La palabra menopausia fue empleada por primera vez por el médico francés C.P.L. de Gardanne en 1816. Según él, era el término idóneo para describir "la edad crítica" de las mujeres. Hablaba, incluso, del "infierno" femenino. Han pasado más de 200 años desde aquello. Tiempo suficiente para que, a la luz de la ciencia, el discurso hubiera cambiado. No ha sido así. Al menos, el hegemónico.
Como describen las expertas en materia, la menopausia a día de hoy sigue encasillada en discursos pasados. Y, dicho sea de paso, bien alejados de la realidad. No obstante, en los últimos años, han aparecido brotes nuevos sobre el tema. Nuevas voces que invitan a repensar sobre ella como una nueva etapa vital, desterrando por completo el concepto de enfermedad.
"Cada vez hay una masa crítica más grande que, al compás del feminismo, ha ido visibilizando la menopausia", indica a EL ESPAÑOL la ginecóloga Alberta Mª Fabris.
Para muestra, un botón. Entre finales de 2022 y 2023 se han publicado casi una veintena de libros con un discurso completamente distinto al de Gardanne. El último, una reedición de Nuestra menopausia (Capitán Swing) escrito en 2007 por la psicóloga y especialista en gerontología feminista Anna Freixas. "He leído varias veces el texto original de este libro con una mirada crítica y, en líneas generales, su contenido me parece plenamente vigente", denuncia la autora.
Algunos brotes verdes
"No parece haber habido grandes planteamientos que hayan supuesto un giro copernicano y puesto en cuestión lo que sabíamos hasta ahora acerca de la menopausia y toda la parafernalia que la envuelve", prosigue. Sin embargo, sí concede que se ha encontrado "algunas maravillosas excepciones".
A títulos como el suyo, se suman libros como Señoras: una guía integral de la salud en la menopausia (Arpa Práctica) —coescrito por Fabris—, Hablemos de la menopausia (Oberon), Menopausia. No hay reglas (Larousse), Menopausia, una mirada feminista desde el buen trato (La catarata), Disfruta de tu menopausia y aprende a cómo vivir esta etapa con plenitud (Alienta) o La mujer renovada (Salamandra), entre otros.
"La menopausia, entendida como periodo vital, es una etapa por descubrir, es un libro en blanco. Decir que es un momento sin reglas es literal, física y metafóricamente hablando. Las directrices culturales establecidas no funcionan", escribe Mireia Grossmann en Menopausia. No hay reglas.
Como aclara la ginecóloga Miriam Al Adib, autora de Hablemos de menopausia, lo que se ha entendido como menopausia corresponde, efectivamente, a un constructo social.
Cuenta que en una ocasión coincidió con la antropóloga Sumaira Rashid, cuyo trabajo se ha centrado en analizar la construcción social, cultural y biomédica de la menopausia en Punyab (Pakistán). "Las mujeres decían que se les iba la regla y no asociaban este evento con nada más. Al preguntarles por los sofocos, dolores articulares, etc., ellas no lo achacaban a la menopausia, sino a que eran problemas de salud por la edad, por estar preocupadas por sus problemas familiares, por la pobreza", recuerda.
Al hilo, esta era la opinión del colectivo médico del país: "Ellos no veían la necesidad de añadir la menopausia como una cuestión médica más, consideraban que esto de tratar la menopausia es para mujeres occidentales".
Un juego perverso
Todas las expertas reiteran por activa y por pasiva que la menopausia no es una enfermedad. He aquí el juego perverso que denuncian. Como apunta Carme Valls, médica y directora del programa Mujeres, Salud y Calidad de Vida, "después de años de pasar de puntillas sobre este periodo de las vidas de las mujeres, dirigido hábilmente por el marketing de algunos productos farmacéuticos, se quiso unir la menopausia a todo lo que significara pérdida de vida, dolor y decrepitud corporal, hipertrofiando el papel de la pérdida de la menstruación".
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"La argumentación de retener la feminidad se ha ido desprestigiando con los años y ha evolucionado hacia un discurso sobre el mantenimiento de la salud. Necesitamos preguntarnos qué es lo que las mujeres de mediana edad realmente necesitan en términos de salud y si de verdad requieren la ingestión general de hormonas", pregunta Freixas.
Lo mismo se lee en el libro de Grossmann: "Nos venden la menopausia como una enfermedad que necesita ser tratada con medicamentos. Nos convertimos en pacientes y en consumidoras de un floreciente mercado de productos médicos y paramédicos. Eso mueve mucho dinero".
Con la llegada de esta nueva etapa vital, es cierto que pueden aparecer una serie de síntomas. Como desarrolla la Asociación Española para el estudio de la Menopausia (AEEM), el fin de la actividad ovárica acarrea una caída en la producción de las hormonas femeninas, parte importante de muchos procesos orgánicos. Es normal, pues, que haya algún desajuste que cause problemas. Una revisión de The Lancet advierte que el 80% de las mujeres experimentarán algún síntoma, aunque no de forma agresiva.
El nuevo discurso que acompaña a los libros citados aboga por el hecho de que una buena alimentación y ejercicio son las mejores líneas terapéuticas que se pueden usar para afrontar la llegada de la menopausia. También el sexo, un ejemplo con que el Fabris ilustra lo que puede ser el inicio del cambio: "La AEEM recomienda ya masturbarse. Es una cosa que me parece súperrompedora porque quien lo dice ahora es una sociedad científica".
Como aclara la ginecóloga en su libro, la ausencia de estrógenos ováricos puede generar sequedad y hacer que la piel y la mucosa se vuelvan más sutiles y frágiles. Si la mucosa se mantiene activa, por ejemplo a través de la masturbación, se puede paliar el problema. También es recomendable para los problemas de sueño que pueden acompañar la llegada de esta etapa vital.
Un cambio de actitud
La defensa de estas prácticas viene avalada por análisis científicos. Publicado también en The Lancet, denuncia que "el estigma, la vergüenza y la falta de concienciación pública" sobre la menopausia han llevado a dos extremos: o que sea un sufrimiento silencioso o que se medicalice en exceso.
El cambio está llegando, pero después de 200 años, es complicado derribar un discurso de golpe y porrazo. En Nuestra menopausia, Freixas ha incorporado una encuesta poblacional sobre el tema. Un 28,15% de la población femenina cree que esta etapa vital es algo positivo, un 56,3% tiene una posición neutra y un 15,5% una negativa. Los datos dan la razón a las palabras de Fabris de al principio de este artículo. Cada vez son más las que piensan en ella sin miedo.
A esos datos, hay que añadir uno adicional. Según la encuesta, las mujeres más jóvenes son las que más identifican las ventajas de hablar del tema y no ocultarlo socialmente. A la luz de sus resultados, Freixas reflexiona en el libro: "Quizá la menopausia está dejando de ser uno de los secretos mejor guardados en la vida de las mujeres, para convertirse en un momento vital como cualquier otro".