Cuando se cumplen los 100 primeros días de los gobiernos municipales tras las elecciones del pasado 28M, la ausencia total del PSOE en la provincia de Alicante ante cualquier debate es más que relevante. Sobre todo en la capital que ya está dentro del Top 10 de las ciudades más pobladas de España y se supone que ya tiene voz autorizada para defender sus intereses en Madrid.
La portavoz socialista, Ana Barceló, apenas se deja ver y poco sabemos de ella. Quizás a través de algunas declaraciones por Whatsapp sobre debates que abren otros, como la estación intermodal de la que nada está decidido.
¿Qué opina Ana Barceló sobre el modo en que previsiblemente va a retorcer el presidente en funciones Pedro Sánchez la Constitución Española? ¿No se vanagloriaba de ser abogada dando lecciones a los demás sobre Derecho cuando era consellera de Sanidad? O es que ahora no puede hablar.
En un momento en que toda España está expectante observando cómo se socavan los cimientos sobre los que se construyó su democracia nacional, tampoco nadie en el PSOE provincial que lidera Alejandro Soler dice nada. Bajo perfil y mutismo absoluto. El que se mueva no sale en la foto, como bien ha comprobado Redondo Terreros.
¿No hay ni un socialista en toda la provincia con opinión, con criterio, con espíritu crítico? Lo más sorprendente es que ni siquiera emergen dirigentes socialistas a la luz pública para apoyar los planes del líder. No vaya a ser que Sánchez los cambie en unos días, por ejemplo diciendo que no se va a aprobar la amnistía y que vamos a una repetición electoral, y el que hable ahora quede retratado autodescartándose automáticamente para la próxima etapa.
Se supone que el sistema político español se sustenta en la representación territorial y para eso cada cuatro años se eligen 12 diputados y cuatro senadores en la provincia que representan los intereses de todos los alicantinos en las Cortes Generales. Intereses en la provincia de Alicante que tienen que ver con la financiación autonómica, con las infraestructuras o con los servicios -como en la mayoría del otro medio centenar de provincias del país- que nada tienen que ver con exonerar a un prófugo que tras delinquir huyó en el maletero de un coche (y a otros mil de su secuaces).
Alguien en el PSOE de Alicante debería levantar la voz y decir que hasta aquí hemos llegado. Que hay que hablar ya de las necesidades reales. Que no ha sido elegido para un puesto en el coro, sino para luchar por lo que es justo. Pero en la práctica todos sabemos que las maquinarias de los partidos se imponen y estos parlamentarios solo tienen como función ser palmeros de lo que los dirigentes nacionales decidan en cada momento.
Total, todavía les quedarían otros cuatro años para autoconvencerse y tratar de convencer a los demás de que la gestión de esta crisis política ha sido la acertada. Y así una y otra vez.