Alicante

Madrugada de cualquier jueves del año. Entre las dos y las cuatro de la mañana. Joaquín Gangoso se levanta, como lleva haciendo todas las semanas, y graba con el móvil desde su balcón: dos 'pubs' abiertos, gente gritando y cantando y un ruido "insoportable" que no deja dormir a nadie en toda la calle. 

La estampa se repite al día siguiente, y al siguiente, durante todo el fin de semana, en la que se acentúa porque muchos más pubs se suman a la fiesta. Incluso en la madrugada del domingo para el lunes. No es una rutina exclusiva de Gangoso: cientos de vecinos la repiten a diario, acosados por el exceso de ruido. 

"No podemos más", dice. La asociación de vecinos que preside, Laderas del Benacantil, lleva años luchando por poner coto a la actividad "sin medida" de algunos establecimientos que hay en toda la zona del Casco Antiguo, conocida también como El Barrio.

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"No se trata de cerrarlos o buscar el cese de la actividad inmediata; hay muchos asociados que tienen negocios en la zona, de hostelería o de alojamiento. Pero es necesario racionalizarlo porque hace años que se nos ha ido de las manos". 

En una reciente reunión con personal de la Concejalía de Urbanismo, de hecho, los vecinos solicitaron actualizar la normativa existente desde 1991 y aplicar una reducción de horarios, pero no obtuvieron una respuesta positiva. "Todos son largas y excusas", dice. "Y nadie se toma en serio el problema, por eso estamos como estamos". 

Varios jóvenes en el Casco Antiguo, en un conato de pelea. Redacción

Una denuncia en el Ayuntamiento

La situación, de hecho, no solo se ha frenado sino que ha ido a más. Hasta el punto de que este mismo jueves Gangoso presentó una nueva denuncia en el Ayuntamiento, "tras una noche horrible y sin poder dormir". En ella explica, básicamente, que en la madrugada del miércoles al jueves, a las dos de la mañana, los "gritos, risas y chillidos" les despiertan a su mujer y a él, y descubre que un local de la Plaza Quijano, que debería de tener un horario limitado hasta la 1:30, sigue abierto. 

No solo eso: aunque los veladores se han recogido, "las han cambiado por mesas de pie en el exterior, donde la gente sigue hablando y cantando en voz alta". 

"¿Se pueden cometer más infracciones?", se pregunta. "Pues se cometen porque saben que no tiene repercusión, que la policía pasa una vez cada incontables veces que ocurre esto o se les llama, y cuando lo hacen no suele ocurrir nada pues o no se saben la normativa, o no conocen la situación de los locales, y no exigen y multan por no tener en la entrada el tipo de local y horario que debe tener".

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"Paso despierto hasta las tres de la mañana, con tapones puestos y, se imaginan, maldiciendo a quien en teoría debería dar solución al problema. Y esto que aquí resumo es el pan nuestro de cada día de las personas que vivimos en el Casco Antiguo, en calles muy específicas y delimitadas, que todos conocen, y abriendo entre semana apenas 2,3 ó 4 pubs que causan todo el problema", dice.

La situación se multiplica el fin de semana, con unos 25 locales abiertos, que "traen ruido, menores y destrozos". "El Casco antiguo es hoy un espacio sin ley, con la complicidad y la vergüenza de la administración que lo apoya con su dejadez e inanición continuada en el tiempo", concluye.