La sonrisa que se borró durante once años de acoso escolar: "He vivido triste, sintiendo que no me merecía ser feliz"
Ha publicado un libro titulado 'Después del eclipse' con las consecuencias que el bullying le ha provocado en su salud mental y en la vida adulta
19 febrero, 2023 07:00Once años de acoso escolar. Eso es con lo que ha tenido que convivir Esther Olivares, una joven palentina, que ha residido la mayor parte de su vida en Pamplona, y que ahora vive en Valladolid; lugar donde estudió la carrera de Periodismo y del que se enamoró.
Una historia muy larga. Comenzó a sufrir bullying a los seis años y la pesadilla terminó con 17. El colegio y el instituto eran en el mismo barrio y, por ende, las mismas personas. “Cuando era pequeña no era consciente. Se metían conmigo porque tenía caspa, era bajita y mi madre estaba gorda. Me empujaban. Me tiraban bolitas de goma o hierba. Me sentaba entre dos personas y jugaban conmigo como si fuera una pelota”, de este modo recuerda Esther cómo comenzó su martirio.
Lejos de ir a menos con el paso de los años, fue a más. Cuando llegó la adolescencia quedaban con ella “y no aparecían”. Un gesto que le provocaba una “sensación de vacío y marginación”. En la infancia reconoce que se “callaba más” pero cuando era más adulta se lo decía a sus padres. Ellos acudían al instituto, pero las soluciones no aparecían.
“En los institutos no se hace nada, solo dan una charla”, cuestiona. Bajo su experiencia, cree que algunos aspectos para poder erradicar el acoso escolar pasarían por “contar casos y que se conciencien. Trabajar con los niños. Conocer historias y experiencias”. Además, lamenta que el sistema educativo “está mal planteado” puesto que se enfoca en lo teórico y deberían hacerlo más en “temas transversales”.
Esther no ha sido consciente de todo lo que ha vivido hasta que ha comenzado a ir al psicólogo. Momento en el que descubrió todo lo que había callado durante años. No tiene ninguna duda: “Me he pasado toda mi vida triste”. Una realidad a la que acompaña el haber padecido ansiedad, depresión y la agorafobia, entre muchas otras. Ha vivido cosas que consideraba normales: “Estar triste es normal, sentirte culpable es normal, hasta que vas al psicólogo y te das cuenta de que no. Le das la vuelta a lo que vives”.
Una de las cosas que más ha sufrido es la “sensación de culpa, de sentir que no me merecía la felicidad”. Olivares está convencida de que los niños “son esponjas” y que te acaban “convenciendo de tus defectos” y de que “no mereces una vida normal”. El mayor pensamiento que ha ido arrastrando con los años, y que aún sigue presente, es la sensación de “no tener nada que haga que otra persona me pueda querer”. Un sentimiento de ver a sus amigos y tener la sensación de que “no les importo o soy prescindible”. Esto ha ido cambiando con el tiempo, hay días “que no era capaz de ir a comprar el pan”. El cambio de Pamplona a Valladolid es lo que le ha hecho evadirse y encontrar nuevas aficiones: “Me gusta el arte, la música, estoy en un grupo de teatro y en un coro. Me ha ayudado mucho”.
“Expresarme sin tener que poner la cara”
Todo el sufrimiento y aprendizaje con el que ha vivido le ha permitido sacar a la luz su obra ‘Después del eclipse’. Un libro con el que muestra su superación y que le ha servido para expresarse “sin tener que poner la cara”.
Todo comenzó hace dos años y medio cuando decidió subir pequeños fragmentos a un blog personal. Vio la respuesta del público y le hizo animarse a condensar todo en un ejemplar, con el apoyo de sus familiares y amigos. Lo que más le ha sorprendido es “el cariño y la respuesta de la gente”. Esther se ríe y confiesa que creía que “no lo iba a comprar nadie”, pero “está siendo una locura”. El libro son pequeñas reflexiones sobre un aspecto diferente. Todos relacionados con la salud mental y las consecuencias que ha tenido en "mi salud mental y vida adulta" el acoso escolar.
Una de las cosas que más le gusta son las "historias que hay detrás, la cercanía de la gente". Algunos de sus amigos se han sorprendido porque "no sabían todo lo que había vivido". Este libro es un reflejo del camino que ha atravesado: "He encontrado la forma de darle la vuelta a lo vivido, de sacar el lado positivo de algo que me ha hecho mal".
Para ella, los eclipses reflejan "que detrás de la oscuridad, hay luz". Por eso, "la gente solo ve la oscuridad, pero yo desde dentro veo toda la luz que tengo". Cuando peor estaba, era el momento en el que escribía, "ese punto de luz en medio de todo lo malo".