Que ninguna persona se sienta excluida cuando empleamos el lenguaje es uno de los objetivos del lenguaje inclusivo al que cada día se apunta más gente. No parece este, por lo tanto, ningún objetivo oscuro, pero aun así la Real Academia Española se empeña en dibujarlo como la mayor pesadilla de nuestros días, y para la institución cualquier excusa es buena a la hora de deslegitimarlo y apelar a la forma genérica masculina que se contempla en el español.
La última de esas apariciones estelares ha ocurrido en Twitter el pasado mes de octubre ante la consulta de un usuario a modo de gracieta: "Tengo una duda: este famoso lenguaje inclusivo, ¿es una jerigonza o un galimatías?". La RAE contestó que "lo que comúnmente se ha dado en llamar 'lenguaje inclusivo' es un conjunto de estrategias que tienen por objeto evitar el uso genérico del masculino gram., mecanismo firmemente asentado en la lengua y que no supone discriminación sexista alguna".
Lo que para la RAE no supone una discriminación, sí lo es para diversos colectivos que emplea este lenguaje, lo difunde y hacen activismo para que los académicos lo contemplen de una vez por todas. Una de las últimas defensas virales sobre el tema la ha escrito la lingüista Virginia Buedo y ha suscitado miles de reacciones en la red social al suponer una contundente respuesta al argumentario habitual de los señores de la Real Academia:
Buedo ha empezado explicando que "todas las palabras son inventadas" y que "una lengua existe porque una comunidad de hablantes llega al consenso de que determinados sonidos o signos hacen referencia a determinada cosa":
De hecho, pone varios ejemplos para comprenderlo con facilidad:
Y poco después ya entra de lleno en el tema de las academias de la lengua:
Defiende Buedo que son útiles cuando "quieres unificar territorios conquistados" para que "ese consenso de hablantes que os he comentado antes sea más amplio" y se pare la "atomización del lenguaje". Sin embargo, señala también el problema que supone al ser la lengua "una cosa viva que evoluciona con sus habitantes": "Las reglas teóricas son una cosa y el uso práctico es otra", remarca.
Y en esa encrucijada, es donde más chirría lo que está sucediendo con el lenguaje inclusivo:
Buedo valora, con todo, que es fundamental conocer las normas y manejarlas correctamente para que "luego puedas decidir pasártelas por el forro":
Y así, con criterio, que cada uno decida si emplear o no el lenguaje inclusivo por mucho que diga la RAE.