El rejoneador Diego Ventura volvió a dejar claro en la Maestranza que es el número 1 en lo suyo. Tras una faena redonda y explosiva, cuajó a un buen quinto de la ganadería de San Pelayo, al que cortó una faena con rotundidad, que incluso tuvo aroma a un posible rabo.
También ganó la partida en su tierra a Guillermo Hermoso de Mendoza, hijo del gran rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, el cual lleva años sin torear con Ventura sobre todo en las plazas del norte de España precisamente por otro veto.
La labor del jinete de La Puebla del Río a ese quinto fue completa de principio a fin. No dio ni un segundo de tregua para que bajara la intensidad, ya que desde que lo enceló de salida a lomos de 'Guadalquivir' el público ni pestañeó.
Recorrió la plaza llevándolo de costado y en los cuartos traseros, para rematar las carreras con cambios de dirección pegado a las tablas y piruetas ajustadísimas en la misma cara del animal.
En cortó lo atacó bastante porque acabó desfondado ante la intensa faena en los medios, a donde le llegó prácticamente a los pitones en cada embroque con el espectacular bayo 'Bronce'. Cabalgando sobre él clavó un soberbio par a dos manos de compleja preparación.
Ya con el tordo 'Guadiana' con dos banderillas cortas al violín y dos rosas prendidas con una brillante ligazón la plaza fue un hervidero. Aunque tardó en caer, también por su bravura, tras matarlo a la primera le fueron concedidas dos orejas con absoluta unanimidad. También para compensar las que perdió de su primero al fallar con el acero y ante un animal con clase, pero menos colaborador.
Al contrario que Ventura, Guillermo Hermoso de Mendoza se fue de vacío de la Maestranza después de triunfar con fuerza en anteriores ediciones. Falló con los aceros, pero también le faltó cierta garra para que su trastero calara en los tendidos.
El tercero de la tarde perdió el celo muy pronto, aunque el navarro tampoco estuvo acertado al pasar varias veces en falso por la cara del animal. Con el sexto salió con ganas tras el triunfo de Ventura, pero tampoco consiguió tocar pelo.
Las faenas de Sergio Galán tampoco tomaron vuelo, estuvo correcto, pero no logró emocionar. Los galopes de costado de Berlín presagiaban un trasteo de más éxito, que se fue apagando a media que la lidia avanzaba, al igual que su primero. Con el sexto, más colaborador, tampoco consiguió conectar con el tendido.