El peligroso viaje de una pareja en Pontevedra: dormidos en un patito hinchable y a la deriva
En La Jungla. La pareja vivió momentos de pánico cuando se despertaron en mitad de la ría de Pontevedra tras quedarse dormidos a bordo de un pato hinchable.
4 julio, 2019 03:13Noticias relacionadas
En el mar conviene no despistarse ni un segundo y estar siempre alerta para evitar disgustos. Esta es la lección que seguramente haya aprendido la pareja gallega que ha protagonizado una peculiar singladura a bordo de un flotador con forma de patito este martes en aguas de la ría de Pontevedra.
Relajados por el sol y la brisa del verano, se subieron al flotador en la playa de Lourido, situada en el municipio de Poio, y se quedaron sumidos en un sueño profundo. Rafael y su novia aseguran que solo echaron una cabezada durante unos minutos; pero fueron suficientes para que las corrientes y el viento les desplazasen hasta la costa situada enfrente, donde se ubican varias instalaciones industriales a las afueras de la ciudad del Lérez.
A relaxing siesta on patito hinchable in Ría de Pontevedra 😂😂😂https://t.co/9xwhmZPd38
— Fabián Pérez (@Fabian10_) 3 de julio de 2019
Ambos han asegurado a Diario de Pontevedra que "tuvieron momentos de tensión" cuando se dieron cuenta de que estaban a la deriva y no podían regresar a la playa de la que habían salido. "Pudimos coger un palo y con él decidimos acercarnos a la zona de Lourizán, que estaba más cerca de nuestra posición", precisó Rafael. Eso sí, navegaban con el miedo a que el flotador pudiese sufrir un pinchazo al chocar con alguna roca, pero afortunadamente no ha fue así.
La vuelta a casa, en coche
Así, con el palo a modo de remo, bogaron poniendo rumbo al arenal de Os Placeres, en la parroquia pontevedresa de Lourizán. Cuando estaban próximos a su destino, una patrulla de la Policía Local y otra de la Policía Nacional les ofrecieron apoyo tras haber recibido la alerta de que un patito hinchable estaba a la deriva por la ría.
Al tomar tierra por fin en perfecto estado, los agentes y los vecinos les facilitaron la comunicación con un conocido que fue a por ellos en coche para trasladarlos al punto de partida. En total, habían recorrido en línea recta por el mar la friolera de 2,01 kilómetros.
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