En 2016 se eligió a Rijeka como la Capital Europea de la Cultura 2020 y desde entonces se han aunado todos los esfuerzos para trabajar en este proyecto que tiene como objetivo posicionar no solo a Rijeka y a la región, sino a toda Croacia como destinos culturales a nivel europeo.
De esta forma, esta ciudad croata abrió el 2020 con este distintivo y para celebrarlo se preparó un gran espectáculo para demostrar su diversidad y creatividad: Ópera Industrial. Se trata de la tercera ciudad croata con 130.000 habitantes y ha formado parte de un turbulento siglo XX, por el que ha pasado el Imperio Austro-Húngaro, el Estado Libre de Rijeka, Italia, la Alemania nazi y Yugoslavia, para acabar conformándose como Croacia.
Rijeka también es muy conocida por sus carnavales, que ya forman parte de su legado al tratarse de unos espectáculos donde sus proyectos artísticos provocadores contrastan con el conservadurismo que rige este país con una gran influencia por parte de la Iglesia católica.
Ubicada en la bahía de Kvarner y en la desembocadura del río Rjecina, Rijeka cuenta con el principal puerto de Croacia. En la zona de la costa se encuentra el Mercado de Placa, lugar donde compran los locales y un lugar ideal para conocer desde la perspectiva del turista. A lo largo del puerto se puede dar un paseo por el Molo Longo, el muelle largo, que ofrece la posibilidad de apreciar una vista de la ciudad desde el mar.
El centro histórico es otro perfecto lugar para pasear y conocer, donde destaca su larga calle principal, el paseo de Korzo: principal arteria peatonal donde los locales de tiendas, bares y restaurantes se asientan. Destaca el edificio de la Municipalidad y la Torre del Reloj, que data del siglo XVII y el arco que hay debajo de ella sirvió de entrada a la ciudad fortificada de antaño. La plaza de Ivana Koblera es una de las más animadas, donde se encuentran algunos de los restaurantes y bares de moda.
Como patrón y protector de esta ciudad croata se identifica a San Vito, por eso hay una catedral dedicada a él y con su mismo nombre. Se trata de una estructura en forma octogonal, de estilo barroco y del siglo XVII. Su arquitectura sorprende por no ser la popular entre otras catedrales europeas, con grandes artificios, torres y cúpulas.
Subiendo a la colina de Trsat, que hoy día forma parte de la ciudad, se pueden ver las grandes casonas de la época en la que Rijeka perteneció al Imperio Austro-Húngaro.
También se puede visitar el castillo de Trsat, una antigua fortaleza romana que data del siglo XIII y que hoy alberga un espacio donde se ofrecen exposiciones de arte, además de un restaurante. El Santuario de Nuestra Señora de Trsat es una iglesia construida en el sitio donde a finales del siglo XIII estuvo la Casa de María, trasladada desde Nazaret a este sitio por miedo a que las cruzadas. Solamente estuvo aquí un par de años porque posteriormente fue trasladada a Loreto, en Italia, donde se encuentra en la actualidad.
Se trata de uno de los lugares de peregrinación cristiana más importantes del país ya que se considera que no es posible su traslado por humanos y la leyenda cuenta que los ángeles fueron los artífices de esta proeza. Frente a la puerta se encuentra una estatua de Juan Pablo II, como recuerdo de su visita en 2003.
No hay que olvidarse del potencial de la gastronomía croata, haciendo del viaje a Rijeka todavía más espectacular. La forma de cocinar y elaborar los platos tiene mucho que ver con la influencia mediterránea. La pasticada es uno de los platos más populares de la gastronomía croata y se prepara a base de carne de ternera o buey, en un guiso con vino, especias y verduras. El cevapi es un plato donde se combina una especie de salchichas con pan esponjoso y cebolla.
Finalmente, un plato de influencia musulmana es el burek, en el que el relleno puede ser de carne, queso fresco, patatas con carne o espinacas, u otras variedades. Algunos de los postres más destacados son el atrakli, la tarta macarana, la orehnjaca o el strudel de manzana.
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