Las redes sociales se esfuerzan por facilitar la accesibilidad a sus plataformas también a las personas con discapacidad visual o auditiva desarrollando mejoras para ellas y trabajando con otras aplicaciones que hacen que su experiencia sea igual que la del resto, como hemos contado alguna que otra vez en La Jungla. Sin embargo, aunque los avances son palpables, esta relación de tú a tú no funciona si una de las partes no emplea la empatía con la otra.
Uno de los mejores ejemplos que se han visto en este tiempo es el que ha compartido la escritora y periodista argentina, Verónica Sukaczer, que además de escribir libros y ganar premios de literatura infantil y juvenil fue diagnosticada de hipoacusia bilateral severa a profunda cuando era una niña. Cuenta ella misma en su perfil de Twitter que su vida, desde que las mascarillas han llegado y no puede leer los labios, es mucho más complicada.
Así que las redes podrían ser para ella una alternativa perfecta, pero no es así cuando la gente se empeña en comunicarse con ella a través de audios. Ahora que incluso el Instagram se ha rendido a los mensajes de voz, cada vez más utilizados por los usuarios, Verónica se ve obligada a explicar que no son accesibles para ella. No obstante, lo que le sucedió hace algunos días fue la gota que colmó el vaso.
Un documental sobre sordos
La escritora ha compartido con sus seguidores una captura de pantalla del mensaje privado que le ha llegado a través de Instagram, explicando que le habían invitado a formar parte de un documental sobre personas sordas y ella les había preguntado sobre el enfoque del trabajo. La persona que estaba al otro lado envió cuatro audios y terminó escribiendo únicamente "y los prejuicios sobre las personas sordas o hipoacúsicas":
Verónica responde si se han dado cuenta de que "mandaste cuatro audios a una persona que no puede escucharlos" y no ha hecho falta nada más para que su tuit se haya hecho viral sobrepasando las 200.000 reacciones en la red social y motivando comentarios como estos, algunos de ellos dejando claro que este tipo de situaciones se dan con más frecuencia de la deseada:
Los tuiteros preguntaron a Verónica cómo había reaccionado la persona que había enviado los audios y confirma que, contra toda lógica, no solo no se murió de vergüenza sino que se hizo la ofendida:
Es más, explicó la escritora con detalle el reproche que le habían hecho:
De hecho, se ha visto obligada a trasladar que sabe que existen aplicaciones que transcriben los audios, pero que le obligaría a hacer un esfuerzo extra cuando "hay otro modo de comunicarse" más sencillo para ambas partes, como es la palabra escrita:
Finalmente, Verónica ha recordado que lo más fácil es preguntar antes de meter la pata:
Una lección fácil y aplicable a muchas más cosas en la vida.