaciones alimentarias son cada vez más raras, siempre y cuando se respeten los protocolos de seguridad tanto a nivel empresarial como en el domicilio particular. Sin embargo, no todo son alegrías.
Como explica la Amy Sha, doctora de la Universidad de Harvard, los aditivos alimentarios campan a sus anchas en los alimentos procesados y ultraprocesados que se consumen hoy en día. Y estos compuestos, aunque estén aprobados para su consumo, no tienen un efecto inocuo.
Además, aunque cada vez más consumidores siguen la recomendable práctica de leer las etiquetas, no siempre se puede saber realmente cómo interpretar los códigos y nombres científicos de los aditivos. Hoy repasaremos cuatro ingredientes que potencian el hambre en lugar de saciar, y que los expertos de Harvard recomiendan evitar en la dieta.
[Estos son los principales aditivos alimentarios que debes evitar aunque sean seguros]
Glutamato monosódico
El glutamato monosódico, muy conocido por su relación con la comida china, se ha usado como potenciador del sabor durante años. Sin embargo, como explica la Dra. Sha, esta sustancia también potencia la producción de insulina por parte del páncreas, aumentando la sensación de hambre.
De hecho, el consumo de glutamato monosódico se ha relacionado con aumento del riesgo de diabetes y obesidad, y se considera una excitotoxina. En caso de intoxicación por exposición a grandes cantidades, podría aumentar la excitación de las células cerebrales, las cuales funcionarían sin un claro control y podrían continuar en ese estado hasta la muerte celular.
Harina refinada
Las palabras "refinado" y "procesado" se usan indistintamente para referirse al proceso de modificación de los alimentos para hacerlos más palatables y fáciles de consumir. En el caso de las harinas, este procesamiento consiste en eliminar el salvado y el germen, alargando así su vida útil. Sin embargo, esto también provoca una eliminación de vitaminas, minerales y fibra dietética.
Las harinas blancas en especial destacan por su elevado índice glucémico, dando lugar a elevados picos de azúcar en sangre, y disparando los niveles de insulina como consecuencia. Esto, finalmente, potencia la reacción de hambre, lo que explicaría por qué tenemos ganas de comer más poco después de consumir pan blanco en lugar de cereales integrales.
Azúcar añadido
En paralelo a las harinas procesadas, tenemos el azúcar blanco, azúcar añadido o azúcar procesado. Si bien son carbohidratos diferentes, sus efectos sobre el organismo son similares entre ellos. Al igual que con la harina, provocan rápidos picos de glucemia en sangre, que a su vez bajan de forma drástica, aumentando así la producción de insulina y el hambre secundaria.
Una vez se empieza a consumir azúcar, es complicado controlar la ingesta. De hecho, se sabe que su consumo produce liberación de dopamina, un neurotransmisor relacionado con el circuito de recompensa cerebral. Así, si consumimos azúcar, inconscientemente buscaremos más. Los refrescos, zumos comerciales, bollería y otros alimentos ultraprocesados son claros ejemplos de estas situaciones.
Gluten
Finalmente, está el gluten. Como explica la Dra. Sha, aunque está naturalmente presente en muchos alimentos, también es una sustancia habitual en los alimentos procesados. Su consumo, en estado refinado, se habría relacionado con síntomas inflamatorios en ciertos grupos de personas dadas sus similitudes con el azúcar libre, dando lugar a irritación intestinal.
La especialista recomienda evitar los productos con gluten durante un mes y observar la evolución: si hay menor hinchazón estomacal y menor sensación de antojos, es posible que este gluten refinado sea el causante. Las dietas sin gluten, de por sí, no han demostrado ser una opción "más saludable", pero el gluten procesado sería un caso diferente y a tener en cuenta si se sufren problemas intestinales.
Polifenoles, lo que hay que tomar
Para finalizar, la Dra Sha recomienda potencial el consumo de otros alimentos, sobre todo aquellos ricos en polifenoles. Además de todos sus beneficios para la salud, sobre todo a nivel cardio y cerebrovascular, estos antioxidantes también contribuirían a un mejor control del hambre y los antojos.
Así, algunos ejemplos de alimentos ricos en polifenoles serían los aguacates, bayas, brócoli, cerezas, frutas cítricas, café, semillas de lino, chocolate negro, legumbres, mangos, frutos secos, aceitunas, cebolla, calabaza, espinaca, té verde y las especias.