¿Te suenan las frases "¡No es justo!" y "¡Es que los mayores no me entienden!"? Son algunas de las pronunciadas por uno de los personajes de anime más conocido de nuestra historia, el pequeño pollo negro Calimero. Caracterizado por su carácter inconformista y su sensación constante de incomprensión, ha pasado a formar parte del imaginario colectivo de numerosas generaciones.
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Su comportamiento, aplicado a la vida real, ha dado lugar al llamado "síndrome de Calimero". ¿En qué consiste? ¿Cómo saber si lo tengo? ¿Cómo salir de él de forma exitosa?
¿En qué consiste?
El síndrome fue identificado y descrito por primera vez por el psicoanalista Saverio Tomasella, quien publicó un libro del mismo nombre, en 2017. Las personas que padecen este síndrome tienden a quejarse de forma constante, ocultando un profundo sentimiento de injusticia. Suelen victimizarse, quedarse ancladas en la oposición y buscar un beneficio en la queja, entre ellos, el amparo.
Esta actitud se define por una prolongación en el tiempo y una repetición constante de estas quejas. Estas pueden ser benéficas, ayudando incluso a buscar soluciones. Se convierten en un problema cuando suponen una autocompasión repetitiva y conforman un patrón. Algunas personas permanecen atrapadas en estas quejas y no logran expresarse de otra manera, como si se hubiera convertido en su único medio de comunicación.
¿Por qué aparece?
Varios factores pueden explicar este comportamiento. Las personas que padecen este síndrome suelen tener un pasado emocionalmente conflictivo, marcado por experiencias injustas en su infancia o adolescencia que no llegaron a solventar. La falta de atención en estos momentos, o incluso la humillación, el rechazo o el abandono, pueden haber contribuido a esta sensación constante de injusticia.
En muchas ocasiones, las quejas se dirigen a acontecimientos sin demasiado impacto en la vida cotidiana, como un café demasiado caliente o una lluvia abundante. Ocultan traumas más profundos y quejas sobre asuntos de mayor relevancia que estas personas nunca han podido expresar.
¿Cómo afrontarlo?
"Concretamente, los Calimeros pueden intentar sustituir la queja con la expresión descriptiva y objetiva de un evento o sentimiento, en lugar de sentir lástima de sí mismos.
Por ejemplo, en lugar de decir 'siempre me toca a mí', explicando su problema, 'hoy fui al cajero automático a retirar dinero. El dispositivo se tragó mi tarjeta. Estoy furioso, no tengo más medios de pago'. Esto evita la amalgama de autocompasión. Uno expone a los demás muy claramente el problema. En este caso, pueden preocuparse y ofrecer su ayuda.
Cuando nos quejamos en general, nadie puede ofrecernos una solución concreta", aclaró Saverio Tomasella, en una entrevista concedida a Psychologies.
¿Cómo ayudar a un Calimero?
Permanecer junto a una persona con este síndrome también puede suponer un reto en el día a día. En este sentido, el experto recomienda tomar el tiempo de escuchar para entender lo que de verdad le ocurre. Esta actitud puede ser suficiente a la hora de tranquilizar a una persona con este síndrome.
Cuando es insuficiente, es importante darle a entender que no somos capaces de aportar soluciones constantes a su malestar, con frases tan directas y sencillas como "Puedo escucharte y esforzarme pero tienes que encontrar soluciones a tus problemas", según recomienda el psicoanalista. Es una manera efectiva de invitar al Calimero a buscar ayuda profesional para identificar los problemas de fondo.