Clara Sanchis y Pablo Rivera protagonizan 'Cortázar en juego'.

Clara Sanchis y Pablo Rivera protagonizan 'Cortázar en juego'.

Teatro

Clara Sanchis y Pablo Rivera pintan la 'Rayuela' de Cortázar sobre las tablas del Teatro de La Abadía

Natalia Menéndez dirige una obra que surge a partir de los trabajos del autor argentino, con los que juguetea y recupera su espíritu lúdico.

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Con el mismo espíritu lúdico que el propio Julio Cortázar gastaba en sus textos, cuarenta años después de su muerte, José Sanchis Sinisterra y Clara Sanchis dan vida a las palabras del autor de Rayuela en una obra de teatro protagonizada por la propia Sanchis, junto a Pablo Rivero, y con Natalia Menéndez (Madrid, 1967) como maestra de ceremonias.

Se trata de “una historia sobre nuestras contradicciones, erotismos, sueños y sospechas. Sobre nuestra capacidad para rebelarnos y atrapar el instante que contenga belleza y humor”, describe a El Cultural la directora escénica sobre esta obra que podrá verse en el Teatro de la Abadía hasta el 7 de noviembre.

Cortázar en juego es, particularmente, un homenaje, “un viaje peligroso, divertido y deslumbrante”. Creado a partir de los textos del escritor, sus relatos y Rayuela, su emblemática novela, “pasando por sus Cronopios o su teatro radiofónico menos conocido”, en él, todos estos elementos “se imbrican como en un collage o en una suerte de muñeca rusa”, donde “confluyen casi en permanente diálogo el miedo y el deseo, la crítica hecha con un humor sorprendente; el sueño y la vigilia se pelean por mostrar el amor a la palabra y la mirada de ayer que, de nuevo, es hoy”. 

Ambientada en los años 70, en ella Sanchis y Rivero juegan cómplices sobre las tablas. “Ambos tienen ganas de expresar de muchas maneras la magia -avanza la directora-, de desnudarse y vestirse con gracia, con sabor a café o con sensualidad. Tienen ganas de bailar, de pintar, de romper la razón y saltar encima de los sentidos y de sensaciones que esconden misterios, silencios, rabia o dolor. Tienen ganas de divertirnos y divertirse con bailes singulares y cantos de estatuas en jardines, que pertenecen a lo que escondemos y solo podemos mostrar a través del humor y de la poesía”.

La propia Menéndez muestra su admiración por el escritor argentino. "Me gusta cuando Cortázar pacifista me hace temblar y sonreír a la vez; cuando me sorprende con su lucidez crítica y, casi al tiempo, me catapulta en el absurdo o en el surrealismo del simple cotidiano".

Una escena de 'Cortázar en juego'

Una escena de 'Cortázar en juego'

Y como él, muy pendiente de los sentidos y sus texturas, la obra juega con los recursos propios del teatro para recrear el fantástico universo literario del escritor argentino. Así, cuenta Menéndez, “el vestuario nos aporta el perfume de los años 70 y juega con las transformaciones de las prendas”, mientras que “los sonidos de los velcros que nos quitamos y ponemos, se conjugan con una utillería que se transmuta y se ríe del mundo”.

El espacio sonoro se sitúa en una emisora de radio, “pero también cabalga y vuela entre el jazz, el acordeón y los aviones”. Con ello, “buscamos ofrecer los estilos que dibuja Cortázar y apostar para no pasar por alto por todas las pequeñas cosas que se nos meten en los pies impidiéndonos caminar a gusto o, al contrario, revelarnos esos detalles que hacen que la vida merezca la pena".