El sueño de una energía limpia e infinita se aleja: el mayor proyecto de fusión nuclear se retrasa 10 años
La reunión del Consejo del ITER ha situado el comienzo de los experimentos con plasma en 2035 cuando, en principio, estaban agendados para 2025.
3 julio, 2024 02:35Los grandes proyectos científicos internacionales tienen algo de gafe. Se trata de proyectos esperanzadores que abren multitud de puertas pero luego parecen desinflarse y acaban adelantados por otro tipo de iniciativas más pequeñas. Le pasó al Proyecto Genoma Humano en los años 90 y ahora está pasando las mismas dificultades el gran proyecto colaborativo internacional para lograr la fusión nuclear, la energía segura, limpia y barata que promete revolucionar el mundo.
Hace unos días, en la 34º reunión del Consejo del ITER (Reactor Termonuclear Experimental Internacional, por sus siglas en inglés) se estableció la nueva senda de trabajo, fijando para 2035 el inicio de las primeras pruebas de su reactor.
El problema es que, en un principio, estaba previsto que lo hiciera en 2025.
Y no es el primer retraso que sufre. Puesto en marcha en 2006 en Cadarache, al sureste de Francia, con el apoyo de la Unión Europea, Estados Unidos, India, Japón, Corea del Sur y Rusia, su plan inicial era comenzar experimentos con plasma en 2016.
Con los retrasos llegan, claro, los sobrecostes: la revista Scientific American reveló el año pasado que el proyecto, que inicialmente estaba presupuestado en 5.000 millones de euros, había superado los 20.000 millones.
Las razones del nuevo retraso no están claras. El director de comunicación del ITER, Laban Coblentz, ha explicado a New Scientist que la pandemia y la muerte del anterior director general, Bernard Bigot, en 2022, así como el descubrimiento de varios defectos en la construcción han impactado seriamente en los planes de desarrollo del proyecto.
El revuelo generado ha forzado a que el nuevo director, Pietro Barabaschi, comparezca en rueda de prensa este miércoles 3 de julio, para explicar la nueva agenda del macroproyecto.
Mientras tanto, los hitos siguen sucediéndose en el campo de la fusión nuclear y el optimismo empresarial está más alto que nunca.
Al otro lado del Atlántico, el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore de EEUU (perteneciente al Departamento de Energía federal) ha logrado generar energía neta por fusión nuclear —es decir, que produce más energía de la que gasta— hasta cuatro veces desde diciembre de 2022.
Ese año marcó un hito en la inversión privada para lograr la fusión nuclear. Desde 2018, el número de empresas dedicadas a este fin se ha multiplicado, pero fue 2022 cuando entró el dinero a espuertas: el sector acumuló hasta 4.700 millones de dólares, un 139% respecto al año anterior, según el informe de la Asociación de la Industria de la Fusión.
Eso sí, 2023 no se ha quedado atrás: el último informe anual ha constatado un crecimiento de 1.400 millones de dólares hasta los 6.000. Han aparecido 13 empresas nuevas y son ya 43 las registradas por esta asociación, que también advierte de un gran impulso desde China, aunque reconoce no disponer de datos concretos.
Cuando el Proyecto Genoma Humano se puso en marcha, en 1990, se estimó unos 15 años en completarlo. Pero en 1998 surgió Celera Genomics, del biólogo Craig Venter, que prometía lograrlo en tan solo tres.
Para evitar el fracaso del Proyecto Genoma Humano, el Gobierno de Estados Unidos tuvo que mediar: había invertido mucho dinero en el programa público. En el año 2000, el por entonces presidente americano Bill Clinton llevó de la mano Craig Venter y a Francis Collins, director de PGH, para anunciar el hito de la secuenciación del genoma humano (en realidad, se completó en 2003).
Tokamaks y confinamiento magnético
La carrera por la fusión nuclear está experimentando algo similar. Mientras los megaproyectos se enquistan, se lanzan iniciativas privadas enfocadas en pasos concretos del proceso.
Claro está, se benefician de los avances previos. El ITER se basa en un modelo de reactor de tipo tokamak, que tiene forma de un dónut en cuyo interior circula un plasma calentado a millones de grados Celsius y que se contiene por medio de poderosos imanes.
El tokamak y el confinamiento magnético son los abordajes clásicos de la fusión nuclear. De hecho, aunque comenzó a operar en 2006, los orígenes del ITER (y de su tokamak) remiten a los años 80.
En el laboratorio Lawrence Livermore optan, sin embargo, por lo que se llama confinamiento inercial, basado en el uso de láseres sobre pequeñas esferas de combustible.
Las empresas privadas están probando con reactores más pequeños y variaciones. Los avances en superconductores están permitiendo nuevos enfoques, más ágiles, y la consolidación de la tecnología permite procesos de ensayo y error que luego se busca escalar.
Vista la competencia, el ITER ha optado por una estrategia arriesgada. Laban Coblentz ha comentado a New Scientist que prefieren esperar a generar experimentos que reporten pequeños beneficios y que la misión del ITER se enfocará más a un centro formativo para investigadores de todo el mundo que en la transferencia de tecnologías.
Más allá de este megapoyecto hay otros que toman las riendas de la investigación pública ne distintos países. Además del Lawrence Livermore son punteros el reactor KSTAR coreano, que en abril consiguió el hito de mantener temperaturas de 100 millones de grados durante 48 segundos, 18 más que el récord anterior establecido en 2021.
En Japón ha comenzado a operar el JT-60SA, actualmente el reactor experimental de fusión más grande del mundo y hermanado, por cierto, con el ITER, que espera poder aprovechar algunas de sus soluciones tecnológicas.
El optimismo es alto. El último informe anual de la Asociación de la Industria de Fusión incluye una encuesta hecha a las empresas asociadas a mediados del año pasado. De 40 que respondieron, 20 creen que la primera planta de fusión nuclear estará distribuyendo energía a la red eléctrica entre 2030 y 2035.
Preguntadas cuándo se demostrará una eficiencia suficiente para hacer este tipo de energía viable comercialmente, hay 13 que responden en esa misma franja de tiempo, y otras 13 que lo hará entre 2036 y 2040.
Con todos los reveses del mundo, el 'Santo Grial' de la energía parece estar a la vuelta a la esquina.