Hoy se despide uno de los mayores éxitos de Netflix y el que también es uno de los grandes fenómenos televisivos que nos ha dado la ficción española. Se trata de Élite, la serie creada por Carlos Montero y Jaime Vaca, que acaba de estrenar la octava y última temporada en la plataforma.

Las Encinas abrirá sus puertas por última vez para ofrecer a los espectadores una nueva entrega de 8 episodios, que al igual que los anteriores, prometen estar llenos de secretos, corrupción y desenfreno.

En esta ocasión, la trama girará en torno a la llegada a Las Encinas de los hermanos Emilia y Héctor Krawietz, líderes de la asociación de antiguos alumnos del instituto. Su irrupción en Las Encinas hará temblar los cimientos de un colegio que, una temporada más, será testigo de muchos secretos y acontecimientos que marcarán un antes y un después en la vida de sus alumnos. 

Influyentes, poderosos, corruptos y corruptores, los hermanos Krawietz sembrarán el caos allá por donde vayan. Tal y como ha adelantado Netflix y como se puede ver en el avance, los hermanos destrozarán las vidas de los que caigan en sus redes. 

Con motivo de esta despedida, repasamos todas las cosas positivas que nos ha dejado la serie y por las que quizá se ha ganado un hueco entre los títulos más memorables de la plataforma.

Una trama que engancha

Aunque bien es cierto que la serie ha ido perdiendo fuelle y no todas las temporadas han sido igual de reseñables, también es verdad que la serie supo enganchar a su público desde el primer episodio. Su trama, desquiciada y poco realista quizá, siempre ha sido muy retorcida y era capaz de plantear un misterio central que generaba suficiente interés a su público.

Además, quien se quedase a verla por pura desconexión, también encontraría el producto que buscaba, porque Élite nunca ha pretendido ser una ficción con una trama híper desarrollada, y se puede decir que el propósito de entretener lo ha cubierto.

La representación importa

Otro de los aspectos a destacar de Élite es su apuesta por mostrar una realidad diversa en cuanto a incluir personajes con diferentes orientaciones e identidades sexuales. Aunque se echara de menos que hubiera tipos de cuerpos más variopintos y menos normativos, hay que reconocer que la serie no se ha cortado a la hora de hablar abiertamente de la sexualidad.

Y esto es algo especialmente positivo en un panorama audiovisual en el que las historias LGTBQ+ no suelen acaparar más de una única temporada en una serie o, si tienen suerte, acaban desembocando en un final trágico. 

La clave del éxito

Puede que sea por los elementos previamente mencionados, pero quizá uno de los atributos que han hecho sobresalir a Élite dentro del resto de títulos de la plataforma ha sido su manera de conectar con un público global. Aunque el público español reconozca especialmente lo que ve en pantalla, lo cierto es que la serie se puede dirigir sin dificultad a los espectadores de otros países.

No será por su realismo precisamente, pero hay que reconocer que el lenguaje que utiliza la ficción interpela a una generación concreta tenga la nacionalidad que tenga, y esto mismo es lo que ha hecho que atraviese cualquier tipo de frontera.

Puede que no haya calado igual en todos los espectadores, que todo en ella es mejorable y que ha estirado demasiado la duración de su viaje, pero si hay algo que agradecerle a Élite es que haya sido capaz de abrirse hueco de esta manera. Puede que por eso mismo vayamos a recordarla, incluso aquellos a los que no nos terminó de conquistar.