La famosa canción que interpretaba Concha Velasco, 'Mamá, quiero ser artista', se ha quedado totalmente obsoleta, mamá, ya no quiero ser artista ahora quiero ser famoso.
Sí, ahora me gustaría ser youtuber, instagrammer, tiktoker o cualquier otro tipo de influencer donde trabaje poco y gane mucho dinero.
No es oro todo lo que reluce. Estas personas que triunfan en estos medios suelen llevar mucho trabajo detrás, aunque sí es verdad que siempre hay algunos con “suerte” que se dedican a ganar dinero saltando de reality en reality y creando cuentas en redes sociales. En ellas explican cómo se hacen un bocadillo de atún o dónde van a ir de vacaciones con el novio o novia de turno.
Alerta, si nuestro hijo nos dice que quiere ser famoso, es el momento de sentarse con él a analizar el objeto de su petición. No partamos de un no rotundo, hay que ver qué es lo que quiere hacer y cómo pretende conseguirlo.
Nuestro hijo está viviendo en un mundo tecnológico donde diariamente ve como estas personas ganan dinero, hacen viajes y tienen gente que les adora y es normal que pueda sentir atracción hacia ese tipo de vida “fácil y banal”, pero en realidad desconoce el submundo que hay detrás de esta gran mierda pintada de purpurina.
Por eso necesita de la ayuda de un adulto para poder ver los pros y contras que tendría dedicarse a algo similar, analizándolo desde un punto de vista totalmente imparcial. Es decir, si vamos a hablarlo con él no llevemos ideas preconcebidas, estudiemos que está pidiendo y enseñémosle la cara B de esta profesión.
Muy pocos de los que lo intentan llegan a poder monetizar sus cuentas en las redes, y los que lo consiguen han realizado un trabajo muy duro desde el inicio de montaje de vídeo, dicción, maquetación, estudio de mercado, y han pasado por muchas penurias...
El resto son intentos fallidos de influencers que podrán conseguir pases para un evento y hacerse cuatro fotos con los realmente famosos, pero que nunca llegarán a nada porque tienen en su mente que vale más el postureo que el trabajo duro.
Todos sabemos que el triunfo viene acompañado de sacrificio y mucho esfuerzo. Sea lo que sea a lo que te vas a dedicar, la formación es esencial y debe ser constante en el tiempo.
Tienes que seguir estudiando y creciendo. Nunca quedarte anclado en tu zona de confort. Hay que salir de ella, experimentar, fallar, y volver a empezar.
Esa idea es la que hay que transmitirles a nuestros vástagos, que todo sacrificio tiene su recompensa a medio o largo plazo. Que puede haber gente que lo consiga de una forma rápida, pero igual que llega, puede irse.
Apoya a tu hijo, no juzgues ni coartes sus deseos, aunque no los comprendas. Deja que lo intente, ayúdale dándole herramientas para trabajar en lo que le guste, pero siempre desde la cultura del esfuerzo.
Todos sabemos que nadie regala nada y por eso tiene que ser el mejor en lo suyo, escoja lo que escoja.
El salto generacional existe y habrá cosas que no comprendas. Ten en cuenta que no todos van a querer ser ingenieros o médicos, y que lo importante es que sea feliz levantándose cada día con una sonrisa para ir a trabajar haciendo algo que le motive, le llene y le realice como persona.
¡Que la vida son dos días!...